El 17 de octubre, Córdoba se convirtió en escenario de una de las bodas más esperadas de la temporada. El hijo del político Antonio Hernández-Mancha, Hugo Hernández-Mancha, y María Luisa Arróspide, descendiente de los marqueses de Boil, se dieron el “sí, quiero” en la iglesia del Salvador y Santo Domingo de Silos, un templo jesuita del siglo XVI construido por la Compañía de Jesús en pleno centro de la ciudad. Una ceremonia de aire clásico y aristocrático que reunió a buena parte del círculo social madrileño y andaluz. Entre los invitados, Tamara Falcó, marquesa de Griñón, que acudió junto a su marido, Íñigo Onieva.
Un vestido de encaje diseñado por ella
Para la ocasión, la marquesa de Griñón apostó por un diseño de su colección TFP by Tamara Falcó para Pedro del Hierro: un vestido de encaje negro (289 euros), de corte midi, escote barco y manga larga. La prenda, entallada y con una cinta de terciopelo en la cintura, se completaba con una falda lápiz con abertura trasera y puños rematados con botones forrados. Un conjunto discreto que encajaba con el ambiente solemne del templo y con la estética clásica que Tamara defiende desde hace años.
Look de invitada con básicos
Completó el look con una blazer azul marino de la misma colección (269 euros), con solapas y bolsillos de terciopelo a contraste, una prenda que aportaba estructura sin restar elegancia. En cuanto al calzado, llevó los zapatos de tacón Voile Pump 105 de Aquazzura, unos salones negros de satén y tul semitransparente con tacón de 105 mm, un diseño que alarga la pierna y aporta un toque sofisticado. Las joyas de Del Páramo Vintage añadían brillo de forma sutil, mientras que el peinado —melena corta suelta con raya al medio— y la manicura natural reforzaban ese aire sofisticado.
La boda aristócrata del fin de semana
La boda congregó a más de un centenar de invitados, muchos de ellos vinculados a la nobleza y al mundo empresarial. Entre ellos, Sassa de Osma, acompañada de su marido, Christian de Hannover, e Inés de Cominges, casada con François du Chastel de la Howarderie. Ambas coincidieron, curiosamente, con tocados de Mimoki. La novia, María Luisa Arrospide, llevó un vestido firmado por Cristina Navascués, la misma diseñadora que confeccionó el traje de novia de Bárbara Mirjan.
En los últimos años, Tamara ha consolidado una imagen coherente y reconocible. El encaje negro es, históricamente, un símbolo de sobriedad española —desde la mantilla hasta los vestidos de Alta Costura de Balenciaga— y encaja con esa idea de feminidad clásica que suele reivindicar la marquesa de Griñón.
Tras la ceremonia religiosa, los invitados se trasladaron a una finca privada en la Sierra de Córdoba, donde se celebró el convite y la posterior fiesta. El enlace reunió a tres generaciones de familias con historia en la vida pública española: los Hernández-Mancha, con raíces políticas, y los Arróspide, vinculados a la aristocracia cordobesa del siglo XIX, propietaria entonces de un palacio en la calle Conde de Gondomar.
Un otoño lleno de momentos especiales
Solo unos días antes, Tamara Falcó vivió otra noche destacada en su calendario: la IV edición de los Premios Talento Fashion, celebrada en el Consulado General de Italia. Allí recibió el Premio Especial Tributo FASHION de manos del diseñador Nacho Aguayo, a quien dedicó unas palabras de agradecimiento —“Trabajar contigo es una de las mejores cosas que me han pasado”—.
Para la ocasión, llevó un conjunto burdeos de su colección TFP by Tamara Falcó, compuesto por un top palabra de honor con caída lateral en forma de lazo, pantalón ancho satinado y chaqueta a juego, rematado con un collar vintage de alta joyería. Una elección que, al igual que su look en Córdoba, confirma su apuesta por un clasicismo contemporáneo que ha hecho de su estilo una marca personal.