Hay decisiones que pueden cambiar el rumbo de tu vida, y eso es precisamente lo que le ocurrió a esta profesional —que tenía una exitosa trayectoria en ventas y comunicación— cuando decidió dar el salto al emprendimiento. A los 38 años, y con una visión clara, se atrevió a tomar un camino diferente, y encontró en McDonald’s un modelo alineado con sus valores que le ofrecía lo mejor de dos mundos: respaldo y libertad para crecer.
Carmen Beotas López es franquiciada de McDonald’s en la calle Magallanes, 1, en el corazón madrileño del barrio de Chamberí. Con más de 13 años de experiencia en ventas y comunicación, Carmen ha encontrado en el modelo de franquicia una forma de explorar su espíritu emprendedor y construir un espacio en el que tanto clientes como trabajadores se sientan como en casa. Carmen nos abre las puertas de su restaurante y mientras nos comparte cómo fue dar el salto, qué ha aprendido sobre liderazgo y gestión de equipos y por qué esta etapa se ha convertido que una historia inspiradora para otras mujeres.
—A lo largo de tu carrera has sabido adaptarte y evolucionar. ¿Qué te ha enseñado cada etapa sobre el éxito y la resiliencia? ¿Dónde te encuentras ahora?
—Siempre intento tener presente que nunca se deja de crecer. Hay días en los que aun teniéndolo todo “bajo control”, puede surgir cualquier imprevisto. Los equipos y sus necesidades cambian tan rápido que prácticamente lo que hacías ayer ya está obsoleto. Por ello, hay que mantenerse fiel a una misma, hacer siempre las cosas bien y, sobre todo, afrontar las cosas con actitud. Hoy en día, la clave está en adaptarse. Me encuentro en una posición donde disfruto del impacto positivo de mi trabajo, liderando con visión un equipo fantástico que da lo mejor de sí mismo y con la certeza de que siempre hay espacio para crecer. Estoy emocionada por descubrir hasta dónde puedo llegar.
—Antes de convertirte en franquiciada de McDonald’s tenías una trayectoria consolidada en ventas y comunicación. ¿En qué momento decidiste dar el salto al emprendimiento y qué te motivó a hacerlo?
—Una vez que te das cuenta de que tienes cierto recorrido en el mundo profesional y ya sabes qué es lo que quieres, te planteas: “Bueno, y, ahora ¿qué?”. Mi respuesta fue que era el momento de tomar las riendas. Quería liderar un negocio de éxito, dinámico, pero sin olvidar que tengo familia, amigos... Para mí, a los 38 años fue un buen momento para pararme, reflexionar, y coger carrerilla en mi carrera profesional con convicción, firmeza, y, sobre todo, especial ilusión. McDonald’s me ofreció la combinación perfecta entre independencia y respaldo. El emprendimiento es apasionante, y cuando encuentras un modelo alineado a tus valores y tienes determinación, el camino se convierte en una gran oportunidad para alcanzar tu sueño. El mío ya es una realidad, y se encuentra en la calle Magallanes, 1.
—Ser franquiciada implica mucha responsabilidad. Como madre y empresaria, ¿cómo defines el equilibrio entre tu vida personal y profesional?
—El equilibrio personal y profesional hay que construirlo y cuidarlo. Para mí, la clave está en la organización, en rodearme de un equipo en el que confío plenamente y en aprender a delegar en ellos. Por supuesto, mi familia es fundamental y McDonald’s te permite conciliar para tener tiempo de calidad real con ellos. Lo principal es dar lo mejor de mí en cada espacio, con presencia activa y compromiso. Esto es una lección muy valiosa que hay que interiorizar cuando empiezas un proyecto de este calibre, y McDonald’s te lo pone fácil.
—¿Qué te atrajo del modelo de franquicias de McDonald’s? ¿Qué fue lo que te hizo pensar: “este es el camino que quiero seguir”?
