La segunda temporada de Con amor, Meghan, el programa de Netflix en el que Meghan Markle abre las puertas de su cocina californiana, acaba de estrenarse y ya es objeto de conversación mundial. Más allá de las recetas de pollo asado o de las charlas improvisadas con amigos como Chrissy Teigen, el chef español José Andrés, que ha bromeado sobre su matrimonio con el príncipe Harry, o Tan France, hay un elemento que atrapa a la audiencia con la misma intensidad: el armario de Meghan.
En su faceta más relajada, entre delantales y bandejas de galletas, la exroyal, que lucha por repuntar su influencia, luce un vestuario que parece cuidadosamente diseñado para transmitir una idea: el lujo también puede ser cercano. Lo logra a través de vestidos camiseros a rayas, jerséis de cachemira, trenchs de silueta fluida o vaqueros que combina con collares discretos de diamantes. Piezas que quieren transmitir un mensaje meticulosamente estudiado, sin margen para la improvisación.
El uniforme del nuevo lujo
Los looks de la segunda temporada trazan un patrón reconocible: Meghan apuesta por firmas de cabecera como Carolina Herrera, Khaite, Dôen o Gabriela Hearst, alternando piezas atemporales —como los vestidos camiseros y los jerséis de punto fino— con guiños desenfadados en clave denim. En uno de los episodios más comentados aparece con vaqueros rectos combinados con un cárdigan ligero, un look sencillo pero impecable que refleja a la perfección el espíritu californiano que impregna el programa.
La estética de Con amor, Meghan encaja en la tendencia global que mezcla el minimalismo del lujo silencioso con un toque nostálgico: prendas sin logotipos que transmiten elegancia. Un código de estilo que resuena tanto entre mujeres de su generación como entre las más jóvenes. Esta nueva temporada recupera un favorito de Meghan: las camisas, que vuelven con fuerza y siguen siendo un elemento recurrente en su armario. También vemos cómo Meghan domina la sencillez con camisetas básicas, como la azul marino combinada con pantalón blanco. Y el estampado a rayas se convierte en protagonista en vestidos y camisas, aportando frescura y continuidad visual a sus estilismos.
Moda que acompaña la narrativa
No es casual que los episodios intercalen confesiones personales —como la anécdota del pollo asado “terrible” que cocinó la noche de la pedida de mano de Harry, o la emoción de recordar la separación de sus hijos durante el funeral de la reina Isabel— con estilismos de líneas puras y tonos neutros. La ropa acompaña el relato: transmite calma, introspección y solidez. Incluso en los momentos más relajados, Meghan recurre a vestidos de algodón y joyas discretas, reforzando la idea de que el glamour no tiene por qué ser llamativo.
El valor simbólico del armario de Meghan
Más allá del precio de su vestuario —que algunos medios ya han cifrado en cientos de miles de euros—, lo interesante es la construcción narrativa. Meghan, que ha cumplido 44 este año, ha convertido el estilo en parte esencial de su marca personal: mezcla raíces californianas (el vestido veraniego de estampado a rayas en un almuerzo en Malibu) con códigos clásicos de la realeza (el trench o el vestido camisero) y joyas con significado (el collar de Logan Hollowell Call On Your Angels).
Cada look parece pensado para situarla en un lugar muy concreto: alejada del protocolo de Buckingham, pero en sintonía con la mujer moderna, cercana y carismática que busca ser.
Meghan, icono de un nuevo 'lifestyle'
En la era en la que los documentales de celebrities son tan relevantes como las alfombras rojas, Con amor, Meghan es más que un programa de cocina: quiere ser una masterclass de moda y lifestyle. Sus recetas tal vez se olvidan rápido, pero sus looks permanecen más tiempo en la retina. En tiempos en los que la moda vive un resurgir nostálgico —con el regreso de tendencias de los 2000 y la consolidación del “lujo silencioso”—, Meghan quiere encarnar la unión de esos dos mundos: la nostalgia y la modernidad.
Meghan demuestra, una vez más, que incluso entre galletas caseras, confesiones íntimas y risas espontáneas, la moda sigue siendo su mejor herramienta de comunicación.