En un día marcado por la solemnidad, Kate Middleton ha acudido al funeral de Katharine, duquesa de Kent, en la catedral católica de Westminster, vestida de negro impoluto, con un tocado con red y pendientes de perlas. Sin embargo, lo que más ha llamado la atención ha sido la elección de una joya: el collar de cuatro hileras de perlas japonesas de la Reina Isabel II, una pieza cargada de tradición, simbolismo y memoria familiar.
Este adiós ha marcado un hito en la historia de la realeza británica. Por primera vez desde su construcción en el siglo XIX, la catedral acogía las exequias de un miembro de la familia real. Un detalle que subraya tanto la singularidad de la ceremonia —fruto de la conversión al catolicismo de la duquesa en los años noventa— como la necesidad de cuidar al máximo cada gesto. En funerales y actos de esta envergadura, el protocolo es especialmente estricto, y en el caso de la realeza británica se observa con una precisión casi milimétrica.
El collar: un tributo cargado de historia
El collar, realizado por Garrard, joyero oficial de la corona británica, fue un regalo del gobierno japonés a la Reina Isabel II tras una visita de Estado en los años 70. Con un diseño de cuatro filas de perlas japonesas y un cierre central de diamante, se convirtió en un emblema del protocolo y del gusto refinado de la monarca. Kate Middleton ya había lucido esta pieza en momentos de gran carga simbólica: durante el funeral del príncipe Felipe en 2021 y en el adiós a la Reina Isabel II en 2022, en lo que se entendió como un doble homenaje, tanto a la soberana como al duque de Edimburgo.
El collar japonés, sin embargo, no ha estado ligado únicamente al luto. La reina Isabel II lo lució en contextos festivos, como en su visita a Bangladés en 1983 durante una fiesta de compromiso, demostrando la versatilidad de la pieza. También Lady Di recurrió a esta gargantilla de perlas en numerosas ocasiones alejadas del duelo: una de las más recordadas fue el banquete oficial ofrecido por la reina Beatriz de Holanda en 1982.
Ahora, al acudir al funeral de la duquesa de Kent, Kate repite esta elección, reforzando la idea de continuidad y respeto a la tradición familiar, pero también subrayando el simbolismo universal de las perlas en los rituales de luto real.
Perlas: un legado de elegancia y respeto
Históricamente, estas joyas han acompañado a las mujeres de la realeza en momentos de duelo. Su asociación con el luto se consolidó en tiempos de la reina Victoria, quien tras la muerte del príncipe Alberto en 1861 vistió de negro el resto de su vida y estableció un estricto código de joyería: primero azabache, después diamantes discretos y finalmente perlas. Aquella elección creó un precedente que sigue vigente hasta hoy.
Isabel II mantuvo esa costumbre: en 1952, tras la muerte de su padre, Jorge VI, la joven reina apareció junto a su madre y su abuela, la reina María, todas en luto riguroso y con perlas visibles bajo sus velos. Diana de Gales también adoptó esta tradición en momentos clave, como el funeral de Grace de Mónaco en 1982 o el de Gianni Versace en 1997, donde eligió siempre collares de perlas como signo de respeto.
Un símbolo que trasciende culturas
Además del valor histórico y familiar, las perlas poseen un simbolismo universal. En Grecia se creía que eran lágrimas de los dioses; en la India se asociaban a la luna y la sabiduría; en China, se colocaban en la boca del difunto para protegerlo en el más allá. La elección de Kate, por tanto, no solo conecta con la tradición británica, sino con una larga historia global de las perlas como emblema de respeto y pureza.
El resto del look de la duquesa de Cambridge sigue la línea de protocolo y sobriedad exigida por la ocasión. Su vestido negro impoluto, el tocado con red, los pendientes de perla a juego y el discreto maquillaje, conforman un mensaje coherente: respeto y solemnidad. Cada elemento, del vestido a los accesorios, se convierte en un código de elegancia y discreción, indispensable en funerales de este calibre y, especialmente, en ritos católicos dentro de la realeza.
Al elegir este collar histórico, Kate Middleton no solo honra a la duquesa de Kent y su legado, sino que reafirma su papel dentro de la familia real como portadora de tradición y memoria. Cada aparición en funerales y eventos solemnes viene acompañada de decisiones estilísticas cargadas de simbolismo: las perlas, el color negro y la sobriedad general no son meros detalles estéticos, sino herramientas de comunicación no verbal, que hablan de respeto, jerarquía y continuidad histórica.