—No va a resultar nada nuevo para mí. De todos modos, como es lógico, ahora tengo algo interesante que contar. Ahora pienso que a la gente puede interesarle saber de mí a causa de mi música. Hasta ahora no creí que a nadie pudiera importarle realmente qué era de la vida de Julio Iglesias, Jr.
—Cuando compones tus letras, ¿en qué te inspiras?
—Me inspiro en las cosas de cada día. En las experiencias, no sólo mías, sino también de la gente que me rodea.
LAS DOS CARAS DE LA SOLEDAD
—«Los demás» es el título de tu primer sencillo. En la primera frase afirmas: «Seré bohemio, sin un buen camino, sin creer en el destino...». ¿Eres el rebelde de la familia Iglesias?
—No lo sé —y añade con su gran sonrisa característica y un poco pícaro—: pregúntale a mi madre, a ver qué dice ella... Lo que sí soy, definitivamente, es un soñador. No puedo negar que me gustan mucho la soledad, la libertad y sentirme independiente.
—¿Te has sentido alguna vez solo de verdad?
—¡Claro que me he sentido solo! Pero la soledad tiene dos caras. Cuando es elegida, es genial y muy enriquecedora. Pero hay momentos en los que uno se siente solo aunque estés rodeado de gente. Esa es la soledad que te deja heridas, y por la que cualquier ser humano pasa en algún momento.
—¿Cuál consideras que es tu mayor virtud?
—Creo que soy fundamentalmente una persona que aprecia la vida. Me gusta vivir; me gustan, por otra parte, el deporte, viajar, y en líneas generales, debo decir que soy un ser muy vitalista.
—¿Y cuál crees que es tu mayor defecto?
—No tengo —bromea—. No sé, quizá mi defecto mayor sea que esa necesidad de sentirme libre a veces me aleja un poco de todo y luego tengo que volver al mundo, y eso se me hace un poco cuesta arriba. Julio Iglesias, Jr., en el pequeño
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