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Pilar García-Ferrer, arquitecta: “Cuando colocamos el sofá con intención, se convierte en un elemento que ordena, define y da armonía al espacio que habitamos"


La experta nos da las claves para cambiar de sitio los muebles de tu salón y lograr no solamente un efecto estético, sino también mejorar nuestro ánimo y la energía de la estancia.


La arquitecta Pilar García-Ferrer sentada en sofá blanco, rodeada de cojines, con pared con papel pintado, cuadro con marco dorado© Javier Calleja Rovira
4 de noviembre de 2025 - 18:13 CET

Si, a veces, necesitas vivir en otro salón, y el motivo no son sus piezas y accesorios, sino porque estás cansada de lo de siempre, este artículo es para ti. "Hay días en los que siento que mi casa me habla. Que una pieza se ha cansado de estar donde estaba, que una lámpara pide otra luz o que el sofá, simplemente, necesita respirar distinto. No hace falta reformar ni redecorar, a veces basta con mover los objetos", cuenta la arquitecta Pilar Garcia-Ferrer, fundadora de Pilsferrer. Y nosotros no podemos estar más de acuerdo.

 Además, mover los muebles de sitio tiene un significado más allá de la estética. Esta sencilla acción relaja, puede mejorar tu estado de ánimo y, como señala la experta, “cambiar la energía del espacio. Con los años he descubierto que el mobiliario, como las personas, también tiene su propio diálogo. Que un pequeño movimiento puede alterar por completo la percepción de una estancia. Que el salón puede parecer nuevo sin añadir nada, solo reinterpretando lo que ya existe”. La arquitecta nos da las ideas de decoración que necesitas para estrenar estancia, reutilizando tus cosas de siempre. 

Salón con zócalo alto de madera, sofá blanco con rayas grises, cojines, cuadros de colores, rincón con dos butacas blancas y mesa auxiliar, mesas de centro, planta en el suelo, hornacina con estantería © Javier Calleja

El sofá como marco del espacio

En el centro de la estancia, pegado a la pared, junto a una ventana… ¿Quién dijo que el sofá no se puede mover? 

"Es la pieza que estructura el salón y le da sentido, como un trazo grueso sobre un plano. Colocarlo en el centro o perpendicular a una pared puede definir ambientes, como una zona de lectura, otra de conversación o de descanso, sin necesidad de dividir con tabiques. Cuando se sitúa con intención, el sofá se convierte en un marco que ordena, dirige y da ritmo al espacio que habitamos", señala la fundadora de Pilsferrer. 

En este ambiente, diseñado por Pilsferrer Estudio, el sofá (modelo Sabatini) se erige como el centro del espacio, sin ceder ni un ápice de protagonismo. El zócalo alto ayuda a este efecto.  

Salón con molduras y ventanas con contraventanas de madera blanca, butacas verdes, cuadros en la pared del sofá, aparador de madera, alfombra blanca, sofá blanco, dos mesas de centro © John Taylor

Las alfombras dibujan el plano 

Muchas veces las pasamos por alto, sin llegar a entender su papel en esta estancia, y no solo hablamos a nivel confort. "Siempre pienso en las alfombras como 'líneas imaginarias', ya que delimitan sin encerrar. Una grande unifica, varias pequeñas fragmentan. Jugar con sus proporciones cambia la lectura del espacio más que cualquier color. Incluso una curva puede acompañarte en el recorrido y guiar la mirada con suavidad, como un gesto continuo que invita a moverse por la estancia", apunta Pilar García-Ferrer. 

Como ocurre en esta imagen, que pertenece a una casa de John Taylor, donde la alfombra acota la zona de estar y crea un conjunto conectado y en armonía. 

Salón con hornacina en la pared forrada de madera y con baldas, mesas de centro de madera oscura, sillas tapizadas en color burdeos, lámpara de techo XL, cuadros en la pared, sofá beige con tela a rayas, butaca de fibras vegetales© Javier Calleja

El orden imperfecto

"La simetría da calma, pero la imperfección da vida. Me gusta crear composiciones equilibradas, como dos lámparas gemelas o dos mesas laterales, y luego romperlas con algo inesperado: una butaca libre, un cuadro desplazado, una planta que invade un eje… El equilibrio, cuando es demasiado perfecto, deja de respirar".

En este ambiente, diseñado por Pilsferrer Estudio, las dos mesas de centro Vendome 'chocan' con la butaca de fibras vegetales y con el sofá Aranjuez. Todo de Pilsferrer. 

Salón con sofá beige, alfombra, aparador con cuadro apoyado, ventanal con salida all jardín, butaca, cortinas blancas con cenefa © Carla Capdevila

Los cuadros bajan a nuestro nivel

Cuadros y fotografías tienen la capacidad de transformar las estancias, simplemente sacándolos de su zona de confort o jugando con la altura. "A veces colgamos los cuadros demasiado altos. Me gusta acercarlos al mobiliario, apoyarlos en el suelo o sobre una consola. Así, dejan de ser ‘decoración’ y se convierten en parte del espacio", cuenta la experta.

