Salir de fiesta y brindar con copas de cristal está muy bien, admitámoslo. Pero, a veces, no hay nada mejor que el placer que cancelar planes, acurrucarse en el sillón con una manta y dejar que una buena película nos transporte a otra vida. Y es justo ahí, en la magia del cine y las series, donde la Navidad cobra otro sentido. Si cerramos los ojos e imaginamos estas fechas, nuestra mente se tiñe inevitablemente de un color. No es el dorado de las burbujas de champán, ni el verde de los abetos; es el rojo. Vibrante, poderoso y absolutamente eterno. Aunque a menudo nos refugiamos en la seguridad del negro para nuestros looks de fiesta, la pantalla nos ha enseñado que el negro siempre será un símbolo de elegancia, pero el rojo es una actitud.
Desde que el cine es cine, el tono escarlata ha actuado como un hilo conductor de poder y seducción. No es casualidad que sea el color de los grandes triunfos y el amuleto de las grandes divas de la ficción. Repasamos esos diseños inmortales que nos recuerdan que el rojo nunca es una opción más, es la apuesta definitiva.
Hollywood y sus actrices nos han regalado momentos que son patrimonio de la historia de la moda. La gran pantalla se convirtió en el escaparate perfecto para la amistad entre Audrey Hepburn y Hubert de Givenchy. El diseñador fue el autor del icónico vestido rojo palabra de honor que la actriz lució en Funny Face (1957). Los amantes del cine clásico aún suspiran al recordar aquella escena: Audrey bajando las escaleras del Louvre de París, envuelta en una seda roja que, al instante, pasó a encabezar la lista de los vestidos más bonitos del cine.
La escena quedó grabada para siempre en la memoria colectiva: Edward Lewis (Richard Gere) espera impaciente. Y entonces aparece ella. Vivian Ward, interpretada por la sonrisa de América, Julia Roberts, que sale del baño transformada en una dama para asistir a la ópera. ¿Sabes de qué peli hablamos, verdad? No podía ser otra quePretty Woman. Ese espectacular vestido rojo de hombros caídos y escote corazón no solo definió el vestuario de las rom-coms de los 90, sino que sigue siendo el referente absoluto del glamour.
Incluso las nuevas generaciones, nacidas en la era de Tik Tok, reconocen su imagen. Marilyn Monroe hizo historia con cada aparición, convirtiendo sus películas en su propia pasarela. Pero si hablamos de rojo, es imposible olvidar el magnetismo de Los caballeros las prefieren rubias (1953). Marilyn, junto a Jane Russell, nos deslumbró con aquel inolvidable vestido de lentejuelas con un vertiginoso escote en V, obra del diseñador William Travilla. Una prueba de que el rojo y los diamantes son, efectivamente, tan eternos como ella.
El color era tan protagonista que daba nombre a la propia cinta. En La mujer de rojo (1984), Kelly LeBrock se convirtió en el sueño inalcanzable de Gene Wilder. Aunque en pantalla el resultado fue pura magia, la actriz confesó tiempo después que la realidad fue distinta: los ventiladores no tenían suficiente potencia para levantar la seda y tuvieron que recurrir a los hilos invisibles para lograr el efecto deseado. Trucos aparte, la escena funcionó a la perfección y aquel vestido satinado flotando sobre una rejilla se convirtió en un icono pop instantáneo.
Damos un salto a los noventa con Clueless (1995). Alicia Silverstone, en la piel de la caprichosa, pero adorable Cher Horowitz, nos hizo desear su armario giratorio. Entre sus mejores looks destaca ese minivestido rojo de cóctel que protagoniza una de las escenas más cómicas y fashionistas del cine, cuando sufre un robo a mano armada y, ante la orden de tirarse al suelo, ella protesta preocupada por arruinar su diseño. "It's an Alaïa!", gritó Cher, recordándonos que, ante la duda, el estilo es lo primero.
La televisión de los 2000 nos regaló Gossip Girl y, con ella, a una de las musas de estilo más influyentes de la ficción, Blair Waldorf. El personaje de Leighton Meester nos dio una lección magistral en la estación de tren de París: para un reencuentro dramático, necesitas un vestido a la altura. Blair eligió un impresionante diseño de Oscar de la Renta en un rojo vibrante, con escote palabra de honor y una falda de volantes en cascada que gritaba lujo y sofisticación neoyorquina.
La historia continúa con las nuevas generaciones. En Emily in Paris, la estilista Patricia Field volvió a hacer de las suyas vistiendo a Lily Collins. Para un evento en el Palacio de Versalles, la protagonista eligió una pieza arquitectónica de tul rojo intenso. Curiosamente, este vestido tiene una historia real detrás: pertenece a la famosa colaboración de 2019 entre Giambattista Valli y H&M. Un guiño de la ficción a la moda democrática, demostrando que el "efecto rojo" sigue más vivo que nunca.