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Además de ser uno de los materiales más decorativos que existen, es también muy resistente y duradero y aporta a cualquier ambiente un aire de modernidad muy interesante. Encontramos el acero inoxidable especialmente en la cocina, aunque también puede estar en el cuarto de baño, en griferías y accesorios. Existen diferentes formas para limpiar y mantener el acero inoxidable brillante, en función del tipo de elemento y del uso que se le de.

 

Acero en la cocina: cuestión de elegancia

Lejos de ser un elemento novedoso, los electrodomésticos de acero inoxidable nos acompañan desde hace décadas, añadiendo a nuestras cocinas una buena dosis de modernidad y de elegancia. A pesar de ello no han perdido vigencia en todo este tiempo y siguen prevaleciendo sobre los electrodomésticos de color blanco.

Es cierto que en los últimos tiempos existen otras opciones, como los frigoríficos con puertas de cristal templado disponibles en distintos colores, pero aún así el acero sigue siendo una alternativa contemporánea y muy actual.

Uno de los problema de los electrodomésticos de acero inoxidable son las marcas de dedos que suelen quedar impresas en estas superficies con el uso frecuente. Sin embargo, son fáciles de eliminar pasando una bayeta de microfibra húmeda y secando después para no dejar ninguna marca.

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Un mantenimiento sencillo

Las superficies de acero inoxidable no son más difíciles de limpiar que cualquier otro material que pueda estar presente en las cocinas de hoy. De hecho, al tratarse de un material liso y no poroso, resulta higiénico y fácil de mantener limpio.

Para lograrlo solo has de repasarlo con una esponja mojada en una solución de agua y jabón neutro. No es necesario utilizar productos más fuertes, al menos no en la limpieza habitual.

 

Un consejo

Es importante no utilizar estropajos abrasivos que puedan rayar el acero. Utiliza esponjas y bayetas suaves.

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Limpieza profesional

Una prueba de que el acero inoxidable es un material todoterreno la encontramos en el hecho de que la mayoría de las cocinas profesionales de restaurantes, por ejemplo, son de este material, desde los fogones hasta la encimera, los estantes y los armarios.

En este tipo de espacios la higiene es fundamental, y este material es fácil de limpiar. Los profesionales suelen utilizar productos especiales que desinfectan las superficies y las mantienen libres de bacterias y gérmenes. Este tipo de higiene no es necesaria en tu casa, a pesar de que ahora en tiempos de coronavirus hemos de cuidar al máximo la desinfección de la cocina. Para el uso cotidiano, una limpieza a fondo con agua y jabón es suficientemente efectiva.

 

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Explora opciones naturales

Si eres de los que prefieren evitar los productos agresivos y optar por ingredientes más naturales, también tienes a tu alcance algunas formas efectivas de limpiar el acero inoxidable.

- Puedes utilizar bicarbonato, un comodín multiusos que resulta muy útil en toda la casa. Te ayudará a dejar la encimera de acero inoxidable de lo más brillante. Basta con extenderlo con una esponja húmeda, aclarando después y secando con un paño.

- Vinagre diluido en agua: utilízalo para limpiar y abrillantar los elementos de acero inoxidable, como el fregadero o los grifos.

- Zumo de limón: otra opción natural con la que conseguirás devolver el brillo al acero.

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El poder limpiador de la ginebra

Esta es una solución sencilla y práctica que te servirá para dejar impolutas las superficies de acero inoxidable: ya se trate de los electrodomésticos, de la encimera o de la campara extractora. No tienes más que humedecer un paño limpio con un poco de ginebra (de la más corriente que tengas) y frotar el acero. Además, no hace falta aclarar después. Es importante que uses un paño que no suelte pelusa.

 

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Combatir la cal del agua

Las manchas blanquecinas que produce la cal del agua deslucen el brillo del acero inoxidable. Son frecuentes en los grifos y en el fregadero, en especial en aquellas zonas en las que el agua es muy dura.

Para acabar con ellas de un plumazo puedes utilizar un producto antical de los que encuentras en droguerías, aunque resultan bastante agresivos. Lo mejor es fabricar tú mismo tu propio antical casero, tan efectivo o más que los comerciales. Para ello no tienes más que mezclar agua, vinagre y alcohol a partes iguales. Pulveriza sobre el elemento a limpiar y seca sin necesidad de aclarar con agua. Te sorprenderá el resultado.

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Cómo recuperar el brillo

Con el paso del tiempo los elementos de acero inoxidable van perdiendo el brillo que solían tener. Y esto ocurre no solo con los grifos, sino también con las encimeras, la campana extractora y otro tipo de superficies de este material.

Para solucionar el problema existen diferentes métodos. Uno de ellos consiste en aplicar aceite de oliva y frotar con un paño limpio o con un papel de cocina. Esta solución, además de abrillantar, logrará disimular cualquier arañazo que tengan las superficies de acero. No las eliminará pero hará que se noten menos. También resulta efectivo utilizar aceite de bebés.

 

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Cosas que no debes hacer nunca

Aunque son muy resistentes, las superficies de acero inoxidable pueden estropearse si no utilizamos los productos adecuados para limpiarlas. Hay determinados elementos que es mejor evitar, si no queremos deteriorar el material.

Además de los estropajos abrasivos (como los metálicos de níquel), nunca limpies el acero inoxidable con lejía o desinfectantes formulados a base de cloro. Con el tiempo apagan el brillo del acero.

Tampoco emplees detergentes en polvo, ya que podrían rayar la superficie, ni limpiadores específicos para objetos de plata, pues pueden producir corrosión en el acero.

 

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Ollas y cacerolas impecables

Cazuelas, ollas y baterías de cocina suelen estar fabricadas con acero inoxidable. Si las cuidas de la manera adecuada te durarán muchos años. El primer consejo es limpiarlas siempre a fondo para que la suciedad no se vaya acumulando.

Si ya es demasiado tarde y tus cazuelas se han ennegrecido lo mejor que puedes hacer es dejarlas en remojo en agua muy caliente con un buen chorro de jabón lavavajillas. Espera al menos 30 minutos y después friégalas con un estropajo que no raye.

Si aún así no consigues un resultado óptimo, utiliza agua y amoniaco para dejarlas como nuevas.

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