Si piensas en el armario de Kate Middleton, seguramente te vienen a la cabeza looks clásicos, atemporales y sencillos, muy correctos y elegantes pero sin grandes sorpresas, y la mayoría de las veces es así. La princesa de Gales adora los conjuntos sofisticados con pequeños toques de tendencia, y, al contrario que otras royals como Máxima de Holanda o Rania de Jordania, huye de las modas más arriesgadas o las prendas y accesorios rompedores. Sin embargo, en ocasiones decide incluir en sus estilismos detalles sorprendentes como pedrería o transparencias que generan titulares en todo el mundo.
Fue el caso del vestido de Jenny Packham -una de sus firmas preferidas- que estrenó en 2012 y recuperó en 2018, una creación que, a día de hoy, seguimos recordando. Se trata de un diseño verde esmeralda que realza los ojos de la Princesa, una pieza de escote en 'V' que se ciñe a la cintura, de donde parte una larga falda vaporosa rematada en cola. Además de sus favorecedores detalles plisados, ideados para potenciar la figura, destaca por su cinturón-joya incorporado y sus mangas y espalda.
Aunque cueste, en un principio, imaginar a la princesa de Gales con una espalda completamente descubierta, la realidad es que este modelo la deja así. La zona trasera del vestido está confeccionada en un delicadísimo y fino tejido de encaje con motivos florales y pequeñas aplicaciones brillantes, el cual sube desde la cintura hasta el cuello y cae por los hombros hasta crear una pequeña manga corta.
La primera vez que se lo vimos fue en mayo de 20212 durante un concierto organizado en el Royal Albert Hall de Londres al que asistió junto a su marido, el príncipe de Gales. En aquella ocasión lo combinó con bolsito de mano a tono, sandalias doradas y pendientes colgantes. Además, recogió su cabello castaño en un elaborado y sofisticado moño para despejar la espalda y presumir de vestido.
No fue hasta 6 años después, en noviembre de 2018, cuando se lo volvimos a ver, ya que se lo puso para acudir a los Premios Tusk a la Conservación en Londres. De nuevo, optó por el clutch a juego y sandalias metalizadas, pero dejó su melena suelta, aportando un aire más juvenil y relajado.
Desde entonces no se lo ha vuelto a poner, pero, teniendo en cuenta que Kate es una auténtica experta en reciclar estilismos, no nos sorprendería que volviera a apostar por él para su próxima gala o alfombra roja.