1/9 © Adobe Stock

Los electrodomésticos son una parte esencial de la cocina. Si hay algunos que son imprescindibles, como el frigorífico o la lavadora, otros resultan muy prácticos, y nos hacen la vida mucho más fácil, como, por ejemplo, el lavavajillas. Ese aparato que nos garantiza la limpieza, impecable, de nuestros platos, cubiertos...

Para sacarle el máximo rendimiento, conviene elegir un modelo de calidad, con una clasificación energética de A+++ para mantener el consumo eléctrico bajo control. Pero, además, es necesario limpiarlo con frecuencia para lograr que esté siempre en buen estado.

 

Un ahorro indiscutible

Son muchas las razones que existen para tener un electrodoméstico como el lavavajillas en la cocina. La primera es que nos ahorra tiempo y esfuerzo en la tarea cotidiana de fregar los platos. Sin embargo, éste no es el único motivo. Tal y como avalan diversos estudios realizados en los últimos años, poner el lavaplatos supone un ahorro de agua considerable frente a fregar a mano. El Canal de Isabel II, por ejemplo, realizó un análisis sobre el tema en el que concluyó que este electrodoméstico ahorra 30,6 litros de agua por familia y día, en comparación con fregar a mano.

En cualquier caso, es importante saber utilizarlo de la manera más eficiente posible:

- Opta siempre por un modelo de categoría A+++.

- Utiliza un programa ECO (lo incluyen todos los lavaplatos). Es más largo, pero consume menos agua y energía.

- Utilízalo siempre con carga máxima y coloca bien los platos para conseguir los mejores resultados.

Relacionado: Consejos para dejar tu horno impoluto

 

2/9 © Neff

La limpieza, imprescindible

Bien utilizado, el lavavajillas te hará un servicio increíble, dejando platos, vasos y copas impolutos, sin tener que realizar ningún esfuerzo por tu parte. Y ahora más que nunca, este electrodoméstico te ayudará a desinfectar tu vajilla en caso de ser necesario por el problema sanitario del coronavirus.

En contraprestación, tú deberás limpiar el lavaplatos para que no se acumule la suciedad y evitar malos olores en la cocina.

Dicha limpieza comprende diferentes aspectos: el interior, el filtro, las aspas, la goma de la puerta, los accesorios y los conductos internos. Cada una de las partes requiere un tratamiento diferente.

Relacionado: Todas las claves para elegir el aspirador perfecto para ti

 

3/9 © Adobe Stock

No enjuagar los platos

A la hora de cargar el lavavajillas con los platos y demás utensilios es importante retirar los restos de comida que puedan tener. Si no lo hacemos, tarde o temprano acabarán introduciéndose en el interior del aparato, en el filtro y demás elementos, y provocarán olores desagradables.

Sin embargo, y aunque retirar los restos es importante, no es aconsejable enjuagar los platos debajo del grifo previamente. Además de suponer un gasto extra de agua, los platos quedan “casi” limpios, lo que provoca que las enzimas del detergente no rindan como deberían hacerlo. Lo mejor es eliminar en seco los restos de comida y dejar que el aparato cumpla su función.

4/9 © Adobe Stock

El filtro, una vez al mes

Esta es la frecuencia aproximada con la que debes limpiar el filtro del lavavajillas. Se trata de una tarea sencilla que no resulta demasiado pesada. Consulta las instrucciones del fabricante para saber cómo desmontarlo, y después lávalo con agua y jabón. Si está muy sucio, déjalo en remojo en agua caliente durante unos 30 minutos y después friégalo debajo del grifo frotando para eliminar la suciedad. Después vuelve a montarlo en su sitio.

 

5/9 © Adobe Stock

Las aspas y demás accesorios

La limpieza de las aspas es también un capítulo importante en lo que al mantenimiento del lavavajillas se refiere. En algunos modelos las aspas se pueden abrir para lavarlas a fondo por el interior con agua y jabón o un producto desengrasante. En caso de que las aspas de tu lavaplatos no se desmonten, déjalas a remojo en agua caliente y después lávalas debajo del grifo. No olvides limpiar también los accesorios del interior como las bandejas, y el contenedor de los cubiertos. La junta de la goma de la puerta se repasa con una bayeta y agua jabonosa.

Relacionado: Cómo limpiar y desinfectar a fondo la cocina

 

6/9 © Ikea

Utilizar productos naturales

Ya sabes que los ingredientes naturales nos ayudan a mantener limpia casi toda la casa, incluidos los electrodomésticos de la cocina. Para dejar tu lavaplatos impoluto y sin rastro de suciedad con una limpieza ecológica puedes usar vinagre o bicarbonato.

- Con vinagre: una vez hayas repasado el exterior, el filtro y la goma, programa un ciclo a alta temperatura con el lavavajillas vacío. Cuando hayan pasado 15 minutos, abre el aparato y vierte en el interior un vaso de vinagre blanco. Vuelve a cerrarlo y deja que termine el ciclo.

- Con bicarbonato: más que para limpiar, el bicarbonato te servirá para acabar con los malos olores que puedan acumularse. Espolvorea el interior del aparato y programa un ciclo corto.

 

7/9 © Ikea

Combatir los malos olores

Aunque te preocupes por mantener limpio tu lavavajillas, es inevitable que se produzcan malos olores, sobre todo en verano con el calor. Los platos sucios acumulados dentro del aparato terminan por oler mal. Por eso, si tienes que esperar para ponerlo a funcionar a carga completa, lo mejor que puedes hacer es colocar un ambientador específico para lavavajillas. Te ayudará a combatir el mal olor que generan los platos sucios y que pueden afectar a la cocina y a toda la casa.

 

8/9 © Ikea

Impecable, también por dentro

Además de limpiar el filtro y los accesorios, también es necesario mantener en buenas condiciones de higiene el interior de la máquina, en especial los conductos. Para lograrlo hazte con un producto especial limpiamáquinas y utilízalo siguiendo las instrucciones del fabricante. Normalmente se coloca el envase invertido en el interior del lavaplatos vacío y se programa un ciclo de lavado.

Relacionado: La lavadora sale de la cocina: ideas para crear una zona de lavado

 

9/9 © Ikea

Para evitar la formación de moho

El calor y la humedad crean el entorno perfecto para la formación de moho, que puede acumularse, por ejemplo, en la goma de la puerta. Para evitar que esto suceda, conviene dejar la puerta abierta unos 20 minutos después de cada uso para que no se condense la humedad. Si aún así se produce moho, en la goma de la puerta por ejemplo, puedes tratar de eliminarlo con una solución de agua y lejía (dos cucharadas soperas de lejía por un litro de agua).

Relacionado: ¿Sabes utilizar correctamente la lejía como producto de limpieza?

 

Más sobre: