Rocío y Julia Bolaños crecieron entre naranjos, en El Cerro, la finca de su familia en la vega del Guadalquivir. Herederas del espíritu emprendedor de su padre —el empresario andaluz Luis Bolaños, presidente de Iberhanse—, junto a su hermano, Luis, directivo en un fondo de capital riesgo, fundaron el proyecto Naranja Salvaje, una tienda online a través de la que vendían el jugoso y dulce fruto que crecía en su paraíso de Carmona.
Apasionadas de la naturaleza, estas dos hermanas sevillanas compaginan sus respectivas carreras profesionales en Madrid con la recuperación y protección de la biodiversidad en lugares como la finca familiar, que, como nos cuentan, han logrado convertir en un santuario para más de 75 especies animales.
En la actualidad, Rocío, que es ingeniera de formación y ha desarrollado su carrera profesional en el sector de la banca, combina su trabajo "del día a día en una gran multinacional con los proyectos de la Fundación Iberhanse, que se fundamentan en la convivencia entre la biodiversidad y el ámbito urbano", nos dice.
Rocío, ingeniera de formación, trabaja en banca desde hace más de una década, y Julia, tras años implicada en la empresa familiar, decidió seguir su vocación y ahora se dedica a la gemología
Julia, por su parte, ha dado un giro total a su vida, tal y como nos confiesa: "Después de muchos años trabajando en la empresa familiar, decidí seguir una vocación que siempre había tenido: la joyería. Estudié Gemología y Tasación, y me he enamorado por completo de este mundo, especialmente de la joyería antigua.
Aunque a veces echo de menos el campo, estoy disfrutando muchísimo esta nueva etapa". La gemóloga, además, acaba de emprender otro capítulo en el terreno personal, ya que el pasado 27 de septiembre contrajo matrimonio con el abogado madrileño José María Ramírez-Cárdenas y Cabello de los Cobos, en la iglesia prioral de Santa María, de la localidad sevillana de Carmona.
"La confianza es clave"
Cuando trabajabais juntas, ¿os resultaba fácil ser hermanas y socias?
ROCÍO.—Somos muy distintas y siempre hemos sabido aprovechar esa diferencia para complementarnos. Lo que a Julia le apasiona y se le da bien, son en mí ¡incapacidades absolutas! Además, la confianza es clave, y Julia no tiene rival en lo que le gusta, ¡es la mejor!
JULIA.—Trabajar en familia nunca es fácil, pero tuvimos claro desde el principio que había que separar la parte profesional de la personal. Eso nos ayuda a mantener el equilibrio y a disfrutar de los proyectos sin que afecte a nuestra relación.
—¿En qué os parecéis y en qué os diferenciáis?
J.—Creo que nos parecemos poco (ríe). Rocío es ordenada, práctica y metódica, además le gusta rellenar su agenda como un Tetris… Yo soy todo lo contrario. Pero justo por eso nos equilibramos.
R.—Me encantan la espontaneidad y libertad de Julia, ya apuntaba maneras desde el cole: cada dos por tres, castigada en el pasillo por sus travesuras, y yo eso siempre lo envidié… Y es verdad que somos muy diferentes, pero coincidimos en lo importante: los valores, la familia y la forma de entender la vida.
Julia: "A mí me encanta ir de tiendas y a Rocío no tanto, pero cuando consigo llevarla, siempre lo pasamos genial. Disfruto siendo su personal shopper"
—¿Qué es lo que más admiráis la una de la otra?
J.—Admiro su fortaleza. Rocío es mi salvavidas: me impulsa, me anima a arriesgar y siempre está ahí cuando la necesito.
R.—De Julia admiro su alegría y su capacidad para disfrutar de las cosas. Tiene una energía especial y que contagia, ¡pasar una tarde de vinos con ella es de lo más divertido!
Fuegos artificiales
—Estáis muy unidas, pero ¿tenéis también las típicas peleas de hermanas?
J.—¡Por supuesto! Prácticamente todas las semanas (ríe). Pero somos cero rencorosas y a los cinco minutos ya estamos tan contentas, como siempre.
R.—Sí, discutimos, pero enseguida se nos pasa. Somos como los fuegos artificiales: tan rápido como estallan, desaparecen.
—¿Qué importancia le dais a la moda en vuestro día a día?
