Si algo caracteriza el trabajo de Carolina Maluhy es que no cae en los artificios: diseña casas prácticas, que duran y que acompañan a quienes las habitan. Esa mezcla tan suya de arquitectura, interiorismo y funcionalidad, máscentrada en cómo vive la gente que en crear escenarios "impostados", fue exactamente lo que convenció a los propietarios de este ático en São Paulo. Curiosamente, esa misma naturalidad es la que hace que, al final, su trabajo acabe en revistas, como esta vivienda: práctica para quienes la viven, pero con una presencia que habla sola.
La familia lo tenía clarísimo. Querían un piso amplio, luminoso y cómodo, donde el día a día con dos niños pequeños no fuera una batalla contra el orden, sino algo natural. Espacios abiertos que favorecieran la conversación, zonas sociales bien integradas para recibir amigos, y ambientes tranquilos donde cada uno pudiera desconectar.
Carolina entendió rápido estas pautas y propuso una transformación total. Reorganizó la distribución, derribó paredes que no tenían sentido y apostó por materiales resistentes y cálidos que aguantan trote sin renunciar a la estética. Hoy, el ático no solo está actualizado: es un hogar coherente, fluido y muy bien pensado. La luz manda, la madera unifica y las piezas hechas a medida terminan de darle esa sensación de proyecto sólido.
Cuando empezó la obra, Carolina no se esperaba la primera gran noticia del proyecto: al desmontar el falso techo original descubrieron una altura mucho mayor de la que figuraba en los planos. Y claro, eso lo cambió todo. Ese "regalo" permitió trabajar el salón–comedor con una sensación de amplitud impresionante, abrir hueco para la librería a doble altura y diseñar la escalera helicoidal como una pieza escultórica, de acero corten, que ordena el espacio sin imponerse.
Justo después de esa primera impresión del techo, la mirada va directa a la zona de estar, organizada en una U que funciona de maravilla. Frente al gran ventanal se colocó un sofá blanco de tres plazas que deja claro que ese es el mejor sitio del salón; delante de la librería, dos butacas rojas ponen la nota vibrante —como si a esta casa le hiciera falta más carácter, ¡si va sobrada!—; y cerrando la composición, un banco que suma asientos sin restar ligereza. Todo gira alrededor de una mesa de centro generosa y robusta, apoyada en una alfombra de patrón geométrico en tonos tierra que ordena el ambiente y le aporta ese punto gráfico que termina de rematar la escena.
Las puertas acristaladas del salón se han vestido con unos visillos ligeros que llegan hasta el suelo. Sin duda, la decisión más acertada, ya que con un techo tan alto, este tipo de cortina ayuda a mantener la proporción del espacio y evita que la pared se vea "cortada".
Junto a la zona de estar está el comedor, un espacio amplio con una mesa de travertino acompañada de sillas tapizadas de esas que son realmente cómodas, de las que te permiten estar un buen rato sentado sin pensar en cambiarte al sofá. Y en el techo, una lámpara líneas orgánicas que aporta movimiento y un toque diferente.
Durante el día entra mucha luz y, por la noche, la iluminación cálida crea un ambiente relajado que sirve para todo: comidas rápidas, deberes, reuniones improvisadas o una cena con amigos.
La arquitecta remató el comedor con un aparador hecho a medida en maderay con latrasera del mismo material que la mesa de comedor, lo que hace que todo quede unificado. Es un mueble práctico, con huecos para libros y piezas del menaje, y una repisa donde los jarrones de barro y las hojas verdes aportan un toque de vida.
La cocina de este ático demuestra que funcionalidad, calidez y buen diseño pueden ir perfectamente de la mano. Gracias a la combinación de madera natural y una suave laca verde, se ha creado un ambiente moderno y muy acogedor.
Además, el espacio se organiza en dos áreas claramente diferenciadas: la cocina propiamente dicha y un rincón de comedor con una mesa y un par de sillas. La pared de esta última zona se ha aprovechado al máximo mediante módulos de almacenaje que quedan totalmente integrados, ya que los frentes lisos, sin tiradores, comparten el mismo material y acabado que reviste todo el conjunto.
La espectacular librería continúa sin cortes desde el suelo del salón hasta el techo de la primera planta. No hay trucos ni cambios de material: la misma madera, el mismo ritmo de huecos y la misma presencia cálida que ya se veía abajo.
Siguiendo el recorrido por la planta superior, la librería recorre todo el frente y gira en L, ocupando también la pared lateral. Un rincón ideal para colocar una butaca tapizada, cómoda y recogida, perfecta para leer, trabajar con calma o simplemente tener un momento de desconexión.
Un comedor íntimo que también sirve para trabajar o charlar
En esta primera planta también se ha creado un pequeño ambiente con una mesa redonda y dos sillas, suficiente para comer algo rápido, revisar correos o sentarse a conversar en un lugar más tranquilo. La decoración sigue la misma línea contemporánea del resto de la casa: base neutra, piezas bien elegidas y toques de color a través de obras de arte. En este caso, un cuadro azul de buen tamaño.
Es de la misma madera del resto de la casa y tiene una hornacina central revestida en piedra natural, que viene de maravilla para tener a mano esas bebidas que más se consumen en el día a día.
Para decorar el dormitorio principal, se apostó por laneutralidad y el confort: un cabezal tapizado a rayas en tonos suavesque recorre la pared de la cama, mesilla en madera clara y textiles naturales. La suite tiene vestidor y dos baños independientes, lo que aporta funcionalidad real para el día a día. Nada barroco, nada frío: una habitación que baja revoluciones.
Tonos azules, líneas limpias y unas baldas en el que colocar libros, figuras y objetos con un significado especial para el "peque". La idea de poner una cama nido que, durante el día, hace las veces de sofá consigue que el dormitorio no se sienta muy infantil.
Otro ejemplo de cómo Carolina trabaja el color sin caer en estereotipos. Sí, hay rosa, pero un rosa elegante, lavado, combinado con la calidez de una estantería a medida, tipo puente, que rodea cama. Los cojines cilíndricos, el panelado y la ropa de cama crean un ambiente dulce pero contemporáneo, que puede acompañar muchas etapas de crecimiento sin necesidad de reformar cada pocos años.
El aseo de cortesía es un espacio pequeño, pero tiene algo especial. Y es que todo se ha resuelto con piezas auténticas y con presencia. Con una encimera es de madera en estado casi bruto, sin barnices ni artificios; un lavabo de piedra sigue esa misma línea natural; y detalles étnicos —tanto las cestas de fibra como los paipáis enmarcados que decoran una de las paredes—, se ha conseguido un baño muy singular, sencillo, pero con carácter propio. Un buen ejemplo de cómo, incluso en pocos metros, se puede crear un ambiente que dice algo.
Esta área es clave para la familia, que disfruta recibiendo amigos. En la imagen vemos un espacio abierto, organizado y pensado para cocinar mientras se charla: madera acanalada, encimeras duraderas y una gran mesa central acompañada de varias sillas. El techo de lamas filtra la luz y genera una sombra rítmica muy interesante. Esta terraza es el corazón social de la vivienda, perfecto para largos almuerzos de domingo y cenas informales.
La piscina de la terraza es uno de esos espacios que no necesitan mucha explicación: se ve y apetece al instante. La arquitecta la rodeó de vegetación para darle privacidad y una sensación más recogida, casi como un pequeño oasis en mitad de la ciudad. La barandilla de cristal deja las vistas completamente abiertas, así que mientras te das un baño o te tumbas en la hamaca, la ciudad aparece al fondo. ¡Un lujo!