Bella Hadid parece haber cambiado las alfombras rojas por pícnics y los tacones de aguja por botas cowboy. Y es que, mientras otras celebran lanzamientos con fiestas multitudinarias, ella prefiere hacerlo rodeada de amigas, cócteles y dos looks que resumen a la perfección su nueva etapa. Con motivo de la presentación de Eternal Roots, la quinta fragancia de su marca Orebella, la modelo ha sacado de su armario el romanticismo griego y la estética Y2K, un regreso milimetrado a los 2000 que la generación millennial no deja de reclamar.
El primer look es un vestido en tono mantequilla de Mirror Palais. Una pieza drapeada, con pliegues que evocan a las túnicas clásicas de la Antigua Grecia, ligera y con una espalda descubierta que recuerda por qué Bella es, a día de hoy, una de las musas contemporáneas más magnéticas. El diseño La Piscine Lady, lleva tiras ajustables con borlas bordadas a mano, capaces de transformarlo en halter o strapless.
Lejos de caer en la dulzura romántica que podría sugerir la prenda, Bella lo reinterpreta con un gesto personal: lo combina con botas cowboy blancas. Una decisión que no es casual. Desde que mantiene una relación con Adan Bañuelos, su estilo se ha teñido de una pátina country, con guiños al campo, al denim y a la estética vaquera. Esa mezcla, mitología griega con rodeo texano, termina por hacer del look una declaración de intenciones: Bella nunca se entrega del todo a un registro, siempre juega en el contraste.
El segundo look es un guiño generacional. Bella Hadid lleva un top de inspiración griega, pero cortado bajo los códigos de los 2000: escote vertiginoso, pliegues estratégicos y un drapeado que cae hasta la cadera. Lo combina con unos vaqueros ligeramente acampanados y unos mocasines blancos que parecen sacados de un editorial de 2003. El resultado es un look Y2K en clave sofisticada, una forma de rescatar la nostalgia millennial que hoy arrasa en pasarelas y TikTok. En Bella, sin embargo, no hay disfraz ni literalidad: la tendencia se traduce en un lenguaje propio que respira naturalidad, casi como si abriera su armario de hace dos décadas.
Bella ha compartido este día con amigas de primer nivel, Kendall Jenner, Kylie Jenner y Hailey Bieber, que la han acompañado en este pícnic en Los Ángeles. En una de las fotos aparece junto a su madre, Yolanda Hadid, con quien mantiene una relación especialmente cercana y a la que agradeció su apoyo en esta nueva etapa empresarial. Su padre y su hermano también han estado en el evento.
La propia modelo lo ha contado en Instagram con entusiasmo: “Creo que todo Los Ángeles huele a Eternal Roots: martinis de lichi, flores de frambuesa y palo santo. Esta ha sido la mejor presentación hasta ahora”. Entre agradecimientos y confesiones, Bella ha subrayado que este nuevo perfume es un homenaje a sus “raíces eternas”, un concepto que se refleja también en la manera en que viste: el anclaje a una estética que combina memoria, referencias personales y la libertad de arriesgar.
Los dos looks no solo hablan de moda, también trazan el mapa de la Bella Hadid actual. Con la influencia de Adan Bañuelos y su nueva vida sentimental, ha incorporado elementos cowboy y country a su armario. Pero al mismo tiempo conserva ese halo romántico y casi etéreo que la hace reconocible, como si pudiera saltar de una portada de moda a un rodeo sin perder coherencia.
En la fiesta de Orebella, Bella Hadid no solo ha celebrado el lanzamiento de su nuevo perfume, ha confirmado con dos estilismos opuestos, pero complementarios, que sigue siendo una de las figuras más influyentes de la moda actual.