El fin del verano y el comienzo del otoño marcan el momento en el que dar a la casa un cambio. No se trata, ni mucho menos, de hacer reformas ni tiene que ver con realizar grandes inversiones en decoración. Consiste, más bien, en imprimir a los espacios la calidez que ahora necesitan. Una tarea sencilla si sigues algunas pautas como las que hoy te explicamos.
Objetivo: bienestar
Ya sabemos que orientar los interiores de nuestra casa hacia el otoño no debe suponer un cambio de decoración como tal. Se trata de hacer modificaciones sencillas que no alteren la esencia de cada espacio, pero sí le confieran un toque cálido, más hogareño.
Con la llegada del frío la casa se convierte más que nunca en nuestro refugio. Pasamos más horas en ella y queremos que reine el bienestar. De ahí la importancia de crear ambientes serenos y confortables en los que estar a gusto.
Una de las herramientas que nos ayudan a lograrlo son los colores. La clave está en sustituir las tonalidades refrescantes del verano por una paleta más serena, oscura y conectada con el momento que ahora vive la naturaleza. Añade a tu casa algún elemento en tonos tierra, castaños, terracota, verde oliva y lo conseguirás.
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