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Los niños no paran. Se pasan el día corriendo, jugando, estudiando, haciendo deporte y, al fin y al cabo, aprendiendo. Sus jornadas son muy intensas, con un alto nivel de actividad, y por eso las noches han de ser reparadoras, protagonizadas por un descanso de calidad que les permita recuperar la energía.

Para que eso sea posible, el colchón es un elemento clave. A la hora de elegirlo hay varios aspectos que debemos considerar. Aquí tienes una guía que puede servirte de ayuda.

 

La importancia de descansar bien

Cuando cae la noche y los niños se van a la cama comienza un proceso de máxima relevancia para ellos: se produce el descanso imprescindible para el desarrollo infantil. Mientras los niños duermen, su cerebro consolida lo aprendido durante el día. Además, se potencia la atención y la memoria, y también se activa la función de crecimiento.

Por todo esto, y para lograr que nuestros hijos tengan el mejor descanso nocturno posible, se necesita un colchón de calidad, adecuado a su edad y a su etapa de desarrollo.

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¿Cuánto deben dormir los niños?

Es algo habitual oir a muchos padres comentar que sus hijos duermen poco, que no quieren descansar a la hora de la siesta o que se acuestan más tarde de lo que deberían.

En cualquier caso, y según la Asociación Española de Pediatría (AEP), el tiempo que han de dormir los niños depende de la edad y de su estado de salud física y emocional.

Para concretar podríamos decir que:

- Los recién nacidos, por ejemplo, duermen entre 16 y 18 horas al día.

- Cuando los niños están alrededor de los 2 años, duermen unas 13 horas diarias.

- De los 3 a los 5 años pasan dormidos de 10 a 12 horas al día.

- De los 6 a los 10 años, las horas se reducen a 10.

- Los adolescentes duermen, por lo general, entre 8 y 10 horas.

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Su primer colchón

Desde que el bebé nace hasta que cumple aproximadamente dos años, duerme generalmente en su cuna. Son muchas las horas que pasa descansando en ella, por lo que esta debe garantizarle un entorno seguro y confortable.

En lo que al colchón de la cuna se refiere, es clave que sea firme y cómodo, nunca blando. Un buen colchón con la firmeza adecuada previene problemas como la muerte súbita del lactante.

Además, ha de estar fabricado con materiales transpirables e hipoalergénicos, para evitar que el bebé pueda desarrollar alergias y problemas respiratorios. Un buen tratamiento antiácaros es otro de los requisitos que debe cumplir su primer colchón.

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¡A la cama!

Antes de que te des cuenta tu pequeñín será demasiado grande para dormir en la cuna y tendrás que pensar en buscar para él una cama adecuada. Este momento suele tener lugar cuando el niño está entre los 18 meses y los 2 años.

Más importante que la cama en sí, es encontrar el colchón adecuado que le servirá, por regla general, hasta los 10 años de edad aproximadamente.

- Debe tener una firmeza alta y ofrecer un buen nivel de confort. De esta forma la postura de la espalda del niño será la adecuada, y se adaptará a su cuerpo garantizando un correcto desarrollo.

- También ha de ser muy transpirable, para ofrecer una buena sensación térmica.

- En cuanto a las medidas, debes elegir un colchón adecuado para la cama en la que vayas a colocarlo. No hace falta que tenga el grosor de los colchones de las camas de adultos (entre 12 y 18 cm es suficiente para los niños).

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Muebles que crecen con tu hijo

En el momento en que el niño abandona su cuna de bebé para dormir en una cama, el colchón pasa a ser una prioridad. Sin embargo, no tienes por qué pasar a las dimensiones de una cama de adultos. Una opción es buscar un modelo extensible que irá aumentando de tamaño en función de las necesidades del niño.

Este tipo de camas suelen medir, en su posición más reducida, unos 80 X 130 cm, es decir, poco más que una cuna. El niño se sentirá menos extraño, más protegido que en una cama grande.

Si te decides por esta opción debes tener en cuenta que, o bien le cambias el colchón cada dos por tres, o utilizas uno de los que propone la firma sueca Ikea. En su catálogo se incluyen colchones para camas extensibles a los que puedes ir añadiendo módulos adicionales según aumenta la estatura de tu hijo, hasta llegar a una cama de 80 X 200 cm.

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Elige materiales de primera

Uno de los aspectos que más nos preocupa a los padres a la hora de elegir el colchón es el material con el que estará fabricado.

Igual que sucede en los colchones de adultos, debemos valorar determinados aspectos: la firmeza, el confort, la transpirabilidad, el presupuesto, etc.

Para empezar, tendremos que decidir es si queremos un colchón de muelles, de espuma viscoelástica o de látex.

Aunque existen colchones de látex para niños, este material es el menos elegido, ya que hay otras opciones que responden a las necesidades infantiles: firmeza adecuada, mayor ventilación y regulación térmica, etc.

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Muelles ensacados, firmeza y transpirabilidad

Los colchones de muelles han evolucionado considerablemente con el paso del tiempo. Hoy día los mejores modelos de este apartado son de muebles ensacados, lo que quiere decir que cada uno de los muelles va encapsulado de forma independiente, lo que favorece la adaptabilidad del colchón al cuerpo de los niños.

Elige un modelo que sea firme, aunque no en exceso, y que lleve un acolchado de calidad (de viscoelástica, a ser posible) que garantice un mayor confort.

Una de las mayores ventajas de este tipo de colchones es su gran transpirabilidad.

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Viscoelástica, una apuesta por el confort

Si estás buscando un colchón confortable para tus hijos, la espuma viscoelástica puede ser la alternativa perfecta, ya que ofrece una superficie de apoyo muy cómoda.

Sin embargo, es importante que el colchón tenga también la suficiente firmeza que los niños y adolescentes  necesitan, con un núcleo de alta densidad.

Como principal inconveniente habría que destacar que no resultan demasiado transpirables, aunque los modelos más innovadores van dotados con tratamientos termorreguladores que solucionan parcialmente el problema.

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Máxima protección

Además de elegir el colchón más adecuado para los peques, no puedes olvidarte de colocar una funda que lo proteja y que evite que se ensucie en poco tiempo.

Con los niños es prácticamente imposible que no se produzcan manchas, por lo que es necesario optar por una funda de calidad. Debe ser impermeable y, además, transpirable.

Por otro lado, es importante cuidar el colchón de tu hijo igual que lo haces con el tuyo: límpialo a fondo y airéalo cuando lo necesite.

También es necesario girarlo y darle la vuelta cada cierto tiempo, aunque es difícil que el colchón se deforme bajo el peso liviano del niño.

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