'Coaching'

'Mindful Eating': así te define tu relación con la comida

“Tu relación con la comida habla de ti” es un libro que nos ayuda a reconocer el hambre emocional y a superarlo desde una perspectiva natural y energética.

Por Cristina Soria

Que comemos por una necesidad biológica es algo que ya conocemos. Comemos para vivir, y cuanto más saludable sea nuestra alimentación mejor nos sentiremos física y anímicamente. 

La sensación de hambre es el principal indicador de que necesitamos ingerir comida para que nuestro cuerpo siga funcionando, es un impulso instintivo pero esta sensación puede no corresponderse con la necesidad vital de alimentarnos. 

En ocasiones comemos sin tener hambre real, movidos por un impulso que tiene su origen en nuestras emociones y conflictos anímicos y que se denomina “hambre emocional”. Este tipo de hambre responde a una carencia interna que se relaciona con estados emocionales como la tristeza, el estrés, la depresión o el aburrimiento.

La editorial Sirio acaba de publicar “Tu relación con la comida habla de ti”, un libro que aborda el tema del hambre emocional y busca afrontarlo desde una perspectiva tan novedosa como interesante: el mindful eating, o comer de forma consciente. Su autora, Sumati, es una coach nutricional que se ha especializado en la gestión del hambre emocional a través del mindful eating, aplicando su amplia experiencia en alimentación saludable, en el yoga y en la meditación. El resultado de su trabajo, centrado especialmente en las mujeres, es un método con un enfoque holístico que nos permita alcanzar un peso saludable.

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Una buena alimentación que huye de las dietas

Es un hecho objetivo, más del 90% de las personas que realizan una dieta acaban recuperando más kilos de los que perdieron. Según la autora, el fracos de debe, entre otros motivos a la obligación de ingerir determinados alimentos y de prohibirnos otros sin atender a nuestras necesidades reales. Sumati aclara que “la práctica del mindful eating ayuda a reducir los atracones, a ingerir la cantidad de comida para tener energía y vitalidad, a elegir alimentos que son útiles en el día a día y a reducir la sensación de culpabilidad”.

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La meditación aplicada a la ingesta de alimentos es objeto de diferentes estudios científicos interesados en comprobar el poder de esta herramienta para distinguir el hambre real del hambre emocional porque, según Sumati, “solo cuando sentimos hambre física es cuando el organismo está preparado para comer y hacer correctamente la digestión. En cambio, el hambre emocional es, a menudo, un síntoma de algo que tiene poco que ver con la comida”.

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El mindful eating se basa en la atención que prestamos, de manera voluntaria, a los alimentos que ingerimos. Al hacerlo, hemos de tratar de crear una relación sana con la comida evitando dejarnos llevar por cualquier pensamiento o emoción desagradables. De esta manera podemos evitar los atracones, elegir los alimentos que de verdad necesitamos en el día a día, ingerir la cantidad de comida que necesitamos realmente para llenarnos de vitalidad y energía y, muy importante, evitar la sensación de culpabilidad.
Cómo reconocer el hambre emocional

En este libro la autora nos ofrece una una guía que nos ayude a distinguir los tipos de hambre que hay y, en concreto, los dos en los que distingue el hambre emocional. Por un lado está el hambre motivado por el falso placer, que es el se produce cuando queremos ofrecerle a nuestro cuerpo un disfrute a corto plazo; y por el otro el hambre cuya motivación es la ignorancia, y que aparece cuando algo nos disgusta de nuestra vida y queremos taparlo con la comida.

Sumati ofrece claves que nos permiten reconocer el hambre emocional para distinguirlo del real: ante la duda de si tenemos hambre o no, la respuesta es que no tenemos hambre física; el hambre física suele aparecer de manera gradual, mientras que el hambre emocional aparece de repente; con el hambre emocional no hay más opciones que comer, y podemos seguir haciéndolo a pesar de sentirnos saciadas; y, por último, que tras comer por hambre emocional lo más normal es que nos sintamos culpables.

Para la autora no hay motivos para rendirse en el camino de alcanzar una alimentación sana y coherente con nuestro organismo y nuestra mente, porque “si existen los atracones y el hambre emocional es porque podemos superarlos, porque somos mucho más que ese instinto que nos controla. Solo necesitamos saber el porqué y el para qué de su existencia para saber el porqué y el para qué de la nuestra”.

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