Psicología

Qué dice la psicología de las personas a las que les gusta estar solas


Siempre que la soledad sea deseada, estas personas comparten una característica común


Mujer con gorro rojo en el campo respirando© Getty Images
30 de diciembre de 2025 - 18:00 CET

Cuando hablamos de soledad, siempre pensamos en la no deseada. Esa que puede llevarnos hasta a enfermar. Sin embargo, este 'aislamiento' no siempre es negativo. De hecho, hay personas que disfrutan genuinamente de estar solas, incluso en fechas que socialmente se asocian a compartir, como la Navidad, la Nochevieja, los fines de semana o las vacaciones. Para ellas, disfrutar de estar solo no es sinónimo de timidez, aislamiento ni falta de habilidades sociales. En muchos casos, es justo lo contrario: una forma distinta de procesar la realidad. Así lo explicaba recientemente el empresario e influencer Jaime Higuera, fundador de E-com Growth Partners, en uno de sus reels.

No se trata de huir de las personas, sino de cómo responde el cerebro a los estímulos y de una capacidad que tiene el cerebro: la cognición introspectiva, según indica Jaime Higuera. Además, se trata de una característica común en las personas muy inteligentes

Qué es exactamente la cognición introspectiva

La cognición introspectiva describe un tipo de funcionamiento mental en el que el cerebro obtiene más recompensa cuando se orienta hacia el pensamiento profundo, la reflexión, la resolución de problemas y el trabajo sostenido, que cuando participa en interacción social constante.

Desde el punto de vista neuropsicológico, la clave está en la dopamina. Mientras que la mayoría de las personas experimenta un aumento de este neurotransmisor a través de la conexión social, las personas que experimentan placer con esta conexión interior obtienen esa misma recompensa al concentrarse, analizar patrones, enfrentarse a retos complejos o trabajar sin interrupciones.

Por eso, una sala llena de gente puede resultarles mentalmente agotadora, mientras que una pregunta difícil o un proyecto exigente actúan como un estímulo profundamente motivador.

mujer haciendo senderismo en el bosque© Getty Images

No son personas insociables

Tal y como señalaba Jaime Higuera, estas personas a las que les gusta estar solas y disfrutan del pensamiento introspectivo, no evitan a los demás: protegen su foco. Y es que su sistema nervioso no está diseñado para tolerar bien la fragmentación constante de la atención. El exceso de estímulos —conversaciones superficiales, notificaciones, interrupciones— se vive como ruido.

En cambio, el silencio, la soledad elegida y los entornos con pocas distracciones permiten que el cerebro funcione en su punto óptimo. De ahí que muchas personas con este perfil puedan sentirse drenadas tras varias horas sociales, pero plenamente activas trabajando solas de madrugada en algo que les importa. 

Las relaciones de estas personas son pocas, pero muy significativas

Las relaciones de las personas a las que les gusta estar solas también suelen tener un rasgo común: son pocas, pero intensas y significativas. No necesitan una red social amplia para sentirse conectadas; les basta con saber que pueden compartir una conversación estimulante con alguien que entienda su forma de pensar. La afinidad intelectual se convierte así en un elemento clave del vínculo.

Por eso, las conversaciones superficiales, repetitivas o centradas en lo trivial suelen resultar mentalmente agotadoras. No aportan estimulación cognitiva ni emocional y generan una sensación de desgaste más que de cercanía. En cambio, los intercambios que implican reflexión, curiosidad, pensamiento crítico o creatividad actúan como un auténtico motor mental. Hablar de ideas, contrastar puntos de vista, explorar preguntas complejas o compartir procesos de aprendizaje produce una sensación de energía y expansión.

Pensar hacia dentro es útil cuando conduce a comprensión y ajuste; deja de serlo cuando se convierte en bucle.

Mujer escribiendo en su diario© Getty Images/Cavan Images RF

Cómo trabajar el pensamiento introspectivo

La cognición introspectiva es una habililidad que se puede entrenar. Estas son algunas de las claves para desarrollarla: 

Crear espacios reales de silencio

El pensamiento introspectivo necesita ausencia de ruido, no solo externo, también mental. Reservar momentos sin estímulos —sin móvil, sin música, sin interrupciones— permite que la mente baje el ritmo y empiece a procesar con más profundidad. No se trata de largas horas, sino de constancia: diez o quince minutos diarios pueden marcar la diferencia.

Escribir para ordenar la mente

La escritura reflexiva es una de las herramientas más eficaces. Poner por escrito lo que piensas obliga a estructurar ideas, a detectar contradicciones y a dar nombre a emociones difusas. No hace falta escribir bien ni bonito: basta con escribir con honestidad, sin censura. Muchas personas descubren lo que realmente les pasa mientras lo escriben.

Aprender a hacerte buenas preguntas

El pensamiento introspectivo no avanza con reproches, sino con preguntas claras. En lugar de “¿por qué soy así?”, funciona mejor “¿qué necesito ahora?” o “¿qué me está enseñando esta situación?”. Las preguntas abiertas, concretas y orientadas a la comprensión favorecen una introspección productiva y no rumiativa.

Reducir la hiperestimulación

Si la mente está saturada de información, no puede profundizar. Limitar el consumo constante de redes, noticias o mensajes ayuda a recuperar capacidad de reflexión. La introspección necesita espacios de vacío, porque solo ahí emergen ideas propias y no reacciones automáticas a lo externo.

Practicar la atención plena

La introspección sana se apoya en la capacidad de observar sin juzgar. Técnicas como la respiración consciente o la meditación ayudan a notar pensamientos y emociones sin quedar atrapado en ellos. No se trata de controlarlos, sino de mirarlos con distancia, lo que aporta claridad.

mujer joven meditando, sentada en el sofá© Getty Images

Diferenciar introspección de rumiación

Pensar hacia dentro es útil cuando conduce a comprensión y ajuste; deja de serlo cuando se convierte en bucle. Si notas que siempre llegas al mismo punto sin avanzar, conviene cambiar de herramienta: escribir, hablar con alguien de confianza o tomar una decisión concreta. La introspección debe servir para actuar mejor, no para paralizar.

Integrar la reflexión en la vida cotidiana

No hace falta retirarse para pensar. Caminar solo, ducharte sin prisas o hacer una tarea repetitiva sin distracciones son momentos ideales para reflexionar. Muchas ideas claras aparecen cuando el cuerpo está ocupado y la mente tiene espacio.

Aceptar lo que aparece

Trabajar el pensamiento introspectivo implica tolerar incomodidad. A veces surgen dudas, miedos o contradicciones. No es una señal de que lo estés haciendo mal, sino de que estás yendo a fondo. La clave está en no huir ni dramatizar, sino observar y comprender.

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