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¿Estás pensando en hacer una reforma integral en la cocina? ¿Se ha estropeado tu placa de cocción y tienes que cambiarla? Tanto en un caso como en otro, ha llegado el momento de elegir una nueva placa de cocina y, antes de hacerlo, es importante que sepas qué te ofrece cada sistema y cuáles son sus ventajas e inconvenientes.

 

Elegir la mejor... para ti

Dentro de las opciones que existen hoy día, las más habituales son el gas, la vitrocerámica y las placas de inducción.

A la hora de decidirte por un sistema u otro, además de conocerlos bien, debes pensar en tu forma de vivir la cocina. Analiza el uso que vas a darle a tu placa, si cocinas mucho o no, si te gusta la cocina tradicional o tienes poco tiempo para preparar el menú diario. Si vives solo o sois familia numerosa. Todos estos aspectos influyen en la elección.

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Para los más tradicionales… ¡y los pro!

Las cocinas de gas eran las habituales hasta que comenzaron a despuntar las primeras vitrocerámicas, hace ya algunas décadas. Sin embargo, no han desaparecido… ¡ni mucho menos!

Se trata de cocinas que funcionan con gas butano o gas natural, que tienen quemadores de diferentes tamaños y soportes de metal en los que se colocan las cazuelas. Se accionan con mandos manuales que permiten regular la intensidad de la llama.

Te gustarán si tu estilo de cocina es tradicional. Además, es la alternativa favorita de los cocineros profesionales, ya que muchos opinan que se consiguen mejores resultados al cocinar con fuego.

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¿Por qué apostar por una cocina de gas?

Aunque actualmente el diseño de las cocinas de gas se ha modernizado, lo cierto es que se trata del sistema más clásico de todos. En cualquier caso, y como los demás, tiene ventajas e inconvenientes.

- Para empezar, la cocina de gas mantiene muy bien la temperatura de cocción. Calientan de forma rápida los recipientes y se regula sin problemas la intensidad de la llama, lo que es un aliciente para los amantes de la cocina tradicional.

Además es un método eficiente, ya que consume poca energía. Y puedes utilizar todo tipo de cazuelas, ollas y sartenes.

- En cuanto a los inconvenientes, el principal problema que presenta es una difícil limpieza, ya que hay que frotar los quemadores eliminando los restos para que no queden obstruidos. Por otro lado, existe un cierto riesgo de quemaduras, al tener llama. Además, hay que hacer al sistema una revisión periódica para controlar la seguridad.

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Placas vitrocerámicas, la opción asequible

Si el gas no te convence, existen otros sistemas para cocinar que funcionan con electricidad, como las placas vitrocerámicas, que comenzaron a aparecer en los años 90.

Incorporan unas resistencias que se calientan y transmiten ese calor al cristal que las cubre, regulándolo mediante un termostato interno.

Si bien son sencillas de usar, siempre es posible optar por modelos que incorporen alguna funcionalidad práctica, como el bloqueo de seguridad, por ejemplo.

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Sencillas y fáciles de limpiar

Las placas vitrocerámicas son la opción más asequible, económicamente hablando, pero también la menos sostenible a medio y largo plazo, por lo que se hace necesario valorar si es la alternativa adecuada.

- Presentan un diseño moderno y limpio, y no necesitan ningún mantenimiento. Además, mantienen el calor residual por lo que puedes seguir utilizándolas unos minutos después de apagadas.

- En contra tienen el consumo energético, bastante elevado. Tardan más tiempo en calentar y hay que tener cuidado con las quemaduras. Al no tener llama, pueden resultar un peligro para los niños, por ejemplo.

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Inducción: tecnología punta en la cocina

Se trata del sistema más avanzado de los tres, en lo que a tecnología se refiere. Aunque también funciona con electricidad, su tecnología es diferente al de las vitrocerámicas. Las placas de inducción crean un campo electromagnético que, si bien no se calienta en sí mismo, hace que todo elemento metálico que entre en contacto con él sí se caliente. Esta tecnología aporta seguridad, eficiencia y funcionalidad.

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Más eficientes y seguras

- Por su menor consumo de energía (ahorras hasta un 40% más de electricidad con respecto a las vitrocerámicas), por su seguridad (el cristal no quema) y sus prestaciones (se calientan muy rápido y transmiten bien el calor), las placas de inducción son, casi siempre, la mejor opción.

- Además, se limpian muy fácilmente ya que los restos de comida y las salpicaduras no se queman ni se quedan pegados al cristal, ya que este permanece frío.

- Sin embargo, también hay que tener en cuenta que es necesario hacer una mayor inversión, ya que su precio es más elevado. Además, no todos los recipientes de cocina sirven para las placas de inducción; tan solo los que tienen base ferromagnética. Seguramente tendrás que desechar baterías antiguas, cazuelas de barro, ollas, etc.

Un truco para saber si puedes usar tus cazuelas y sartenes en tu placa de inducción es acercar un imán a la base de las mismas. ¿Se queda pegado? Entonces sí puedes usar la cazuela.

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Diseños, formatos y tamaños

La oferta existente hoy en el mercado en lo que a placas de cocina se refiere es tan amplia que se abren ante ti muchas posibilidades. Elige el tamaño en función de los fuegos que puedas necesitar, según si cocinas mucho y varios platos a la vez o no.

Tienes placas pequeñas con dos fuegos para personas que viven solas, por ejemplo, y otras con cinco para cocineros prolíficos. Suelen tener diferentes tamaños, para adaptarse a recipientes grandes y pequeños.

También existen placas combinadas: con parrilla, plancha, etc. En cuanto a los colores, las blancas (como la de la foto, de El Corte Inglés) pueden ser una opción.

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La mejor limpieza

Valorar la tarea de limpiar la placa de cocción a la hora de elegir un sistema u otro no es ninguna frivolidad. Y, en este sentido, la inducción gana por goleada. Como apenas se ensucia, resulta facilísimo repasar con un paño húmedo y un producto adecuado para eliminar la grasa y las salpicaduras. El cristal permanece frío y los restos de alimentos no se queman, por lo que se limpian sin dificultad.

Las vitrocerámicas, aunque se limpian bien, ya presentan algún que otro quebradero de cabeza, cuando los restos de alimentos se pegan a la placa. Entonces puede que necesitemos una rasqueta para dejarla impecable.

En cuanto a los quemadores de gas, diremos que se trata de otra historia. Limpiarlos es mucho más latoso y complicado, ya que se requiere más tiempo y esfuerzo. Es necesario frotar hasta eliminar la suciedad, aclarar bien y secar a fondo antes de volver a colocarlos en la cocina.

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