Fiel a su estilo, Kelly emplea su paleta de colores neutros y tranquilos de tonos topo, blanco, beiges y grises, complementados por toques de verde, rosa empolvado, azul pavo real, naranja bronce, níquel y oro rosa. Su amor por las texturas también se deja sentir, enriqueciendo y añadiendo una nueva dimensión al espacio, al mismo tiempo que emplea la iluminación para crear efectos llenos de dramatismo, que proporcionan la luz idónea en cada rincón. Así, en el salón, las impresionantes lámparas de burbujas de vidrio sobre los sofás (todos diseños de la interiorista) contrastan, sin chocar, con las líneas rectas de las luminarias del comedor, y ‘flotando’ se suman al equilibrio del ambiente.