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El girasol (Helianthus annuus) es una de las plantas con flor más apreciadas, no solo por su belleza, sino también por la gran variedad de usos que tiene (su fruto tiene hasta un 58% de aceite, que se emplea tanto para cocinar como para biodiésel). Pero si es conocida por algo es por su capacidad de orientarse siempre en la dirección del sol. Para cultivar girasoles en maceta y presumir de su belleza ya sea en el interior de tu casa o en tu terraza o jardín, estos son los cuidados para que se desarrollen frondosos y sanos.   

 

Una planta que mira al sol

Una de las peculiaridades de los girasoles es que se guían por la posición del sol. Es lo que se conoce como heliotropismo, la capacidad de algunos vegetales de reaccionar ante estímulos de luz natural y orientar sus hojas y flores hacia ella. El girasol es buena muestra de ello. Esta característica nos da ya una pista sobre sus cuidados. Y es que esta planta anual (crece, florece, da sus frutos y muere), que alcanza su máxima belleza durante el verano, necesita grandes dosis de luz solar. Para que se desarrolle correctamente necesita, al menos, 6 horas de luz solar directa. Aguanta bien el calor, aunque no toleras las temperaturas frías extremas. 

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Cómo son los girasoles

Entre las características principales de esta planta originaria de América del Norte destaca por ser una planta con un solo tallo del que nacen las hojas y, dependiendo de la especie, ofrecerá una sola flor en su parte superior, o se ramificará en varias inflorescencias. Estas miden entre 3 y 10 cm. Las especies para cultivar en maceta, las enanas, tienen una altura de 30 cm a un metro como mucho. Y esto es muy importante para elegir su maceta, ya que su sistema de raíces puede llegar a medir lo mismo que el tallo.

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Qué variedad de girasol me conviene

Existen más de 70 tipos de girasoles distintos. Diferenciaremos entre los enanos, perfectos para cultivar en maceta, y los gigantes, que se cultivan directamente en la tierra en el exterior. Lo habitual es que sus pétalos sean de un amarillo, brillante, pero hay híbridos que también tienen tonalidades anaranjadas y rojizas. Las mejores especies de girasoles enanos para maceta son Big Smile, Teddy Bear y Sunspot. 

El girasol Big Smile tiene unos pétalos de un color amarillo muy intenso y su centro es marrón. Tiene gran valor ornamental y no suele superar los 30 cm, lo que la hace perfecta para cultivar en maceta.  

El girasol Teddy Bear es el que menos se parece a los girasoles normales. Sus pétalos son muy finos y abundantes, llegando a tapar su centro, más pequeño y de color amarillo verdoso. 

El girasol Sunspot es una especie que puede encontrarse en varios tamaños (desde 50 cm a 1,5 m). Se caracteriza por su gran flor y gran producción de semillas.

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Dale agua, pero con moderación

Aunque el girasol es una planta que necesita constante humedad, es muy sensible al exceso de agua en el sustrato. Es mejor regar más veces y poco que darle riegos muy espaciados y abundantes. Si la planta sufre escasez, sus hojas y flores pierden energía y el tallo no tendrá suficiente fuerza para sostener su gran flor. Durante su crecimiento, sus necesidades de agua son mayores, aunque evita encharcarla. 

Ofrécela un riego constante pero moderado. ¿Un truco? Mete un palo (o el dedo) en la tierra: si sale con humedad es que no necesita agua, pero si sale seco, debes regarla. Asimismo, es mejor regarla a última hora del día, para que el calor y el agua no la quemen.

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 Una planta con pocas exigencias

Los girasoles son plantas que necesitan un buen drenaje para que su sistema radicular no se pudra por el exceso de agua. Para el sustrato, haz una mezcla de fibra de coco, turba y hummus de lombriz para contar con el fósforo y el potasio que necesita para un rápido crecimiento. Añade perlita y mejorará no solo el drenaje, sino también la retención de humedad. 

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Cuándo sembrar girasoles

Los girasoles son plantas anuales que alcanzan su máximo esplendor en verano, por lo que lo ideal es sembrarlas a finales del invierno, aunque si la temperatura es inferior a 4 ºC, no llegará a germinar. Ofrece los primeros brotes en primavera y crecerá hasta que florezca en verano. Después de dar su fruto, muere y termina su ciclo. Muchos girasoles ornamentales florecen tan solo 70 días después de haberlos plantado. 

Para disfrutar de flores durante más tiempo, puedes realizar la siembra de manera escalada: plantando semillas cada varias semanas. Así en verano, disfrutarás continuamente de su gran belleza.

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Cómo cultivar girasoles en maceta

Las especies enanas son ideales para decorar un balcón, una terraza o un interior (muy luminoso). Si compras las semillas, prepara primero los semilleros con una mezcla de turba, humus de lombriz y fibra de coco. Una hora antes de introducir las semillas en la tierra, mételas en agua para que se ablanden. Después, colócalas de dos en dos o de tres en tres sobre la superficie y echa una capa de la mezcla anterior. Riega los semilleros moderadamente. 

A los 10 días, verás cómo empiezan a brotar y al cabo de otros 10-20 días, ya estarán listos para el trasplante a la maceta. 

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Cómo trasplantar girasoles

Echa una tierra rica en nutrientes y con buen drenaje (puedes mezclarla con arena o fibra de coco) en la maceta en la que quieres trasplantar el girasol. Incluye también un fertilizante de efecto prolongado. Dependiendo de la especie, tendrás que dejar más distancia entre los girasoles. En las especies enanas, deja al menos unos 15-20 cm entre plantas. Haz los hoyos para introducir los plantones, cubre la base con más sustrato y riega abundantemente. Coloca la maceta en un lugar muy soleado. 

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Cómo cosechar las semillas de girasol

Es el mejor método de reproducción de girasoles. Deja que las semillas maduren en el tallo y, cuando empiecen a caer, corta el tallo 2 cm por debajo de la cabeza del girasol. Para almacenarlas (y así sembrarlas la siguiente temporada), colócalas sobre papel de cocina y deja que se sequen durante varios días (cuanto más secas, más durarán). Mételas en un recipiente con tapa y guárdalo en una zona fresca y oscura. Puedes añadir un poco de sal de sílice para mantenerlas secas o, incluso, congelarlas. 

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