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Regar las plantas es una de las tareas clave para lograr que tu jardín esté sano y esplendoroso. Y aunque parece sencilla, en realidad tiene su complicación: hay que saber cuándo, cómo y cuánto regar. Todos sabemos que las plantas necesitan agua para crecer, pero un exceso de riego puede ser tan perjudicial para ellas que la sequía. O más.

A continuación, hemos analizado el problema: por qué sucede, qué factores lo provocan y qué soluciones puedes aplicar para corregirlo.

 

Un problema frecuente

Aportar agua en exceso al jardín o a las plantas que tienes en maceta no es algo que solo te ocurra a ti. Más bien al contrario, es un error que se comete con bastante frecuencia, en especial por aquellas personas que están iniciándose en el mundo de la jardinería.

Durante el primer y el segundo año de tu jardín, la inexperiencia puede hacer de las suyas y llevarte a anegar el terreno regando en exceso. Hoy vamos a explicarte cómo puedes aprender a controlar le problema para lograr que las plantas tengan justo el agua que necesitan.

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Observa tus plantas

Es una buena manera de aprender a tener en cuenta las necesidades de tu jardín. El riego de las plantas es una tarea que cambia en función de diferentes factores. Depende de las variedades, de la estación del año, del tipo de sustrato, etc.

Cada planta tiene sus propias necesidades hídricas y no debes regar todo el jardín con la misma pauta. Además, en algunas épocas las plantas necesitan más agua, sobre todo en períodos de crecimiento y de floración.

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No caigas en el “por si acaso…”

En verano, cuando el calor aprieta, pensamos que las plantas necesitan más agua, y como no sabemos cuánta, tendemos a regar de más. Pensamos que “es mejor pasarse que quedarse corto”. Nada más lejos de la realidad.

Para tu jardín es mucho peor que lo riegues demasiado, a que lo riegues un poco menos de lo necesario. Por eso, ve con cuidado. Riega siempre con moderación y, si dudas, mejor espera un día más. Tus plantas te lo van a agradecer.

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¿Por qué es tan perjudicial regar en exceso?

Aportar demasiada agua a una planta la perjudica mucho, ya que provoca que sus raíces se asfixien sin remedio. Las raíces respiran dentro del suelo. Necesitan el aire que está entre las partículas de tierra. Por eso, cuanto más grandes son estas partículas y más granuloso el terreno, más aire queda entre ellas, y más oxigenada y aireada está la tierra. Si riegas en exceso, el agua ocupa el lugar del aire y lo elimina, y las raíces de la planta se asfixian.

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Así sabrás que te has pasado

Pero, ¿cómo podemos saber que nos hemos excedido con el riego y nuestras plantas están sufriendo por ello? Aquí viene la complejidad del asunto. Los síntomas que muestran son muy similares a los que sufrirían por falta de agua.

- Las plantas se marchitan, se vuelven lánguidas y los tallos se debilitan.

- Las hojas amarillean. Las más jóvenes adoptan un tono marrón.

- No nacen nuevos brotes.

- Se caen hojas y flores.

Si ves que tus plantas comienzan a mostrar estos problemas, antes de regarlas sin medida, comprueba el sustrato para saber si está húmedo o no. Para ello hunde en la tierra un dedo llegando hasta unos 5 cm de profundidad. Si al sacarlo sale sucio, con tierra pegada, es que el sustrato aún está húmedo y debes esperar para regar.

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¡Stop al riego!

Ante un jardín regado en exceso lo primero que tienes que hacer, lógicamente, es suspender cualquier aporte de agua en las zonas afectadas. Es fundamental dejar de regarlo para que el problema no se agrave.

Esperar a que el suelo se seque es la primera parte de la solución del problema. A partir de ahora debes acostumbrarte a comprobar el grado de humedad del terreno antes de regar. Es un buen indicativo para ir aprendiendo cada cuánto tiempo debe aportar agua. Si el sustrato está húmedo, es mejor esperar y esto sirve para la mayoría de las plantas.

En caso de instalar riego automático, debes ir probando hasta encontrar la frecuencia adecuada y para poder programarlo adecuadamente.

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Plantas en maceta

Si te has pasado con el riego de las plantas que tienes en maceta, hay algo que puedes hacer para corregir ese exceso de agua. Saca la planta con cuidado del tiesto y envuelve el cepellón en tejido o papel absorbente. Cámbialo cuando se empape y ten así la planta unas horas hasta que haya eliminado el agua sobrante. Después vuelve a colocarla en la maceta y espera unos días antes de volver a regarla.

Un consejo: es importante tener en cuenta el material del que está fabricada la maceta. Las de plástico, por ejemplo, retienen más la humedad que las de barro, más porosas.

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El tipo de suelo

No solamente la forma incorrecta de regar el jardín es la causante de que tus plantas no estén sanas y que sus raíces se asfixien por exceso de agua. Hay otros factores que también pueden influir, como el tipo de suelo que tengas.

Si tu jardín tiene un suelo muy arcilloso y compacto, con partículas muy finas que no permiten que haya mucho aire, las raíces serán más propensas a estropearse. Un suelo poco oxigenado es un problema para ellas. Además, si el terreno tiene poca pendiente drenará peor el exceso de agua.

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¿Es posible mejorar el drenaje del terreno?

Aunque no es fácil cambiar las características del terreno de un jardín, sí hay cosas que se pueden hacer para mejorar su drenaje.

En el caso de alguna planta aislada, muy sensible a los encharcamientos, conviene cavar un agujero grande y retire el sustrato perjudicial para añadir otro más adecuado, de mejor calidad.

Si la zona a tratar es demasiado grande, se puede mejorar el sustrato removiéndolo y mezclándolo con materia orgánica, como compost o mantillo. De esta manera el suelo estará más aireado y con mayor proporción de nutrientes, lo que les vendrá genial a tus plantas.

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