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Unos rodapiés viejos y deteriorados pueden echar a perder cualquier interiorismo. No importa que tus paredes están impecables, perfectamente pintadas o empapeladas, ni que las puertas sean preciosas. Si los rodapiés no están en buen estado el resultado quedará muy empobrecido.

Por eso es buena idea aprender a cambiarlos para que, llegado el momento, puedas hacerlo tú mismo sin morir en el intento.

 

¿Para qué sirven los rodapiés?

Puede que te parezca un elemento poco relevante, de esos de los que se puede prescindir sin miramientos. Sin embargo, el rodapié cumple varias funciones importantes.

Esta faja, de mayor o menor anchura, que se coloca en el encuentro de la pared con el techo sirve para ocultar esta unión, lo que es clave en determinados tipos de pavimentos como los laminados, en los que hay que dejar una junta perimetral que absorba posibles dilataciones del material. En estos casos, el rodapié oculta este hueco.

Además, es una pieza clave para proteger la parte inferior de la pared de golpes, rozaduras y de la acción de la fregona al limpiar.

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¿Cómo elegirlos?

Son muchos los factores que entran en juego a la hora de elegir el material y el diseño del rodapié. Lo interesante es que este elemento esté en armonía con el color del suelo, de las paredes y de los marcos de las puertas (la carpintería interior), aunque no tiene por qué ser exactamente igual. También es buena idea elegir un rodapié que contraste con el color de la pared.

Podemos decidirnos por diseños lisos sin apenas decoración, o muy trabajados, con un diseño clásico y ornamentado. Entre estas opciones hay todo un universo de modelos y diseños, lo que refleja la capacidad decorativa de este elemento tan sencillo.

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¿Cuál es el mejor material?

Como recomendación general, los rodapiés se eligen del mismo material del que está fabricado el pavimento de la estancia. Si el suelo es de parquet o tarima, serán de madera. Los suelos laminados o los vinílicos los llevan de estos mismos materiales. Y si el pavimento es de cerámica, los rodapiés también los serán.

Hoy día existen zócalos, molduras y rodapiés que están realizados con poliuretano y otros polímeros de alta calidad que ofrecen grandes ventajas. Son fáciles de instalar, muy resistentes y se pintan sin problema. Además, se pueden curvar para adaptarlos a paredes redondeadas, columnas, etc. Su poder decorativo es muy alto.

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Cambiar los rodapiés: ¿por dónde empiezo?

El primer paso a la hora de cambiar los rodapiés de la casa es retirar los antiguos. Si se trata de piezas de madera necesitarás una espátula con la que hacer palanca, introduciéndola entre el rodapié y la pared. Tendrás que hacerlo con cuidado para tratar de deteriorar lo menos posible la pintura, en caso de que no quieras volver a pintar.

Una vez hayas quitado los rodapiés viejos, aplica una pasta alisadora que rellene los huecos y alise totalmente la pared. Deja secar por completo.

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Los materiales y herramientas que necesitas

Ahora que la pared está lisa y preparada para colocar el nuevo rodapié de madera, tendrás que decidir cómo vas a llevar a cabo la instalación. La manera tradicional de hacerlo es pegando el rodapié con masilla o adhesivo de montaje. Sin embargo, ahora existen otros procedimientos para hacerlo, como los clips de fijación. Es un método muy limpio y fácil de llevar a cabo.

Los materiales necesarios serán: el rodapié y los clips de fijación, con sus tacos correspondientes. En cuanto a las herramientas, te hará falta una caja de ingletes y serrucho, taladro y broca (la adecuada será una de 5 mm), y un atornillador eléctrico.

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Paso 1: hacer los taladros

Antes de empezar a trabajar, tendrás que haber medido el perímetro de la habitación para saber cuántos metros de rodapié y cuántos clips de fijación vas a necesitar.

- Marca los puntos en los que tendrás que insertar los tacos para los clips. La altura viene indicada por el fabricante. En cuanto a la distancia, debes poner un clip cada 30 o 35 cm.

- Una vez marcados los puntos, haz los agujeros con el taladro y la broca para insertar los tacos con ayuda del martillo. 

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Paso 2: fijar los clips a la pared

Una vez hayas colocado todos los tacos llega el momento de fijar los clips con un tornillo y el atornillador eléctrico. Un trabajo fácil que no te llevará mucho tiempo.

Un consejo: a la hora de elegir el rodapié, opta por un modelo un poco más ancho del que tenías antes. De esta forma quedará oculta la marca del anterior y el resultado será perfecto sin necesidad de estar pintando de nuevo la pared.

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Paso 3: ajustar los rodapiés

Ya solo tienes que colocar los rodapiés que se sujetarán a los clips de fijación y quedarán perfectamente instalados a la pared. Para cortar las piezas necesarias tendrás que medir la pared y serrar los extremos a 45 º con la caja de ingletes y el serrucho. Así conseguirás que las piezas se acoplen perfectamente unas a otras. Con una excepción: las piezas de rodapié que van unidas a los marcos de una puerta se cortan en recto.

Una vez terminado el trabajo, comprueba que todas las piezas hayan quedado bien pegadas a la pared. Si hay algún hueco puedes taparlo con masilla del mismo color del rodapié.

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Mantenimiento y limpieza

Los rodapiés y las molduras decorativas de las paredes son uno de los lugares de la casa en los que más polvo se acumula. La explicación es sencilla: no siempre caemos en la cuenta de que tenemos que limpiarlos con frecuencia, para mantenerlos en buen estado y que su limpieza sea menos costosa.

Bastará con que elimines el polvo una vez a la semana (o cada 10 días) con ayuda del aspirador. Si tienes un modelo de mano el trabajo será fácil y rápido.

Cuando se requiera un tratamiento más profundo capaz de eliminar suciedad incrustada, frota los rodapiés con una esponja y agua jabonosa sin empaparlo demasiado.

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