R.—Me encanta la moda, pero la vivo de forma sencilla y funcional, no sigo patrones y compro de forma responsable. Prefiero invertir en pocas prendas, pero que sean atemporales, multiusos y de buena calidad. Me gusta vestirme bien, pero sin complicaciones: ropa cómoda, con cortes limpios y tonos neutros. La elegancia, para mí, está en la naturalidad.
J.—Yo soy algo más experimental. Entre semana suelo ir con un look más práctico, pero los fines de semana me divierte jugar con los colores y probar estilos diferentes.
—¿Tenéis alguna prenda o joya especial que guardéis como un tesoro?
R.—Una cruz antigua de mi madre, que siempre me acompaña. Tiene un valor sentimental enorme.
J.—Mi bolso Pochette Métis, de Louis Vuitton. Me lo robaron y me di cuenta de cuánto lo echaba de menos, así que acabé volviendo a comprármelo. Es un básico que nunca falla.
Referente de vida
—¿Quién es para cada una de vosotras un referente de estilo?
R.—Me inspiran mujeres como Carolina Herrera o Gabriela Hearst, elegantes y resaltando la belleza femenina sin artificios.
J.—Para el día a día, Jeanne Damas o Lucy Williams. Y para ocasiones especiales, los iconos del Hollywood clásico, con ese toque de glamour eterno.
—¿Y un referente en la vida?
R.—Sin duda, nuestros padres.
J.—Totalmente. Nos enseñaron el valor del esfuerzo, la educación y la familia. Son nuestro ejemplo constante.
"Madrid tiene un ritmo que me encanta. Eso sí, cada vez siento más admiración y pasión por mi tierra, Sevilla, y sus tradiciones", confiesa Rocío
—¿Qué planes os gusta hacer juntas?
J.—A mí me encanta ir de tiendas y a Rocío no tanto, pero cuando consigo llevarla, siempre terminamos riéndonos y pasándolo genial. Yo disfruto siendo su personal shopper y a ella le encanta que alguien que conoce su estilo le dé el trabajo hecho.
R.—Ja, ja, ja. Y cuando no hay tiendas de por medio, un plan perfecto es una escapada al campo, una buena comida o un viaje en familia.
—¿Qué lugar ocupa El Cerro en vuestra vida?
J.—El Cerro es mi lugar favorito en el mundo. Allí encuentro paz, inspiración y raíces. Además, sigue siendo una finca viva: la cuidamos, trabajamos en su conservación y disfrutamos viéndola florecer.
R.— Para mí, El Cerro es el refugio familiar donde podemos hacer lo que más nos llena: compartir. Es donde confluyen amigos con familia, tradición con vanguardia, descanso con celebración, naturaleza virgen con arquitectura tradicional sevillana… Nuestro punto de encuentro, donde todo cobra sentido. Lo sentimos como una responsabilidad y una herencia que queremos mantener y proteger.
¿Qué recuerdos tenéis de vuestras estancias aquí?
J.—Acabo de vivir uno de los recuerdos más especiales: casarme allí. Fue una experiencia increíble, llena de emoción y significado.
R.—Muchos recuerdos con muchos amigos y familia. Pero, sobre todo, el desarrollo de los proyectos medioambientales más maravillosos que he experimentado nunca. El Cerro actúa como un santuario para más de 75 especies animales, 19 de ellas en situación de peligro. Hemos visto especies como la nutria, el tejón o el águila pescadora volver a pasear por nuestra finca.
De Madrid al cielo
—¿Cómo es para dos sevillanas como vosotras vivir en Madrid?
J.—¡Lo más! Madrid tiene una energía increíble y, además, tengo la suerte de haber vivido, hasta que me casé, con Rocío. Ella siempre me incluye en sus planes y me presenta a gente nueva. Me hace sentir en casa incluso estando lejos de Sevilla.
R.—Madrid tiene un ritmo que me encanta. ¡Es mi ciudad perfecta! Llevo la mayor parte de mi vida adulta viviendo aquí y no lo cambiaría por nada. Eso sí, cada año que paso fuera de Sevilla es directamente proporcional a cómo crece la admiración y pasión que siento por mi tierra y sus tradiciones. ¡Soy una guiri fan de Sevilla!
¿Cuáles son vuestros próximos retos personales y profesionales?
R.—Seguir impulsando proyectos que transformen la banca hacia un modelo más actual y encontrar tiempo para lo importante: la familia, los amigos y disfrutar sin prisa.
J.—En lo profesional, seguir aprendiendo y creciendo en el mundo de la gemología. En lo personal, disfrutar de esta nueva etapa de casada con ilusión y equilibrio.





