Cocinar puede ayudar a mejorar tu concentración

La cocina es todo un arte que, como tal, te invita a experimentar numerosas sensaciones diferentes, a la vez que te ayuda a desarrollar capacidades necesarias para el día a día.

Por Cristina Soria

La cocina no es solo una actividad indispensable para nuestra alimentación, sino que ocupa un lugar muy importante en nuestras vidas, habiendo llegado a crearse toda una cultura en torno al arte de cocinar. Libros, blogs, concursos televisivos y canales temáticos reflejan el interés que la cocina provoca en nosotros. No solo queremos degustar los mejores platos, también queremos saber cómo es su elaboración y, si somos nosotros quienes los preparamos, disfrutar de todo el proceso.

Solo introducir la cuchara en un guiso que estemos preparando y experimentar sensaciones a través del gusto, la vista y el olfato es toda una experiencia que aumenta nuestro bienestar.

Cocinar es un arte y placer, por eso se ha desarrollado una vertiente culinaria enfocada a ayudarte a desarrollar tu concentración mental y a combatir problemas como el estrés y la ansiedad. Se trata de un tipo de cocina, catalogada como terapéutica, que pretende hacer nuestra vida más saludable y mejorar nuestras relaciones interpersonales a través de los aspectos más creativos y lúdicos de la materia.

La cocina terapéutica, propiamente dicha, suele desarrollarse en talleres grupales en los que la gente aprende a disfrutar del acto de cocinar poniendo sobre la mesa todo su ingenio y capacidades y contando con la colaboración de los demás para elaborar los platos. De este modo se desarrolla la capacidad de entendimiento y comunicación con otros, a la vez que se disfruta del hecho de cocinar y se aprenden nuevas posibilidades.Pero también cuando cocinas solo en casa puedes descubrir muchas cosas que te benefician enormemente.

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Los numerosos beneficios de la cocina 

Cocinar es una actividad creativa, a la altura de otras disciplinas artísticas, que nos hace conectar con nosotros mismos, con nuestras emociones y sentimientos. En cada plato que cocinamos hay algo de nuestra esencia, y su elaboración nos ayuda a desarrollar diferentes capacidades.

Para empezar, cocinar cualquier plato nos exige un esfuerzo de concentración y organización que hace que nuestra mente se ponga a trabajar. Decidir el plato, hacer acopio de los ingredientes y tenerlos a mano, calcular y respetar los tiempos de cocinado son exigencias culinarias que puedes aplicar con éxito a otros aspectos de tu vida.

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Además, cuando preparas cualquier receta entran en juego dos factores que hacen que tu mente se desarrolle: la memoria, cuando hemos de recordar una receta, y el aprendizaje, cada vez que preparamos un nuevo plato que no habíamos hecho nunca antes.

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La cocina exige diferentes tiempos, tanto para la preparación de los ingredientes como para las distintas formas de cocinado, algo que implica paciencia, porque no podemos hacer que el tiempo se acelere ni acortar las cocciones, horneados, etc. Qué mejor manera de desarrollar la paciencia y de aprender a relajarnos el tiempo que dure cada proceso. 

Por otra parte, en una cocina pueden surgir siempre todo tipo de imprevistos que requieren una reacción inmediata por nuestra parte. Hemos de ser capaces de tomar una decisión cuando descubrimos a mitad de una preparación que nos falta un ingrediente o cuando algo no sale como debería según la receta original.

Ser capaces de resolver los problemas que se nos plantean supone todo un entrenamiento de esa capacidad de respuesta que tantas veces hemos de poner en práctica en cualquier aspecto de nuestra vida cotidiana.

Todo esto sin olvidar el porcentaje de creatividad que supone la elaboración de numerosos platos. Cuando decides cocinar siguiendo tu intuición y tu experiencia, se abre ante ti la posibilidad de mezclar según tu imaginación y conocimientos numerosos ingredientes que, por arte de alquimia, acabarán conformando un plato único.

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