En la pasarela institucional que es la monarquía moderna, la moda se orquesta. Lo que una royal lleva no se limita al gusto personal o al capricho estético: es un gesto, una declaración, un acto diplomático cuidadosamente medido. Esta semana, en la entrega de los Premios Princesa de Girona 2025, celebrada en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, la Reina Letizia, la princesa Leonor y la infanta Sofía han demostrado que los tonos oscuros pueden ser tan elocuentes como un discurso.
En un escenario dominado por la sobriedad y la expectación, el trío real ha aparecido envuelto en negro, azul noche y antracita. La imagen ha sido tan armoniosa como poderosa, casi pictórica, como si Goya hubiese resucitado para componer una escena palaciega del siglo XXI. Pero, ¿por qué ese luto estilizado? ¿Por qué la renuncia al color, al estampado?
Hablamos con Marina Fernández, directora de comunicación del Grupo Escuela Internacional de Protocolo y Eventos, para descifrar el mensaje entre líneas, o entre costuras. Según esta experta, la decisión tiene mucho de estrategia escenográfica: “Coordinar los tonos de una unidad familiar tiene un punto teatral. Cuando miras hacia el escenario y ves esas figuras en tonos oscuros, ya sabes de inmediato que pertenecen a la familia real. Se muestran como jugadores del mismo equipo.”
Más que sobrias, Letizia, Leonor y Sofía se vistieron de propósito. El negro, ese color de luto, pero también de autoridad y de respeto, se convirtió en un marco que devolvía el foco, con deliberada humildad, a los verdaderos protagonistas del evento: los premiados. “Es una estrategia muy adecuada, nos dice Fernández, porque van apropiadas, elegantes, con una imagen cuidada, pero sin robar protagonismo. El objetivo es honrar a las personas premiadas.” Y en tiempos de catástrofes naturales, como la reciente DANA que azotó Valencia, el gesto de vestirse de tonos oscuros adquiere, además, una lectura de empatía nacional.
Pero incluso dentro de la sobriedad, cada una marcó su diferencia. La reina Letizia apostó por un traje de Mango que ya había lucido en noviembre pasado: una chaqueta cruzada con detalles de raso y pantalones tipo palazzo. Un reciclaje inteligente, que no solo promueve la sostenibilidad, sino que comunica cercanía y coherencia. Letizia ya había convertido el esmoquin en su uniforme de poder, de Pertegaz en 2019, de Hugo Boss en 2015, y aquí reafirma que la elegancia puede ser sobria sin perder ni una gota de intención.
La princesa Leonor, por su parte, firmó lo que podríamos llamar el inicio de su “era Bleis”: un dos piezas en jacquard con brillo, con corte masculino, hombreras relajadas y una impecable ejecución. “Es muy Leonor”, asegura Marina Fernández. “Se puede hablar ya de un estilo propio de la princesa: formal, maduro, con identidad”. Una marca que está en plena construcción, pero que ya permite asociar ciertos códigos, como el traje blanco de chaqueta y pantalón, a su figura pública.
Y luego está la infanta Sofía. La menor de las hermanas, y cada vez más interesante estilísticamente, ha optado por salirse del binomio familiar y elegir un mono asimétrico de la firma española The-Are. Llamado “Olivia”, el diseño mezcla una base de seda con una capa de gasa que cae con natural dramatismo desde el hombro hasta la cadera. Una elección moderna, juvenil y, sin duda, la más comentada. Es el equivalente estilístico a un “sí, estoy aquí, pero no necesito traje para parecer parte de la realeza”.
¿Podrían haber sido más innovadoras? Tal vez. Pero, como nos recuerda Fernández, “la entrega de premios de la Fundación Princesa de Girona quizá no es el momento para innovar. Las tres iban muy adecuadas, cada una en su estilo, respetando su propia marca personal y en consonancia con el mensaje institucional del evento”.
Porque en la moda real, como en la política o la diplomacia, todo es equilibrio: entre lo nuevo y lo protocolario, entre lo individual y lo colectivo, entre el gesto y la contención. Y si algo quedó claro en esta edición de los premios es que incluso los tonos más oscuros pueden ser el foco de todas las miradas, cuando se visten con intención.