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Para el crecimiento de las plantas es muy buena idea emplear abonos, pues son unos perfectos aliados para que crezcan fuertes. No obstante, ten en cuenta que si estas sufren un ‘empacho’ de fertilizante la consecuencia es un crecimiento debilitado, por el alto nivel de sales. Así que convendrá no pasarse.

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¿Por qué abonar?

La mayoría de las plantas se benefician de un abonado regular durante su desarrollo, para reforzar los aportes de nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K). Estos tres nutrientes principales ayudan a un crecimiento más rápido, a combatir enfermedades y a que la planta desarrolle tallos fuertes.

De este modo, abonar es beneficioso al modificar de manera positiva las propiedades del suelo, proporcionando fertilidad a un sustrato empobrecido. No obstante, hay que reconocerle un inconveniente: la fase de experimentación por la que debes pasar hasta dar con el abono que mejor sienta al jardín o al huerto y, muy especialmente, acertar con la cantidad óptima.

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Fíjate en estas señales

No hay que excederse con el abono. Los signos de la sobrefertilización incluyen:

  • Crecimiento excesivo o débil

  • Bordes de las hojas quemados o secos

  • Hojas que se tornan amarillentas

  • Marchitamiento

  • Pocas flores (o incluso ninguna)

  • Colapso o muerte de la planta

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¿Falta de hierro?

Un abuso de abono rico en nitrógeno puede causar clorosis férrica a la planta. Dicha carencia de hierro se manifiesta por la pérdida del característico verde de sus hojas por una tonalidad amarillenta. La mejor forma de prevenirla es acondicionando el suelo adecuadamente aireándolo.

Y sí, suministrar un fertilizante, pero el adecuado. Emplea quelatos mediante fertilización foliar (se aplica el líquido en el tallo o las hojas) o bien radicular (por la raíz). Esta sustancia no solo aportará hierro a la planta, también otros micronutrientes: manganeso, zinc y cobre.

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Consejos

Cuanto más fraccionado sea el aporte, mejor lo aprovecharán las plantas. Además, considera en el cálculo de abonado los nutrientes aportados con el riego pues esta te permitirá no solo ahorrar en fertilizantes sino, muy especialmente, evitar la toxicidad que puede causar un exceso de abono.

Aparte, te conviene conocer la composición del abono que suministrarás, pues los hay con grandes diferencias en la aportación de nitrógeno, fósforo y potasio.

Por último, evita abonar las plantas durante su periodo de inactividad y en invierno.

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No cometas estos errores

Aplicar fertilizantes a una planta sana y ya desarrollada, cuando las que lo precisan son las más jóvenes o aquellas que están en desarrollo. Tampoco hay que tratar a todas las plantas por igual, por ejemplo, si tienen flor suelen necesitar más abono que las que presentan solo hojas. Mientras que las plantas que no necesitan mucha luz siempre van a necesitar menos abono que las que crecen en semisombra o pleno sol. Y hay más factores que influyen en la necesidad de fertilización de la planta: el clima, el tipo de suelo e, incluso, el agua de riego empleada.

De este modo, para evitar un exceso de fertilización, suele ser mejor reducir la dosis recomendada en la etiqueta.

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Momentos inadecuados

El abono en jardinería es un complemento ideal para que las plantas crezcan sanas y fuertes, ayudando mucho a las especies con flor o fruto. No obstante, existen dos momentos en los que no podrás abonarlas pues esta acción resultaría perjudicial para su salud: el primero, cuando está recién trasplantada y, el segundo, en una planta recién adquirida con el sustrato muy seco, pues habrá que esperar antes de fertilizar a ir regando unos días para mantener el sustrato húmedo.

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Abonos ‘pet friendly’

Con mascotas en casa, tan importante como seleccionar plantas que no resulten tóxicas para los 'peludos', es elegir el fertilizante adecuado que evite que enfermen. En este sentido los abonos orgánicos como el estiércol, a base de excrementos animales fermentados, y el compost, formado por restos orgánicos descompuestos, son una opción natural y segura.

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¿Y si me he pasado?

Ten en cuenta de cara a futuro que con el abono es preferible quedarse corto que pasarse, igual que en el caso de riego. Pero por suerte hay una solución fácil para eliminar el exceso de abono de las macetas: tan solo deberás echar agua durante un rato, dejando que salga por la parte inferior de la maceta para ‘lavar’ la tierra. Si es posible quizá convenga replantarla a una nueva maceta con tierra nueva, para dar oportunidad al ejemplar de sanar más rápidamente.

¿Y qué hago con las plantas del jardín? En este caso el objetivo es inundar las raíces con agua que apliques con una regadera o una manguera.

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