Si alguna vez existió una Cleopatra digital, esa es Jennifer Lopez. Recién aterrizada en Egipto para una parada de su gira Up All Night, la diva del Bronx ha vuelto a demostrar que sus vacaciones no son simplemente vacaciones: son photocalls improvisados Esta vez, bajo el sol del Sinaí y con vistas al mar Rojo, J.Lo ha elevado el concepto de “glam vacacional” a dimensiones faraónicas.
A sus 56 años, Jennifer Lopez no necesita escándalos para generar conversación (aunque, dicho sea de paso, la reciente caída de su falda en plena actuación en Polonia sí fue noticia). Le basta una hamaca, un buen ángulo de luz y una selección cuidada de looks que combinan quiet luxury y ostentación digital. En el fondo, su escapada egipcia es una clase magistral de cómo reinventarse sin dejar de ser una misma. Porque Jennifer Lopez no se toma vacaciones de ser Jennifer Lopez.
Turbantes y diamantes
Entre las fotos que ha compartido la cantante en su Instagram, se encuentra un selfie en un espejo de su hotel, envuelta en un vestido beige con hombreras esculturales y un turbante de seda a juego. En cuanto a joyas, los diamantes don protagonistas, porque lo suyo no es exactamente el travel light.
De la hamaca al escenario
Pero no todo fue misticismo. En otro look, mucho más terrenal, Jennifer se deja ver en una hamaca, bronceándose en un bikini negro. Cuando llegó al lujoso Rixos Radamis Hotel de Sharm el-Sheikh fue recibida con neones, un cartel personalizado con su foto y un carrito de golf rojo Mercedes-Benz rotulado con su nombre.
Turismo con pamela
Para su paseo turístico (y otro "recados"), Jennifer López ha optado por el blanco. Un vestido ligero y romántico, con tacones de cuero burdeos (y más tarde unas sandalias planas) y una pamela XXL de inspiración retro.
En realidad, el vestuario de esta escapada encapsula todo lo que es J.Lo: poder, feminidad, teatralidad y una conexión muy consciente con su imagen pública.