Confesiones de una cuidadora de perros

Cuidar a una manada de 12 perros ayuda a comprender mejor cómo funciona la psicología canina: ellos nunca te pierden de vista, y su sentimiento de pertenencia es tan profundo que cuando hacen piña nunca se separan.

Por David Navarro

Lucía Galván e Irene Guió se conocieron en el Zoo de Madrid, trabajaban cuidando y alimentando a los animales, nunca les gustó mucho ese entorno, pues consideran que los animales privados de libertad no están nunca en su mejor ambiente por muy bien que se les cuide. Fue entonces cuando se les ocurrió montar su propio negocio, Game of Dogs, una guardería de día para perros

El concepto no es muy común en España, cuando aquí pensamos en recurrir a profesionales para cuidar a nuestros perros solemos pensar en situaciones vacacionales de varios días, dejándoles vivir en una residencia. Ellas dan ese servicio (pero nunca en jaulas), pero su enfoque de negocio consiste más bien en ayudar a mejorar la calidad de vida de los perros de dueños que trabajan todo el día fuera de casa.

El COVID casi trunca su negocio

Alquilaron un local cerca del Barrio del Pilar, en Madrid, y se pusieron manos a la obra. Pero esto fue apenas dos semanas antes del confinamiento provocado por el COVID en marzo de 2020, así que su iniciativa tuvo problemas de arranque. “Durante todo el confinamiento nadie recurrió a nosotras, claro, estaban en casa con sus perros. Y luego la gente con el teletrabajo tampoco necesitó cuidadores para sus perros, se hacían compañía y no necesitaban a nadie”, nos explica Lucía.

Sin embargo, el gran problema para los dueños está llegando ahora. Después de casi dos años de teletrabajo, en plena era del COVID, las empresas están volviendo a exigir a sus empleados jornadas presenciales. Los perros se han acostumbrado durante dos años a tener a sus dueños en casa, casi permanentemente, y ahora ven cómo sus rutinas cambian, y les echan de menos. 

“Muchos dueños ahora se niegan a que sus perros estén solos todo el día, quieren que sigan disfrutando de compañía permanentemente, porque son conscientes de que pasar todo el día solos, durante toda la semana, es una vida muy distinta a la que se habían acostumbrado”, explica Lucía, que reconoce que vivir solos aporta menos calidad de vida a los perros.

Por otro lado, Irene y Lucía han identificado que ha aumentado el número de personas que optaron por tener perros (y otras mascotas) durante el confinamiento, y que ahora se ven desbordados. “Antes de tener perro hay que informarse bien, y considerar qué implica tenerlo. Tras el fin de las restricciones de finales de 2020 y principios de 2021 se superaron en España los records de abandono de perros y de devoluciones a protectoras.

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La gran manada que requiere presentaciones

Ahora la guardería de perros de Lucía e Irene es un negocio que funciona plenamente, las dos socias de 27 años se ocupan de cada perro como si fuera un miembro más de su familia. Antes de que llegue un can nuevo a convivir con los demás deben hacerle dos presentaciones. "Es muy importante que los perros se lleven bien. La primera presentación al grupo se hace en el parque, y si el nuevo can se lleva bien con los demás, se hace otra presentación en el local. Conseguir que el grupo esté equilibrado y que no existan perros que rompan esa estabilidad es muy importante.

Esta Navidad y Nochevieja han sido para Irene y Lucía las mejores de su vida, ellas relatan que pasaron estas fiestas con 12 perros. “Lo normal en Navidad es acabar discutiendo con la familia, quién más quién menos acaba viviendo estas situaciones, sin embargo nosotras pasamos las fiestas en manada, con nuestra familia de 12 perros. Todos nos daban cariño, y después a dormir repartidos por el local” explica Lucía, pues se trata de una guardería sin jaulas sin división de espacio.

Además, en el grupo hay 2 patos. “Los rescatamos y son dos miembros más de la manada, aunque dan más trabajo que el resto de perros, porque son muy sucios. La gente cree que los perros se van a comer a los patos, pero si se les hace una buena presentación no hay problema. Estos patos, además, están acostumbrados a vivir entre perros, así que siempre están tranquilos, se dejan oler por los perros nuevos, y acaban echando la siesta todos juntos”, explica Lucía. Cuando un perro nuevo llega al grupo al principio duda al ver a los patos, pero como los canes son animales de imitación, cuando ven que los demás perros les respetan, los nuevos también lo hacen.

Durante las Navidades ocurrió que el sentimiento de imitación y cohesión de la manada ayudó a que todos los perros se tranquilizaran cuando hubo fuegos artificiales y petardos. Los más miedosos observaban a los perros que resisten mejor, y sacaban valor para afrontarlo. Al final, en vez de tener 12 perros enfurecidos y desestabilizados por los petardos, simplemente había una manada apoyándose, ese es el “milagro” de la socialidad de los canes, que convierten algo que individualmente puede ser un drama, en una experiencia a superar. “Es como una terapia de grupo, la manada siempre tira de ellos hacia delante”, explica Lucía.

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Consejos de expertas

Si tu perro te destroza la casa cuando no estás o ladra, lo más importante es escucharle. “Los seres humanos somos muy verbales, todo lo expresamos con la palabra y creemos que el perro puede comprenderlo así, sin embargo los perros basan toda su comunicación en la observación, si observamos a nuestro perro le entenderemos mejor”, comenta Lucía.

Los perros siempre actúan por un motivo y, según Lucía, si deja de morder las cosas porque le reprendemos, no va a dejar de tener el problema de base y acabará haciendo otra travesura similar. La mayoría de las veces el único problema que tienen es simplemente el aburrimiento, sentirse desligados de su manada (de la familia o simplemente de su dueño, por pasar mucho tiempo solo). “Si dedicáramos a observarles solo un 10% del tiempo que ellos dedican a intentar comprendernos, tendríamos casi todo el trabajo hecho”.

Esta observación también se ve cuando los perros pasean por la calle. “Nunca pierden de vista a los demás, sean otros perros o a su dueño”. A veces tenemos miedo de soltar a nuestro perro sin correa, por miedo a perderle de vista, sin embargo es un instinto muy fuerte para ellos el de no perder al grupo. Esto lo conocen bien Lucía e Irene. “Nosotras tratamos de no llevarles con correa, van todos libres, les soltamos por la Dehesa de la Villa o el Pardo en días que sabemos que no hay niños ni implican una molestia, cuando tenemos todo el parque para nosotras, y jamás se nos ha perdido un perro, porque todos tienen claro que van juntos, que son un boque, y jamás se pierden de vista unos a otros”, recuerda Lucía.

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