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Sábanas para todas las camas, juegos de toallas, mantelerías, las colchas de verano, los edredones, almohadas… Si te paras a pensarlo un momento te darás cuenta de que la ropa de casa constituye un conjunto considerable de elementos que ocupan un buen espacio. Contar con un armario específico para guardarlos es una solución muy práctica: lo tendremos todo controlado y en orden.

 

Hazle un sitio en casa

Si no dispones de un armario para guardar la ropa blanca seguramente tendrás las sábanas y las toallas desperdigadas por otros muebles y cajones, quizá en los dormitorios. Lo mejor es tratar de encontrar un hueco en casa para poner un armario pequeño en el que reunir todos estos textiles de hogar.

Puede ser en un pasillo, en un distribuidor o en un hueco del dormitorio principal. Lo importante es que todos los miembros de la familia tengan acceso a este mueble y encuentren lo que necesiten. Destina un espacio o balda interior a cada elemento.

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¿Qué hay que guardar?

A la hora de organizar un armario de ropa blanca es clave saber qué elementos tienen cabida en él y cuáles no. Si empezamos a meter de todo, al final tendremos un mueble lleno de cosas variopintas que no cumplirá su función.

Por eso limítate a almacenar en él lo estrictamente necesario para el hogar: sábanas (las que usas en todas las camas de la casa y las de repuesto, así como un par de juegos por si tienes invitados), toallas (para todos los cuartos de baño), colchas y mantas, edredones y almohadas, etc.

Teniendo todas estas cosas juntas sabrás cuándo ha llegado el momento de renovar o de comprar nuevos textiles.

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Deshazte de lo que sobra

Este es el momento perfecto para hacer una buena (y profunda) limpieza en materia de textiles de hogar y deshacernos así de lo que no necesitamos.

Separa aquellas toallas que están muy viejas y usadas, las que son de baja calidad y no secan bien (y nunca usas) y las que están desparejadas y no pertenecen a ningún juego. Deshazte igualmente de los juegos de sábanas que te regalaron alguna vez y que no te gustan nada.

Es el momento de sacar de tu vida toda esta ropa de hogar y renovarla por textiles de calidad, que verdaderamente te gusten y que uses con placer.

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¿Cuántos juegos de toallas hay que tener?

En esto hay que ser muy racional: no tiene sentido comprar y comprar toallas para tenerlas almacenadas en el armario. Ocupan un espacio precioso y no las necesitamos. Lo mejor es limitarse a tener dos juegos por miembro de la familia, más otros dos de sobra para invitados.

Una idea: si apuestas por las toallas lisas y blancas, que sean de calidad, no tendrás problemas para mezclarlas y así, cuando alguna se estropea, puedes seguir usando el resto del juego.

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En perfecto orden

Aunque cada persona puede poner en práctica la solución que mejor le funcione, es importante establecer unas pautas que te ayuden a aumentar el orden.

Puedes, por ejemplo, separar las toallas por tamaño y después por colores. Dobla las toallas teniendo en cuenta la anchura de la balda o del cajón donde vas a colocarlas, y haz montones de la misma medida para guardarlos mejor.

También puedes guardar las toallas organizadas por juegos, o hacer un rollo con las pequeñas para poder apilarlas sin que se descoloquen cada dos por tres.

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Los juegos de sábanas

Regla de oro: no acumular sábanas en casa. Tendrás más que de sobra con dos juegos por cada cama que tengas, más otro extra por si tienes visita.

Lo importante es que te decidas por tejidos de calidad, aunque la inversión inicial sea mayor. Ten en cuenta que un buen juego de sábanas puede durarte unos 10 años, y que no hay mayor placer que deslizarse en una cama limpia, bien hecha, con sábanas de tacto agradable…

Las sábanas se guardan agrupadas por juegos: plancha la encimera y coloca dentro la bajera y la funda de las almohadas haciendo un paquete.

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Edredones, mantas, colchas…

Tendrás que reservar una parte del armario de la ropa blanca para estos elementos más voluminosos. Puede ser la zona más inaccesible, ya que estas cosas se utilizan con menos frecuencia.

De hecho, en verano puedes guardar edredones y mantas en fundas especiales que las protejan del polvo, aunque tampoco es tan importante siempre que las guardes en armarios cerrados.

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Las mantelerías, siempre perfectas

Manteles y servilletas deben tener un hueco en el armario de la ropa blanca, tanto los de diario como los de las ocasiones especiales. Una buen manera de ordenar los manteles que usas cada día es doblarlos en vertical al estilo Marie Kondo y guardarlos en un cajón, donde queden a la vista.

Las mantelerías más elegantes puedes envolverlas en papel de seda para protegerlas. Tienen que estar bien limpias, sin manchas que después se pongan amarillas y sean más difíciles de eliminar. Y totalmente secas, para que no huelan a humedad. Agrupa las servilletas para que no se mezclen.

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Un aroma especial

Abrir el armario de la ropa blanca y percibir un ligero aroma, fresco y limpio, es muy agradable. Por eso merece la pena colocar algún elemento que perfume el interior y los cajones.

Pueden ser jabones de olor o pequeños paquetes de lavanda. Si cuentas con un jardín o una terraza en casa puedes cultivar plantas de lavanda (Lavandula offincinalis). Llegado el momento podrás recolectar sus flores y meterlas en pequeñas bolsas de tela para guardar en los armarios.

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