¿Crees que eres rara? No te preocupes, al parecer ser raro es lo normal

El concepto de normalidad se utiliza en psicología para hablar de lo que es habitual, pero eso no quiere decir que lo normal sea siempre, ni mucho menos, lo bueno.

Por Cristina Soria

Como sociedad, tendemos a buscar estereotipos de comportamiento que nos indiquen que está bien y qué no para favorecer una buena convivencia entre las personas, que sea saludable. Y aunque esto en principio resulta algo de lo más natural, lo cierto es que en ocasiones nos invade una idea de lo que es normal y lo que no lo es demasiado encasillada,  que resta libertad a nuestro verdadero comportamiento. Y como tenemos el afán de permanecer dentro de los límites de lo normal es en ocasiones demasiado forzado, lo lógico es que sintamos que somos personas raras, porque hacemos o nos apetece hacer cosas que al parecer “no le gustan a todos”. 

Algo de esto cambió con la llegada de internet a nuestras vidas, cuando al fin pudimos descubrir que hay (muchas) personas a las que les gusta el cine coreano, el punto de cruz, el ramen, y todo aquello que en nuestro antiguo mundo, a veces demasiado reducido, parecía raro.

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De qué hablamos cuando hablamos de normalidad

Todos hablamos de normalidad con mucha frecuencia, aunque eso no quiere decir que podamos definir siempre qué significa. En psicología se utiliza el término normal para hablar de comportamientos frecuentes, sin que eso signifique que sea mejor que lo menos frecuente.   Además, la normalidad se entiende siempre desde un contexto sociocultural, por lo que esta variará en función de nuestro entorno. 

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La Universidad de Yale ha publicado recientemente un estudio en el que rebaten la idea de normalidad como algo positivo, hablando en términos médicos y psiquiátricos. Para decir que un comportamiento es normal con una connotación positiva tenemos que ubicarnos en una dimensión y un contexto, y sobre este establecer ese juicio. 

La realidad que nos rodea varía de manera constante, se vuelve amable o inhóspita a demasiada velocidad, por lo que nuestra manera de reaccionar a las infinitas fluctuaciones de la vida es impredecible, así que no se pueden establecer unos parámetros de comportamiento normal en términos generales con demasiada facilidad. 

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Asociamos lo normal a lo perfecto

En ocasiones, en la sociedad actual se asocia ser normal con ser óptimo, y ser óptimo con la eficacia y la perfección. Esta idea puede dañarnos hasta el punto de hacernos sentir raros e ineficaces cuando no logramos los objetivos deseados. En un entorno cambiante, debemos sentirnos seguros para permitirnos ser flexibles ante los acontecimientos, porque lo que ayer era normal hoy no lo es, y mañana será diferente. Por eso cuanto antes dejemos de intentar reducir el concepto de normalidad y lo ampliemos tanto como sea necesario, mejor nos sentiremos nosotros y mejor haremos sentir a los demás.

La normalidad no existe

Una cosa es la tendencia natural a pertenecer a un grupo social a través de la imitación de comportamientos, y otra muy diferente afirmar que existe la normalidad. Los comportamientos estándar son una estadística, no una realidad, así que lo verdaderamente esperable es que coincidan determinados comportamientos en intereses con determinados individuos, pero no todos, ni mucho menos. Por lo que no existen razones reales, ni desde el punto de vista social, ni desde el punto de vista de la psicología, para afirmar que eres rara, o que no eres normal, por no coincidir con (aparentemente) el resto de la sociedad en gustos, pensamientos, intereses, etc...

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