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¿Puede un piso centenario y muy compartimentado sufrir un cambio radical para adaptarse a las necesidades del siglo XXI? La arquitecta Helena Martín (www.helenamartin.es) demuestra de que sí en la reforma de esta vivienda en el animado y céntrico barrio de Trafalgar, en Madrid.

Antes de renovar la casa este se encontraba en muy mal estado, ya que hasta el momento había residido una persona mayor que tan solo había arreglado el baño. Pero con una redistribución ya se adapta a la vida de sus nuevos y jóvenes propietarios, que buscaban crear espacios abiertos y muy sociales.

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¡Menudo cambio!

Realizar una distribución que cumpliese con las necesidades de los clientes fue un reto para Helena, ya que la vivienda no es excesivamente grande (cuenta con 80 metros²) y se necesitaba añadir un segundo baño, con todo el almacenaje posible y crear una zona de día abierta.

“Para conseguir todo esto, demolimos por completo la casa y se cambió todo de posición. Al llevar la cocina a la zona de día, muy lejos de la zona de bajantes a la que nos teníamos que conectar para desaguar, tuvimos que generar dos niveles en la casa, de manera que pudiésemos tener la pendiente necesaria para el buen funcionamiento de la cocina. Así, parte de la casa está a la altura estándar y el resto se ha subido un poco, con un pequeño escalón. ¡Por suerte este es uno de esos pisos clásicos del centro con gran altura!”, detalla la arquitecta.

La isla de cocina divide este ambiente del resto de zonas, ubicadas recibiendo muchísima luz natural gracias a los altos ventanales que dan acceso a un balcón.

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Carta blanca

Los propietarios del piso contactaron al estudio de arquitectura, decoración y diseño porque seguían su trabajo a través de Instagram y a la hora de realizar el proyecto dieron bastante libertad. ¿Alguna osadía? “La cocina verde oscuro, ya que normalmente los dientes son bastante conservadores a la hora de elegir la gama cromática de este espacio”, revela Helena.

Otro de los sellos del interiorismo de Helena es la preferencia por el mobiliario de líneas curvas, como la mesa de comedor de Carina Casanovas. “En espacios pequeños generan circulaciones mucho más fluidas que las piezas con geometrías rectas, y aunque también delimitan zonas, lo hacen de una forma mucho más abierta”, considera la artífice de la reforma. Las sillas y la lámpara proceden de Rue Vintage.

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Oficina en casa ‘arty’

Se crea en el área de día una zona donde poder teletrabajar, con una mesa corrida de madera ranurada que, aparte de escritorio hace las veces de aparador y sirve para exponer objetos decorativos y arte. Por ejemplo, el cuadro apoyado es una obra del mallorquín Joselu Montojo.

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Cromáticas naturales

La casa mantiene tonos muy naturales en todos los ambientes y el único toque más intenso lo ofrece la cocina de madera teñida de verde oscuro. En los espacios impera la madera, el blanco y el negro, envuelto por el aspecto natural que daban las paredes en yeso barnizado en mate, que fue el acabado elegido para generar contrastes suaves entre tonos.

El hilo conductor de la paleta seleccionada es que todas las cromáticas pudieran encontrarse en la naturaleza: ocres, verdes, tierras, blancos…

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Un tesoro con historia

No se pudo recuperar el encanto original de la vivienda centenaria, de la cual se habían suprimido las molduras y tampoco quedaba ningún elemento de valor al que dar singularidad, excepto los pilares metálicos, que se descubrieron para dejar toda la zona de día diáfana.

Como recuerdo a lo que debió ser, se optó por colocar molduras para el techo, pero de imagen sencilla, para que funcionasen bien con el nuevo aspecto de la casa.

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Formas orgánicas

En la zona de día la madera es protagonista casi absoluta, algo que armoniza muy bien con el suelo de tarima maciza. En el caso del salón, se fabrica en este material el mueble de televisión con almacenaje inferior y las baldas para libros y arte, mucho arte (fotos enmarcadas adquiridas en YellowKorner).

Otra de las constantes en la casa son las formas redondeadas, elegidas tanto para el sofá curvo, de Bañón, como para las butacas y las mesitas de centro, de Rue Vintage.

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Frenesí lector

Las puertas de toda la casa eran de altura estándar, pero se paneló la parte superior para enfatizar la verticalidad que daba la altura especial de la vivienda. Podemos apreciarlo en el dormitorio principal donde el mueble bajo a los pies de la cama delata la pasión por la literatura de sus propietarios.

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Diseño personal y único

Dado que se contaba con poco espacio de almacenaje, debido a las dimensiones de la casa, en el dormitorio principal, sin apenas espacio para muebles, se realizó un cabecero a medida que cumple también la función de armario. “Para no recargar, ya que los dormitorios daban a patio y eran algo más oscuros, toda la madera de armarios se lacó en blanco”, cuenta Helena. En esas mismas cromáticas se escogen también la ropa de cama (de Rue Vintage y Pepe Peñalver), generando una imagen relajante y armoniosa.

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Mezcla entre estilo actual y retro

En los baños (recordemos que se ha ganado uno) la naturaleza vuelva a ser la inspiración, con yeso barnizado y blanco, y se aplican toques de estilo mediante piezas retro como los apliques que dejan la bombilla a la vista y el espejo, de nuevo como es habitual en la vivienda, de formas orgánicas. El resultado son ambientes cálidos, atemporales y con gran encanto.

La pareja de propietarios quedó encantada con su vivienda reformada pues su piso, que no cuenta con excesivos metros, ahora consigue tener todo lo que necesitaban: una cocina funcional relacionada con el salón-comedor, un rincón de despacho, dos dormitorios y dos baños, sacando mucho partido a cada centímetro, dado que apenas se pierde espacio con las zonas de paso. “La vivienda experimentó un cambio radical y ahora se ajusta a su modo de vida y gustos, así que los propietarios están enamorados de su hogar”, explican desde el estudio responsable de la nueva arquitectura e interiorismo, Helena Martín.

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