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Después de llevar más de un año y medio inmersos en la pandemia causada por el SARS-CoV-2, la desinfección de la casa se ha convertido en un asunto relevante. Hemos aprendido mucho sobre higiene, limpieza y desinfección desde aquel febrero de 2020 cuando llegó el virus que nos cambió la vida.

Aunque hoy sabemos que el contagio por contacto con superficies no es tan habitual, la desinfección ha pasado a formar parte de nuestro día a día. Hoy te damos las claves para acabar con los gérmenes y bacterias presentes en cada espacio, para que puedas vivir en un entorno saludable.

 

No es lo mismo limpiar que desinfectar

Si antes de la pandemia ambos conceptos parecían significar lo mismo, después de que el coronavirus hiciese su aparición la diferencia entre ambos quedó clara. La lejía reclamó su propio espacio entre los productos de limpieza domésticos y aprendimos que no solo es necesario acabar con la suciedad sino que también hay que desinfectar, esto es, eliminar gérmenes, virus y bacterias que nos acechan con productos especiales.

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El placer de vivir en una casa limpia

Puede que dedicar el tiempo a realizar las tareas de limpieza no sea nuestro mejor plan para arrancar septiembre, pero es importante para poder vivir en un entorno saludable en el que se respire bienestar. Dejarnos llevar por el desánimo y abandonar el cuidado de nuestra casa no es una opción, por lo que merece la pena organizar un buen plan de actuación que nos lleve a conseguir el objetivo: limpiar y desinfectar a fondo nuestra casa sin morir en el intento. Es una tranquilidad saber que la casa está libre de patógenos potencialmente perjudiciales para la salud.

Un consejo: comienza por enumerar qué puntos de la casa necesitan una atención extra. Traza un plan de acción (realista) y llévalo a la práctica sin prisa pero sin pausa.

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Consejos prácticos a tener en cuenta

Para conseguir el mejor resultado en cuanto a limpieza y desinfección, debes aprender a utilizar correctamente los limpiadores adecuados.

- La primera recomendación, muy importante, es no mezclar nunca productos de limpieza, ya que podrían producirse combinaciones realmente peligrosas. Es lo que sucede, por ejemplo, cuando se mezclan lejía y amoniaco: se producen unos vapores muy perjudiciales para la salud.

- Si hay que diluir un desinfectante, hazlo siempre con agua a temperatura ambiente. La lejía, por ejemplo, no se debe mezclar con agua caliente, ya que se evapora y pierde eficacia.

- Utiliza siempre la dosis recomendada por los fabricantes. Añadir más producto del indicado no suele aumentar el poder desinfectante y sí puede causar el deterioro de las superficies.

- Protege tus manos con guantes al manejar desinfectantes y productos de limpieza, para evitar dermatitis de contacto. Mejor si son desechables.

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Errores que debes evitar

A veces es peor limpiar mal que no limpiar… Y aunque esta afirmación te parezca exagerada, realmente no lo es. Tener malos hábitos a la hora de desinfectar la casa te lleva a trasladar gérmenes y otros patógenos de un lugar a otro, potenciando su capacidad de dañar tu salud y la de los tuyos. Por eso, vigila estos errores y evítalos:

- No limpiar en el orden correcto y utilizar los mismos utensilios en toda la casa (usar la bayeta con la que has limpiado el cuarto de baño en otro espacio, por ejemplo).

- No asegurarte de que los utensilios están limpios (deberás mantenerlos en buen estado y renovarlos cuando sea necesario).

- No utilizar paños limpios y secos (la humedad es el entorno ideal para que se multipliquen los microorganismos).

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Ojo con las superficies de contacto

Uno de los aspectos claves a la hora de desinfectar a fondo la casa es tratar correctamente las superficies de contacto y todas aquellas cosas que más se tocan en casa.

Es cierto que últimamente hemos aprendido lo importante que es una buena higiene de manos, pero aún así debemos insistir en la desinfección de manillas y picaportes, interruptores, teléfonos, mandos a distancia, etc.

Para hacerlo basta con diluir dos cucharadas soperas de lejía en un litro de agua fría y repasar con esta mezcla todas esas cosas que tanto tocamos a diario. Es la proporción adecuada para eliminar patógenos sin dañar los materiales.

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La cocina: un punto clave

Es, probablemente, el lugar en la casa en el que más gérmenes y bacterias se acumulan y, por tanto, ha de ser uno de los objetivos esenciales a la hora de desinfectar.

La encimera, el fregadero o los electrodomésticos pueden convertirse en focos de contaminación que hay que tratar adecuadamente. Esto implica el uso de desinfectantes aptos para entornos en los que hay presencia de alimentos. Puedes, por ejemplo, confiar en el jabón para la limpieza de zonas como la encimera o la tabla de cortar alimentos, y utilizar un desinfectante como la lejía para el suelo y otras superficies.

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Cómo desinfectar el baño

El cuarto de baño es otro espacio importante en materia de desinfección. Para tenerlo impecable es necesario limpiarlo a fondo al menos dos veces a la semana, y hacer además un mantenimiento diario.

Los puntos clave que merecen un cuidado exhaustivo son los sanitarios, con especial atención a la bañera y el inodoro, donde tendrás que utilizar un limpiador con lejía o un desinfectante específico.

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Los textiles de casa, a examen

Una buena recomendación es lavar a máquina todos los textiles que lo toleren, desde las toallas hasta los plaids, las mantas o las fundas de los cojines, ya que quedan más limpios.

Hemos oído muchas veces que para desinfectar los tejidos de manera correcta hay que seleccionar un programa de lavado en agua muy caliente. Sin embargo, esto es incompatible con la mayoría de los tejidos, que se estropearían si los sometemos a esa dura prueba.

La solución pasa por utilizar un desinfectante textil en los lavados a máquina, añadiendo la cantidad indicada en el cajetín de la lavadora. Toda la ropa de hogar te quedará perfecta.

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No te olvides de los electrodomésticos

La lavadora y el lavavajillas son dos elementos sin los que no imaginamos nuestra vida cotidiana. Los usamos a diario y muy intensamente, por lo que merecen un mantenimiento especial, ya que en ellos se acumula todo tipo de suciedad, incluido un amplio repertorio de bacterias y otros patógenos.

Para evitarlo es importante limpiar ambos electrodomésticos al menos una vez al mes. En el caso del lavavajillas puedes pulverizar el interior con un producto desengrasante y programar un lavado en vacío con agua caliente. En cuanto a la lavadora, debes limpiar los filtros de la lavadora, y también el cajetín del detergente y la goma de la puerta.

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