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El Principado de Mónaco acoge este sábado 25 de marzo, como es costumbre cada año, el tradicional Baile de la Rosa, una de las galas benéficas de mayor renombre a nivel internacional, que se fundó en 1954 a raíz de la fundación de la princesa Grace de Mónaco. Este encuentro de élite es una de las escasas oportunidades que tenemos para ver a las mujeres Grimaldi juntas, enfundadas en sus vestidos más impresionantes, así que, a pocas horas de la ansiada celebración, repasamos los mejores looks vistos en sus casi seis décadas de historia

 

El más dulce de Alejandra de Hannover (2022)

La hija menor de Carolina de Mónaco fue la estrella indudable de la edición pasada con su vestido de Giambattista Valli, el couturier experto en tul rosa. Es de su colección Otoño/Invierno 2021, inspirada tanto en American Horror Story como en Emily In Paris. El creador pretendía retratar la moda parisina de manera exagerada, como se hace en la serie de Netflix con el personaje de Lily Collins.

El vestido 'Emily in Paris' de Alejandra de Hannover y otros looks de Alta Costura en Mónaco

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El homenaje de Carolina a Karl Lagerfeld (2019)

Tan solo un par de meses después del fallecimiento del director creativo de Chanel, que también ejercía como organizador de la gala desde 1999, su íntima amiga quiso rendirle tributo con este vestido negro con escote bardot de la colección Alta Costura 2019, que destaca por sus llamativos volantes laterales de color rosa. Otro detalle especial fue su set de pendientes y gargantilla de perlas, un conjunto que su padre, el príncipe Rainiero, adquirió en la joyería Van Cleef & Arpels de Nueva York como regalo de bodas para Grace Kelly en 1956. 

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El look Old Hollywood de Beatrice Borromeo (2019)

En lo que podría ser un homenaje a la glamourosa abuela de su marido, la periodista italiana deslumbró con su vestido plisado de tul con brillantes, de Christian Dior, que recubren completamente la prenda cual lluvia de estrellas. Para reforzar esos aires hollywoodenses que nos recuerdan a Grace Kelly, llevó unos guantes de ópera satinados, impresionantes joyas de diamantes y su melena dorada recogida con un elaborado moño trenzado, peinado que gustaba mucho a la desaparecida Princesa. 

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Sassa de Osma, una verdadera Princesa (2019)

La socialité peruana se transformó en una Cenicienta moderna gracias a este vestido de tul azul claro, casi verdoso, con lentejuelas y pedrería bordadas para dibujar flores. Es un diseño perteneciente a la colección Resort 2019 de Carolina Herrera, quien también firma su bolso 'glitter' de mano, el modelo Scala Insignia. Dado que el dress code de la noche, era la Riviera Francesa, podemos asumir que Sassa ofreció con este diseño su perspectiva personal del mar. Aderezó el look con pendientes de diamantes de Suarez.

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El vestido pintado a mano de Carolina (2017)

En una edición marcada por la temática del Art Nouveau, la hija de Grace Kelly se tomó al pie de la letra las indicaciones, optando por un vestido de Chanel con estampado geométrico, pomposos volantes de tul y una falda ilustrada a mano con tinta. La creación se inspira directamente en uno de los diseños de Emilie Flöge, diseñadora de renombre, musa y compañera del pintor Gustav Klimt.

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De nadadora a sirena (2010)

Charlene siempre ha tenido facilidad para desenvolverse sobre las alfombras rojas, aunque ahora la veamos apenas en contadas ocasiones. Esta imagen fue capturada en el Baile de la Rosa de 2010, que tuvo como leit motiv el exotismo de Marruecos. Durante este período de su vida, cuando aún no se había casado con el príncipe Alberto, primaban las tonalidades luminosas en su guardarropa de gala, así que se decantó por un diseño drapeado de satén en tono champán con apliques estratégicos de turquesas, presentes hasta en su bolso de mano. 