—Desde el primer momento vi en McDonald’s una oportunidad única: un modelo exitoso y fiable, con una trayectoria amplísima y con valores que comparto al 100%. Lo que me convenció a dar ese primer paso fue la combinación entre acompañamiento y conciliación. Sabía que podía liderar mi propio negocio con el respaldo de una compañía global, pero con un impacto muy local.
—Si te acompañamos en un día típico en tu restaurante, ¿cómo sería? ¿Qué momentos del día disfrutas más? ¿Cuál es tu rincón favorito?
—Lo más típico de mis días es que ninguno sea “típico”, porque cada jornada es una aventura diferente, no te aburres nunca. En general, mi día empieza temprano para asegurarme de que todo funciona perfectamente. A partir de aquí, ayudo en el salón del restaurante, ¡el contacto directo con el cliente me apasiona! Charlo con el equipo, compartimos ideas, me reúno con todo tipo de organizaciones del barrio, compruebo que las gestiones con los proveedores estén en orden… También hay muchos días en los que tenemos formaciones, que son imprescindibles para crecer profesionalmente y para garantizar el mejor servicio a nuestros clientes y al equipo.
Y mi rincón favorito... ¡qué complicado! Ahora en primavera, es, definitivamente, en la terraza tomándome el primer café del día dándome el sol, ¡es un privilegio!
«Cuando las personas se sienten parte de algo grande, dan lo mejor de sí mismas»
—Llevar un equipo en un entorno tan dinámico como un restaurante requiere habilidades especiales. ¿Cómo defines tu estilo de liderazgo? ¿Qué valores intentas transmitir a tu equipo?
—Creo en un liderazgo cercano y también considero importante marcar unas expectativas, límites y prioridades claras desde el minuto uno. Esto es fundamental para que el equipo funcione con energía y motivación. Por supuesto, escuchar, confiar y dar autonomía me parece imprescindible. Creo que una parte muy importante del éxito del buen liderazgo es generar confianza. Todo el mundo sabe que puede contar conmigo y que puedo echar una mano cuando se necesite. Me gusta formar equipos sólidos donde todos se sientan valorados y motivados. Cuando las personas se sienten parte de algo grande como lo que estamos haciendo, y comparten esa filosofía, dan lo mejor de sí mismas, porque creen en lo que hacen.
—McDonald’s está impulsando el liderazgo femenino en sus franquicias. Desde tu experiencia, ¿qué le dirías a una mujer que está considerando emprender, pero aún tiene dudas?
—Le diría que no dude en emprender con McDonald’s y que presente su candidatura. ¡Recuerdo cuando rellené el formulario! Las dudas pueden ser normales, pero lo que no pueden ser es un freno. Hace falta determinación y confianza en un modelo que ofrece todas las garantías para formarte y gestionar con éxito tu negocio. Desde aquí animo a las mujeres emprendedoras a que lo hagan. Y por supuesto, que vengan a verme y les cuento encantada.
Estoy orgullosísima de haber dado este paso. Tomaría la misma decisión un millón de veces. Formar parte de McDonald’s me ha permitido crecer como mujer, como madre y como empresaria, en una compañía que apuesta de verdad por el talento y liderazgo femenino.
—Tu restaurante no solo es un negocio, sino un punto de encuentro en el barrio. ¿Cómo sientes que tu restaurante aporta a la comunidad y qué valoras más de esa conexión con el entorno?
—Esa es quizá la parte que más me entusiasma de ser franquiciada, la de tener en mi mano la posibilidad de impactar positivamente en la comunidad. Para mí, los vecinos de Chamberí son una prioridad. Quiero que encuentren en McDonald’s un lugar donde pasar buenos momentos, donde reunirse con familias y amigos en el barrio. Trabajo para que nuestro McDonald’s de Magallanes se convierta en un lugar de referencia y emblemático del barrio. Es una maravilla ver que, en tan solo 5 meses, ya tenemos caras conocidas entre los clientes. Eso y ver contento al equipo es una de mis mayores recompensas.
«Estoy orgullosísima de haber dado este paso. Tomaría la misma decisión un millón de veces.»