En esta propuesta de Jorge Alonso Estudio, el cuadro que reposa sobre el aparador bajo acapara las miradas e imprime calidez y cercanía al ambiente. 

Sofá beige con cojines en los mismos tonos, mesa auxiliar de madera con jarrón de cristal con hojas verdes© Mercè Gost

 Las mesas auxiliares marcan el ritmo

Fáciles de trasladar, estas piezas te permiten un sinfín de configuraciones. "Son pequeñas esculturas funcionales. Moverlas de sitio, variar sus alturas o agruparlas en parejas cambia la lectura del salón. Las mesas auxiliares marcan el ritmo del espacio: donde las pones, se detiene la mirada". 

En este ambiente, que firma Tinda's Project, la mesa auxiliar de madera junto al sofá actúa como punto de apoyo y como plus decorativo. 

Salón con chimenea y butacas de madera con cojín blanco, mesa de centro con el sobre negro, lámpara de techo, alfombra de fibras vegetales y lámpara de sobremesa © Manolo Yllera

La luz también se mueve

La luz, y con ella las lámparas, también puede cambiar de lugar y aportar su granito de arena en nuestro nuevo salón. "Siempre pienso que iluminar es una forma de construir sin tabiques. Por eso, antes de comprar una lámpara nueva, movería la que tengo. Un modelo de pie en un rincón diferente puede equilibrar toda la estancia. Combinar luces altas y bajas genera profundidad y textura, como si el espacio se pintara con luz", afirma la experta. 

En el salón de la imagen, que pertenece a una casa de Viu Empordà, la lámpara de sobremesa es la luz móvil, que se adapta a cada situación. 

Salón con chimenea, sofás blancos, alfombra blanca y mesa de centro blanca, pared de madera con televisión integrada© Germán Cabo

Vaciar para entender el espacio 

En ocasiones, para tener perspectiva, tal y como recomienda la Pilar García-Ferrer, es necesario imaginar o ver el salón vacío, sin todas esas piezas que le dan vida, pero que, a veces, no te dejan ver la luz ni una visión de conjunto. 

"Es un gesto radical pero muy útil. Despejar todo, aunque sea por unos minutos, permite redescubrir el salón como si fuera ajeno. Aparecen los recorridos naturales, las diagonales visuales, los huecos que piden vida… Es la forma más sencilla de ver lo que el espacio te está pidiendo", puntualiza. 

El color blanco que inunda el salón de la imagen, diseñado por Inspira Design, ayuda a hacerse una composición del lugar. 

Salón comedor con lámpara de araña, butaca, mesa de centro gris con revistas y libros, mesa de comedor blanca, sillas de madera tapizadas en blanca, suelo de madera, taburete rojo© Javier Calleja

Las diagonales abren perspectivas

La simetría, tal y como dice la arquitecta, da calma, pero puede encorsetar los espacios, sin darnos cuenta. "Cuando todo está paralelo, el espacio se vuelve rígido. Basta con girar una butaca o colocar la mesa auxiliar en diagonal, para que el salón respire diferente. Es un gesto mínimo, casi invisible, pero que transforma la sensación de movimiento", asegura. 

El efecto que tiene este pequeño gesto de mover la dirección de los asientos, por ejemplo, se ve en este salón comedor, diseñado por el estudio, que adquiere dinamismo y frescura, acabando con la rigidez estética. 

Rincón del salón con cómoda de madera con cajones, cuadro apoyado sobre ella, adorno dorado, jarrón de cristal, sofá blanco, butaca © Javier Calleja

Redescubrir las piezas que ya tenemos

"Mover una antigüedad o un mueble especial a otro lugar puede cambiar por completo su presencia. Esa cómoda que lleva años en la entrada puede convertirse en una pieza de apoyo en el salón, un aparador con historia o un punto de atención cargado de memoria. Darles un nuevo uso es una forma de mantener viva su energía y renovar la mirada sobre lo que ya forma parte de nosotros" cuenta la fundadora de Pilsferrer. 

En esta propuesta de su estudio, la cómoda se reinventa en mueble de salón, aunque también encajaría en el dormitorio e, incluso, en un recibidor amplio. 

Salón con sofá blanco, alfombra gris, mesa de centro con el sobre blanco, puffs de flores, cojines de cuadros verdes sobre el sofá© Javier Calleja

Piezas que adquieren otros usos

Hay muebles que pueden pasearse por toda la casa y en todas las estancias encuentran su lugar ideal.

"Lo importante no es que el salón parezca más grande, sino que se sienta más tuyo. Y hay piezas, como los pufs (modelo Zarzuela de Pilsferrer), que lo entienden bien: viven en constante movimiento. Hoy son un asiento extra, mañana un apoyo en la entrada para descalzarse o un punto auxiliar junto al sofá. Los espacios, como las personas, también necesitan adaptarse, moverse y respirar distinto de vez en cuando". 

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.