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El escotazo de plumas de Carlota (2018)

El año que anunció su compromiso con Dimitri Rassam, la primogénita de Carolina maravilló a todos con el escote asimétrico de plumas blancas de su vestido negro, ideado por Anthony Vaccarello para Saint Laurent. Solo la parte de arriba se vio en el desfile Primavera/Verano 2018 de la firma, al que la propia Carlota acudió. Como complementos, llevó un único pendiente de diamantes, dejando su lóbulo izquierdo al desnudo, y desveló lo que resultó ser un anillo de bodas

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El favorito de Beatrice Borromeo (2016)

En su primer Baile de la Rosa como esposa de Pierre Casiraghi, se aseguró de ser el centro de todas las miradas con su fastuoso vestido rojo de princesa, de Giambattista Valli. Se compone de un corpiño ajustado con escote palabra de honor y una falda de infinitas capas de tul. Poco después, Beatrice confirmaría que se trata de una de sus fórmulas predilectas para impactar, ya que también lució un diseño hecho al completo con tul rojo, pero de Christian Dior, en la boda de Anunciata de Liechtenstein.

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El marinero de Carolina de Mónaco (2000)

El inicio de un nuevo milenio ameritaba un estilismo innovador que la distinguiera del resto de honorables invitadas y quién mejor que el enfant terrible de la moda, Jean Paul Gaultier, para materializar este sueño. El diseñador confeccionó para Carolina un vestido de jersey marinero con escote barco y falda de sirena adornada con plumas de avestruz lacadas a rayas. Pertenece a su colección de Alta Costura Primavera/Verano 2000.

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Uno de los últimos posados de Grace de Mónaco (1981)

La mujer del príncipe soberano de Mónaco, Raniero III, fue su fiel acompañante en cada una de las ediciones del Baile de la Rosa hasta su trágica muerte, en 1982. En casa una de estas galas, arriesgó con estampados poco convencionales y coloridos o ensamblajes vistosos, como este de tafetán de seda amarillo. Llama la atención por sus distintas capas rematadas en volantes, el cuello de estilo rococó y el tocado de flores amarillas sobre su cabeza

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El mono de lentejuelas de Charlene (2017)

Entre sus contadas apariciones en el Baile de la Rosa, destacamos este arriegado mono palabra de honor con pantalón fluido y transparencias, bañado en lentejuelas plateadas, una creación hecha en exclusiva para la princesa Charlene por Atelier Versace. Lo acompañó con unos sencillos pendientes en forma de botón, pues el verdadero toque 'disco' está en su maquillaje ahumado de sombras metalizadas, al tono con sus profundos ojos de cristal.

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El vestido transparente que Carlota heredó de su madre (2017)

Puede parecer sacado de la nueva colección de Chanel, pero este vestido de estilo años 20, con profundo escote satinado y falda de gasa, tenía entonces casi dos décadas de antigüedad. Y es que se trata uno de los muchos modelos de la maison que Carolina atesora en su armario, ya que lo lució en varias ocasiones especiales en el año 2000. Una de ellas, de hecho, fue con motivo del Foro de la Danza, donde la Princesa coincidió con Carole Bouquet, madre del actual marido de Carlota, donde ambas fueron fotografiadas por la prensa. ¿Coincidencia o guiño a las dos mujeres de su vida?

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Carolina, un precioso cisne (2006)

Este baile no solo fue la introducción formal de Carlota Casiraghi a dicha tradición sino también la noche en que su madre vistió de cisne con un diseño de Alta Costura de Chanel que estaba recubierto de plumas y escamas blancas. Tenía mangas cortas transparentes, detalles de volantes y un cuello alto con remate de lazada en el mismo tejido. Por si fuera poco, Carolina añadió un collar con aguamarinas, pendientes colgantes de diamantes y remató el look con sandalias metalizadas.

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La inesperada 'biker' roquera de Charlene (2013)

No es un secreto que la princesa Charlene se ha sometido a una sorprendente transformación desde que se unió a la Casa Grimaldi, hace más de una década, inclinándose progresivamente por prendas de moda mucho más roqueras y rompedoras. En 2013, podíamos ver el inicio de su metamorfosis, cuando se decantó por un lujoso vestido satinado de escote-joya y decidió cubrirlo con una cazadora de cuero en tono beige

Charlene de Mónaco, un cambio radical de estilo en sus 10 años como princesa

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Madre e hija visten a juego (1976)

La oscarizada princesa de Mónaco y su primogénita jamás mantuvieron una relación estrecha, pero sí acudían juntas al Baile de la Rosa cada año, hasta 1982. En ocasiones, se esforzaban por transmitir cierta sensación de cercanía con sus looks. Y es que, a pesar de todo, Carolina sí heredó el gusto refinado de su madre por la moda de lujo. En 1976, cuando ella tenía casi 20 años, se vistieron a juego con dos vestidos con estampados de flores de lo más setenteros

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