El vestuario de Melania Trump siempre ha sido un tema de conversación. Desde que se convirtió en primera dama de Estados Unidos en 2017, cada uno de sus looks ha sido analizado con lupa. Su paso por la Casa Blanca estuvo acompañado de una narrativa visual que reforzaba su papel de figura pública, y ahora, en este nuevo ciclo en el que Donald Trump vuelve a ser el foco político, su estilo también ha evolucionado. Aunque sigue manteniendo un sello inconfundible, los expertos señalan que se muestra más discreta.
De modelo a primera dama
Antes de ocupar un rol institucional, Melania Trump ya era conocida en la escena pública. En los años 90, cuando conoció a Donald Trump, desarrollaba una carrera como modelo. Entonces su vestuario estaba marcado por vestidos de corte lencero, escotes profundos, brillos, transparencias y otros guiños a las pasarelas. Su estilo respondía al glamour intenso propio de la moda de finales de esa década, y estaba marcado con un halo sensual que, por entonces, parecía parte de su ADN estilístico.
El giro se produjo cuando pasó de ser la esposa de un magnate a convertirse en primera dama. La transformación fue evidente: dejó a un lado el exceso y adoptó una imagen más medida, pensada para transmitir elegancia y autoridad. Desde entonces, su estilo ha combinado diseñadores estadounidenses con casas de alta costura europeas que ya formaban parte de su vestidor, como Valentino o Dolce & Gabbana.
La estilista y asesora de imagen Pierina Aste (@pierinaaste) explica que Melania Trump tiene códigos muy claros en su manera de vestir, que la diferencian de otras esposas de políticos y la posicionan como un referente de elegancia distante. "Apuesta mucho por vestidos estructurados, abrigos entallados y conjuntos monocromáticos, los cuáles siempre digo que son impecables. También la vemos llevar trajes sastre de líneas limpias, camisas de seda y, en ocasiones, pantalones de corte recto que refuerzan esa imagen de sobriedad. Otro sello suyo son los cinturones marcando la cintura, un detalle femenino que equilibra la fuerza de sus looks.”
Uno de los elementos más llamativos del estilo de Melania Trump es que no se limita a ser un escaparate de lujo, sino que proyecta un mensaje muy concreto. En palabras de la experta en moda, "sus looks proyectan autoridad y sofisticación sin perder el lado femenino. Es una mujer que comunica poder a través de la sobriedad, pero con un toque de glamour. El mensaje claro que proyectan sus outfits es "estoy aquí presente, segura de mí misma y tengo el control"".
Esa capacidad para transmitir seguridad a través de la ropa no es casualidad. Cada elección parece pensada para reforzar una narrativa: desde los abrigos impecablemente entallados hasta los tonos neutros que dominan su armario, pasando por los accesorios que subrayan su estatus sin restar protagonismo al conjunto.
Sin embargo, y aunque su armario parcee mucho más discreto que antaño, su paso por la Casa Blanca no está libre de polémica. Un ejemplo fue la chaqueta verde con la frase “I really don’t care, do u?” ("realmente no me importa, ¿a ti sí?"), que llevó durante una visita a centros de menores migrantes en 2018. También hubo críticas cuando optó por atuendos de inspiración colonial en un viaje a África, con un conjunto en color crema que evocaba la estética de la película Out of Africa. Estas elecciones marcaron la conversación pública y evidenciaron cómo su estilo, además de sofisticado, podía resultar provocador.
Pero el recorrido estilístico de Melania Trump también habla de su transformación pública. En sus primeros años en el ojo político, sus elecciones de vestuario estaban más ligadas a su pasado. "Al inicio su estilo era más cercano al de una modelo, pues era común verle con vestidos más llamativos, colores vibrantes y siluetas muy marcadas. Con el paso de los años, su imagen se volvió más sobria y minimalista, alineándose a lo que se espera de una figura política. Ha incorporado trajes masculinos, camisas blancas, colores neutros y cortes más clásicos, lo que refleja una evolución hacia una estética de "primera dama internacional", donde la elegancia se entiende también como neutralidad.”
Este giro no solo tiene que ver con la edad o la experiencia, sino con el rol político que ha desempeñado. Al pasar de ser un personaje de las portadas de moda a ocupar un lugar clave en la política mundial, era necesario un cambio. Así, dejó atrás los vestidos ceñidos y brillantes para abrazar la discreción y el minimalismo como lenguajes de diplomacia.
El estilo de Melania se distingue del de otras primeras damas por un rasgo muy marcado: su distancia. Mientras figuras como Jill Biden, Brigitte Macron o incluso Michelle Obama han utilizado la moda como un puente para acercarse al público, Melania Trump parece reforzar justo lo contrario. Según Pierina Aste, "Marca la diferencia porque no busca ser cercana ni proyectar calidez como otras primeras damas. Su estilo no es maternal ni accesible; es distante, sofisticado y aspiracional. Esa frialdad es parte de su "marca personal", mientras que otras esposas de políticos usan la moda para conectar con la gente, Melania Trump la utiliza para mantener un aura de exclusividad y admiración. En pocas palabras, ella no busca parecer parte del público, sino estar por encima de él.”
Ese “por encima” no se trata únicamente de lujo o de marcas de alta costura, sino de una estrategia consciente de diferenciación. Sus trajes sastre perfectamente cortados y sus abrigos estructurados no invitan a la cercanía, sino que marcan una frontera.
Más sobria, menos protagonista
Hoy, con Donald Trump de nuevo en el centro del escenario político, el estilo de Melania Trump parece haberse ajustado. Aunque su esencia se mantiene, la estilista apunta que hay un giro hacia la discreción. Los conjuntos monocromáticos, los tonos neutros y la sobriedad predominan aún más en sus apariciones públicas. La excepción fue el comentado vestido amarillo, que rompió esa línea y atrajo titulares por su luminosidad y protagonismo, recordando a la modelo de los primeros años.
Desde su primera etapa como FLOTUS (las siglas de First Lady of United States, traducido como Primera Dama de Estados Unidos), de 2017 a 2021, hasta este nuevo mandato, su estilo se ha consolidado en una sobriedad mucho más marcada. Para ella ya no se trata solo de vestir con elegancia, sino de reforzar una imagen de control absoluto, sin estridencias innecesarias.
En un segundo plano
El cambio en el estilo de Melania Trump entre el primer mandato y el actual revela mucho más que simples preferencias estéticas. Se trata de una estrategia de comunicación visual, donde cada abrigo, cinturón o traje sastre cumple una función. Lo que comenzó siendo la proyección de una exmodelo glamourosa se ha transformado en la consolidación de una Primera Dama internacional que combina elegancia, neutralidad y exclusividad.
Cuando estaba en la Casa Blanca, muchas veces se la percibía como alguien que no quería robarle el protagonismo a su marido. La sobriedad de sus looks también podía ser una forma de dejar que toda la atención mediática recayera sobre Donald, aunque siempre proyectando sofisticación. Así, teniendo en cuenta que Donald Trump proyecta fuerza, confrontación ( es un líder que divide arrastrando fieles y detractores por igual ) y exceso verbal, todo parece indicar que su mujer opta por la contención. Su estilo sobrio y elegante actúa como un contrapeso; mientras él genera ruido, ella transmite control y serenidad.