Con el calor afloran las enfermedades del aparato digestivo, así puedes combatirlas

Cuando llega el buen tiempo hacemos más vida fuera, comemos en la piscina, la playa o la montaña, y si no tenemos la debidas precauciones con los alimentos podemos tener serios problemas de salud.

Por Cristina Soria

La temperatura lo es todo a la hora de combatir las infecciones, virus y bacterias que esconden algunos alimentos. Cuando el calor empieza a apretar y la primavera va dando paso poco a poco al verano estamos ante un momento clave para que afloren enfermedades del aparato digestivo, fruto de no haber conservado los alimentos en su justa temperatura y la proliferación de bacterias propias de esta época.

Además, desde la primavera cada vez es más común que los alimentos salgan de casa y que hagamos meriendas en el césped, en la piscina o en la playa. Y es también en estos trayectos donde los alimentos pueden carecer de las garantías suficientes para que no se escondan entre sus capas un virus o bacteria.

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Una diarrea puede acabar siendo salmonelosis

Si nos referimos a intoxicaciones alimentarias relacionadas con la altas temperaturas, la más evidente es la salmonelosis, que está producida por una bacteria que aflora cuando la refrigeración no es la adecuada. Es entonces cuando se reproduce a gran velocidad y puede ser realmente peligrosa. La única forma de cerciorarnos de que la bacteria se erradica de nuestros alimentos es cocinarlos adecuadamente, pues las temperaturas intermedias favorecen su reproducción y las altas acaban con ella.

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El olfato no es un sentido que solo sirva para darnos el placer de oler aquellos alimentos que nos agradan, sino que su principal función es alertarnos de que algo sobre lo que podemos estar a punto de hincar el diente podría no estar en buen estado. Los alimentos malogrados por el calor suelen tener mal olor, pero, sin embargo, los que están afectados por la salmonelosis no, pues al ser una cuestión bacteriana no implica que estén en descomposición.

Una vez ingeridos los alimentos contaminados, los síntomas iniciales son diarrea y vómitos, y después llegan cuadros de fiebres que pueden acabar siendo muy preocupantes. Sin embargo, el proceso de desarrollo de la bacteria salmonella hace que entre la ingesta del alimento en mal estado y los síntomas puedan llegar a pasar hasta tres días, por lo que en ocasiones no es tan evidente detectar qué alimento nos produjo esta enfermedad.

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Gastroenteritis

Aunque todos hemos pasado alguna vez (o varias) en nuestras vidas por la gastroenteritis, es muy probable que no sepas claramente en qué consiste. Se trata de una inflamación del tacto gastrointestinal, y también está provocado por la presencia de agentes patógenos en tu alimentación: virus o bacterias.

La bacteria que produce gastroenteritis más famosa es la Escharichia Coli (llamada “E Coli), que aflora en la carne y que podemos consumir cuando no la cocinamos adecuadamente y la ingerimos algo cruda, o sin ningún tipo de proceso de cocción o maceración. También está en los huevos o en el marisco. Cuando las temperaturas ascienden, los parásitos se multiplican a mayor velocidad y con mucha facilidad. Por eso pueden aparecer tanto en alimentos como en el agua, y producir diarreas, dolor abdominal y vómitos.

Precauciones a tener en cuenta

Cocina muy bien todo lo que vayas a consumir. Si en épocas frías puedes permitirte tomar un filete sangriento, en verano es mucho menos recomendable. Ten en cuenta que las mayonesas caseras y las tortillas son una fuente muy peligrosa de salmonelosis, así que, aunque no es necesario dejar de consumirlas, no extiendas el tiempo en el que las reservas en la nevera ni las saques de casa. Come lo que te apetezca en el mismo día, y desecha lo que sobre.

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Vigila la cadena de frío, saca de la nevera solo los alimentos que vayas a consumir, y si has iniciado la descongelación de un alimento y quieres cambiar de opinión y volver a congelarlo, ten en cuenta que este proceso no tiene fácil vuelta atrás, y que más vale que lo utilices hoy antes de exponerte a fomentar la reproducción de virus y bacterias gastrointestinales.

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