Para Johanna Von Müller Klingspor, la Navidad no se mide en días, sino gramos de mantequilla y azúcar. La fundadora de Coolinaria Catering, Velázquez 17 y de la idílica Terraza del Campo del Moro, lleva en su ADN una herencia dual mitad austriaca, mitad venezolana que define su forma de entender la cocina.
Hoy, Johanna nos abre las puertas de su cocina para mostrarnos su ritual más especial: la creación de un árbol de Navidad comestible. No se trata de un postre cualquiera, sino de una estructura formada por diferentes pisos de galletas de mantequilla, cada una cortada en forma de estrella. Para dar forma a las galletas, utiliza los mismos moldes que compartía con su madre; un legado que ahora comparte ella con su hija.
La empresaria empezó a hacerlo con su madre cuando tenía “siete u ocho años”. En su casa convivían dos orígenes: madre caribeña y padre alpino y, con ellos, dos maneras de celebrar. Al casarse, su madre adoptó muchas costumbres de Austria y una, en particular, se volvió imprescindible: la de hacer galletas en estas fiestas. “No unas pocas, sino muchas”. Porque allí lo habitual es preparar grandes cantidades y regalarlas a familiares y amigos.
Más que un simple gesto decorativo, preparar la masa y apilar las cookies es, en palabras de la propia empresaria, toda una declaración de intenciones. “Regalar galletas es regalar tiempo”, afirma Johanna. Para ella, el valor no está solo en el resultado final, sino en el proceso invisible, el ritmo de hacer la mezcla, el calor exacto del horno y la espera compartida. Como ella misma dice, "se trata de amor, paciencia y dedicación convertidos en algo tangible"
Todo empieza con el amasado y el corte de las piezas utilizando moldes de estrellas de diversos tamaños, que se convertirán en los niveles de esta estructura.
El secreto de la estabilidad, está en la repetición: para asegurar que el arbolito gane la altura y rigidez necesarias, es fundamental hornear dos dulces por cada tamaño. Una vez listas, llega el momento de unirlas con el "pegamento": una mezcla de azúcar y agua que se aplica estrella a estrella.
Cada año decoran su arbolito diferente: a veces con glasa, otras con pequeños toques de color. Y durante varios días, el arbolito presidía la casa como si fuera un centro de mesa comestible, bajo la mirada inquieta de los niños. Johanna se ríe al recordarlo: era imposible resistirse a “robar algún trocito”. Y, al final, siempre acababa pasando.
Hoy esa misma tradición sigue viva, pero con un giro precioso: Johanna la ha heredado con su hija, Arianna, y lo hace con los mismos moldes que usaba con su madre. Moldes de muchos años, y precisamente por eso cargados de significado. “Con Arianna no hay Navidad sin arbolito de galletas”, afirma.
La receta
Ingredientes para las galletas
- 250 g de mantequilla
- 200 g de azúcar
- 1 cucharadita de esencia vainilla
- 1 cucharadita de sal
- 1 huevo
- 350 g de harina (3 tazas aprox.)
Elaboración
- Batir la mantequilla con el azúcar hasta obtener una mezcla cremosa.
- Añadir la vainilla, la sal y el huevo, e integrar bien.
- Incorporar la harina poco a poco hasta obtener una masa homogénea.
- Estirar la masa y cortar las galletas con moldes de estrella de distintos tamaños, recordando hacer dos de cada tamaño.
- Hornear cada galleta durante 12 minutos a 150 °C.
- Dejar enfriar completamente antes de montar el arbolito.
Para pegar y decorar:
- 2 tazas de azúcar glas
- 2 cucharaditas de agua (aprox.)
"Mezclar el azúcar glas con el agua muy poco a poco, casi gota a gota, hasta conseguir una textura cremosa y espesa. Este punto es clave: si la mezcla queda demasiado líquida, no hay vuelta atrás. Esta crema sirve tanto para pegar las galletas entre sí como para decorar el arbolito al final"







