El mundo de la moda se detuvo este domingo en Milán para rendir homenaje a Giorgio Armani, el diseñador que transformó la elegancia italiana en un lenguaje universal. Originalmente concebido como la celebración del 50.º aniversario de su emblemática casa, el desfile se convirtió en un tributo póstumo al hombre que redefinió la sastrería masculina y el glamour femenino. Entre los asistentes, se contaron figuras destacadas como Alejandra y Richard Gere, Cate Blanchett y Eugenia Silva, reflejando el respeto y la admiración que Armani cultivó a lo largo de décadas, tanto en Hollywood como en las pasarelas internacionales.
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La Pinacoteca di Brera, uno de los espacios más emblemáticos del arte renacentista italiano, fue el escenario elegido para este adiós: más de 120 creaciones seleccionadas personalmente por Armani dialogaban con obras maestras de Botticelli y Caravaggio. Los invitados recibieron, como recuerdo, una camiseta blanca con la icónica imagen del diseñador, un gesto simple pero cargado de significado, que simboliza la huella imborrable que dejó en todos quienes compartieron su visión.
La empresaria española y el actor, cuya relación con Armani comenzó en American Gigolo, encarnan el legado del diseñador: elegancia atemporal, estilo sin esfuerzo y una complicidad que trasciende generaciones. Ella ha ido con un vestido palabra de honor con brillo y él con esmoquin.
La modelo española llegó con su característica elegancia minimalista. Su presencia resaltó la armonía entre simplicidad y glamour que el diseñador perfeccionó a lo largo de su carrera. Lució un conjunto de dos piezas en color nude con brillo.
La actriz australiana, frecuente musa de la alfombra roja, irrumpió con una elegancia serena y poderosa, recordando por qué Armani la convirtió en uno de sus rostros más icónicos. Apostó por una chaqueta a rayas y unos pantalones negros.
La actriz y cantante mexicana, conocida por su papel en Baby Driver y sus apariciones en producciones de Hollywood como Ambulance, llegó con un porte sofisticado que combina juventud y glamour. Sorprendió con un look en negro brillante, compuesto por un conjunto de dos piezas.
La joven actriz italiana, reconocida por su trabajo en Bang Bang Baby, llevó consigo la frescura de una nueva generación de talentos. Sorprendió con un conjunto de dos piezas de terciopelo en color negro.
La supermodelo italiana, rostro habitual de las pasarelas más importantes y campañas de Dolce & Gabbana y Valentino, deslumbró con un traje de aire masculino en color negro.
La actriz británica, conocida por su papel de Missandei en Juego de tronos y su participación en la saga Fast & Furious, irrumpió con un estilo elegante y contemporáneo, llevando un vestido palabra de honor y un abrigo de pelo.
La icónica supermodelo y actriz estadounidense, pionera en redefinir los cánones de belleza en los años 70 y recordada por su emblemática sonrisa y portadas de revista, deslumbró con una elegancia, apostando por un traje de chaqueta y pantalón en color blanco.
La actriz y supermodelo, conocida por su papel en Cabaret y su estatus como musa de las pasarelas de los años 70, irrumpió con una elegancia clásica que evoca la sofisticación y el glamour que Armani convirtió en emblema de su firma.
El adiós a un maestro
Giorgio Armani no solo fue un diseñador; fue un innovador que entendió el cuerpo y cómo este se mueve, una lección aprendida incluso cuando estudió medicina antes de dedicarse por completo a la moda. Su soft tailoring, que revolucionó los trajes masculinos y trasladó esa misma fluidez a la ropa femenina, permitió que la elegancia dejara de ser rígida y se convirtiera en confianza natural. Richard Gere en American Gigolo, Jodie Foster, Cate Blanchett o Renée Zellweger en la alfombra roja son prueba de un talento capaz de equilibrar glamour y comodidad, tradición y modernidad. A los 91 años, Armani falleció dejando un legado incalculable: una empresa de miles de empleados, un imperio de moda global y, sobre todo, un estándar de excelencia y libertad creativa que pocos han logrado igualar.
El desfile del domingo fue, en esencia, un acto de gratitud y memoria: la moda, el arte y la historia convergieron para celebrar no solo una colección, sino la vida de un hombre que, con su precisión, dedicación y amor por la belleza, convirtió Milán en el epicentro de la moda mundial.