,type=downsize)
Hay velas y luego están las de Baobab Collection. Quien haya encendido alguna vez una de estas piezas entenderá que hablamos de algo más que un simple gesto decorativo: hablamos de una experiencia sensorial que despierta recuerdos, evoca lugares lejanos y transforma el ambiente. Con una estética inconfundible y una historia impregnada de raíces africanas. Hemos tenido el lujo –y nunca mejor dicho– de entrevistar a Corinne Bensahel, directora creativa de la firma belga, para hablar con ella de perfumes, de belleza, de mujeres, de raíces, pero también del poder de los objetos cuando se crean con intención. Porque sí, como ella misma dice, “nadie necesita una vela de lujo, pero si vas a comprarla, que sea con intención”.
Velas que cuentan historias, fragancias que te transportan, diseños que marcan una diferencia real. Baobab Collection no solo ha conquistado a quienes buscan un objeto de lujo. Ha enamorado a quienes entienden el lujo como un puente entre arte, emoción y compromiso. Y Corinne Bensahel es, sin duda, el alma de ese puente.
© Baobab Collection—¿Cómo ha sido tu recorrido profesional hasta llegar a Baobab Collection?
—Tengo una trayectoria muy inusual. Estudié Economía cuando quería hacer arte o arquitectura... incluso reprobé el examen de ciencias políticas. Después de trabajar en la bolsa, al tener a mi hija entré en el mundo del diseño con ropa infantil en Souleiado. A los 28 me mudé a EE.UU., viví allí 15 años, crié a mis hijos y descubrí el mundo filantrópico. Al divorciarme volví a París, empecé una nueva carrera como asesora de marcas de lujo, y así conocí a Alain Lahy. En 2015 entré en el capital de la empresa con la misión de posicionar la marca.
© Baobab Collection«Soy una vendedora de sueños»
—¿Cuál es tu principal responsabilidad como directora artística de la firma?
—La responsabilidad es diseñar productos que se vendan, pero no desde el resultado, sino desde el amor al diseño. El amor al proceso creativo. Es justo lo que hago, pongo mi corazón y mi cultura artística inspirada en viajes. Soy una vendedora de sueños. A través de diseños y perfumes te llevo a soñar con destinos... reales o de ficción. Y a veces hay una delgada línea y la ficción se puede convertir en realidad.
—Al llegar a la marca, sentiste una desconexión entre su nombre africano y los productos. ¿Cómo reescribiste esa narrativa?
—Para reescribir la historia y conectarla con el nombre de la marca, lo primero que hice fue ir a Madagascar a conocer los árboles. Fue muy mágico. Conocí a una mujer experta en rafia y creamos una cooperativa de mujeres. Todo cobraba sentido, todo fluía. Pude crear un nuevo estilo de producto con una firma. Luego creo que transferí mi forma de vida nómada a la marca.
—¿Cómo te aseguras de que las raíces africanas estén presentes en las colecciones?
—La rafia se explica por sí misma. Para otras colecciones necesitamos hacer más vídeos para explicarlo. Luego está la colección ‘Mujer’, que apoya la investigación del cáncer de mama. Mi madre murió de cáncer, así que es 100% real.
—Baobab se define como una experiencia sensorial que cuenta historias. ¿Puedes darnos un ejemplo concreto?
—Los perfumes de la colección de rafia son siempre los mismos, con esencias de la isla como ylang ylang y vetiver. Cierro los ojos y puedo estar allí. Todos los perfumes que diseñé provienen de mis propias experiencias, a menudo de mi infancia.
—Has definido a Baobab como una marca nómada. ¿Cómo logras mantener una identidad coherente?
—A veces parece ‘extraño’ pasar de África a la Costa Azul... pero con esta estrategia nómada, al final, ¿a quién le importa? Todo depende de cómo lo diseñes. En mi mente siempre hay una línea roja: el deseo de transmisión.
© Baobab Collection«Adoro 'Juego de Tronos'. Las exposiciones de arte alimentan mi alma»
—Cada colección nace de un universo propio. ¿Cuál es tu proceso creativo?
—Es difícil de explicar... Me despierto con una idea, ya sea un deseo, una energía profunda. Para la próxima colección, mis inspiraciones son medievales y góticas. Adoro Juego de Tronos y quería crear objetos elegantes que encajaran con castillos, casas grandes y una decoración clásica con un toque diferente. También fue muy divertido porque leí un artículo sobre el movimiento ‘chateaucore’ para el próximo invierno y pensé: perfecto para nosotros. Las exposiciones de arte alimentan mi alma.
—¿Cómo desarrollas los aromas únicos para cada colección y qué papel juegan en la definición de ese universo?
—Un perfume es memoria. Miras en tu interior o imaginas un ambiente. Todo viene de las palabras. Así que, para crear un perfume, primero escribo y envío el brief a nuestros perfumistas, que traducen mis palabras. Y exactamente, como en la literatura, puedes tener la misma historia, pero la traducción también es relativa. No estoy en el mundo de chatGPT, amo a los humanos y sus traducciones. Crear adicción puede ser malinterpretado, pero todos somos adictos a algo: teléfonos, WhatsApp, Instagram… Prefiero crear perfumes que iPhones, aunque considero a Steve Jobs un genio.
© Baobab Collection—Has colaborado con artistas y referencias culturales muy específicas. ¿Cómo escoges esos vínculos?
—Fue arriesgado poner la imagen de la Koutoubia en una vela, pero estaba enamorada de las fotos de Serge Anton. El arte está por encima de todo. Con la colección orientalista puse todo mi amor por Marruecos, un país donde todas las religiones coexisten.
—Convencida de que el lujo debe tener impacto, has vinculado Baobab Collection a causas sociales. ¿Podrías contarnos más sobre esto?
—Sí, estoy convencida de que las marcas de lujo pueden tener un gran impacto si sus acciones no son “herramientas de marketing”. Empezamos en 2016 con la cooperativa de mujeres en Madagascar. En 2018, con la asociación contra el cáncer de mama. Desde 2022, plantamos árboles de baobab en Costa de Marfil. Y en 2024, tras el terremoto en Marruecos, colaboramos con Action Village para poner bloques sanitarios en escuelas. Quiero apoyar la educación tanto como pueda. Yo voy allí, sobre el terreno. Sin bla-bla, solo acciones.
© Baobab Collection—Has dicho: “Nadie necesita una vela de lujo, pero si vas a comprarla, que sea con intención”. ¿Cómo transmites ese consumo consciente?
—Buena pregunta. Es difícil comunicarlo al cliente final, pero capacitamos a nuestros equipos de ventas en nuestras propias tiendas. A veces un objeto lleva algo invisible, una energía distinta. Y esa energía también crea deseo.
—Después de diez años en Baobab Collection, ¿qué significa para ti "evolucionar con conciencia y generosidad" en el contexto de tu rol y el futuro de la marca?
—No sé cuál es mi futuro en la marca, solo soy la directora artística. Pero sé que necesito trabajar con personas que tengan visión y a quienes admire. Si Baobab se convierte en el ‘Hermès’ de las velas, habremos hecho un gran trabajo. Y déjame compartir un secreto, tengo un nuevo proyecto que espero poder lanzar en 2026… si me visitas en Cadaqués, te lo contaré.
