El granado (Punica granatum) es mucho más que un árbol frutal: es un símbolo de fertilidad, longevidad y belleza que ha acompañado a la humanidad desde tiempos antiguos. Originario de regiones cálidas de Asia Occidental, tiene un porte elegante, además, se distingue por sus brillantes flores rojas o anaranjadas, que brotan entre su follaje verde intenso. Su floración es un espectáculo visual que anuncia la llegada de sus preciadas frutas: las granadas.
Descubre cómo cuidar un granado para que no solo florezca, sino que dé frutos durante décadas. Te vamos a hablar desde la elección del suelo hasta los secretos de la poda, pasando por el riego y la protección contra plagas, en esta guía para que tu granado luzca siempre esplendoroso.

La estación dorada para plantar tu árbol frutal
El granado debe plantarse en otoño, como la mayoría de los árboles frutales (salvo especies sensibles al frío del invierno como los cítricos en zonas con riesgo de heladas), porque esta estación ofrece condiciones ideales para el enraizamiento. Y es que las temperaturas más frescas y la humedad constante favorecen el desarrollo radicular sin el estrés hídrico del estío, mientras que el suelo aún conserva el calor del verano, lo que permite que las raíces se establezcan antes del invierno y crezcan con vigor en primavera. Otoño es de hecho una época fabulosa para el granado, un momento en el que este caducifolio no solo cambia el color de sus hojas sino también en el que pueden cosecharse sus granadas.
Aunque su crecimiento no es especialmente rápido, el granado puede comenzar a dar frutos entre los 3 y 5 años tras su plantación, siempre que reciba los cuidados adecuados.

El granado necesita pleno sol
El granado prospera en ubicaciones de pleno sol, donde recibe al menos seis horas diarias de luz directa. Esta exposición solar es clave para una floración abundante y una fructificación generosa. En zonas con sombra parcial, su producción de frutos puede verse comprometida, por lo que elegir un emplazamiento soleado es esencial para garantizar su vitalidad y generosa cosecha.

El granado: el frutal que se adapta a casi cualquier tierra
Un gran secreto del granado es su capacidad de crecer donde otros árboles no pueden, dado que es muy adaptable acerca del tipo de sustrato. A diferencia de otros cultivos que requieren suelos específicos y cuidados constantes, este árbol parece sentirse cómodo casi en cualquier terreno. Desde una ladera pedregosa y seca hasta una huerta fértil, el granado demuestra una sorprendente capacidad para prosperar en condiciones muy diversas.
Puede crecer en tierras arcillosas, suelos calcáreos, arenosos o incluso en zonas con poca materia orgánica. Eso sí, como todo ser vivo, tiene sus preferencias: se desarrolla mejor en suelos profundos, bien drenados y ricos en nutrientes. En terrenos muy arenosos, donde el agua y los nutrientes se pierden rápidamente, el granado agradecerá una ayuda extra en forma de fertilizantes para asegurar una buena cosecha.
Otra de sus ventajas es su tolerancia al pH del suelo. Puede crecer tanto en tierras ácidas como en moderadamente alcalinas, con un rango que va del 4,5 al 8,2. Sin embargo, su ‘zona de confort’ se sitúa entre el 5,5 y el 7,2.

Agua óptima para un fruto perfecto
El granado es un árbol resistente, que se adapta a un amplio rango de climas, también cálidos y secos. Aunque soporta bien los periodos de sequía, necesita riegos regulares para desarrollar frutos jugosos y de buena calidad. Por lo general, durante los meses más calurosos, en verano, conviene regarlo un par de veces por semana; en primavera y otoño, bastará con hacerlo una vez por semana. Mientras que, en invierno, cuando el árbol entra en reposo, el riego puede reducirse notablemente, siempre vigilando que el suelo no llegue a secarse del todo. Riega solo cuando las raíces lo necesiten y evita hacerlo justo antes de heladas o con temperaturas bajo cero.
Con algunos trucos de jardinero, el granado puede exprimir hasta la última gota de agua. En verano, lo ideal es aplicar riegos profundos (en lugar de ligeros). Un truco es usar el sistema por goteo, así el agua llega directamente al suelo y no se pierde por evaporación. Y en terrenos sueltos o muy drenantes, un acolchado alrededor del tronco ayuda a conservar la humedad y evita que el suelo se caliente demasiado.
Ten en cuenta que siempre un árbol tendrá más sed cuanto más joven sea, pero una vez establecido, se vuelve más tolerante a la sequía.

¿Por qué no da granadas?
En un jardín doméstico, un solo granado basta para obtener frutos, ya que se autopoliniza. Sin embargo, si no produce granadas, lo más probable es que falten polinizadores, como abejas, mariposas o algunas aves. Para potenciar su presencia, conviene enriquecer el entorno favoreciendo la biodiversidad: plantar flores que atraigan insectos, colocar bebederos para pájaros y evitar pesticidas agresivos. Estas pequeñas acciones pueden marcar la diferencia entre un árbol estéril y una cosecha generosa.
Por si no lo sabías, existen variedades ornamentales que solo ofrecen floración, sin llegar nunca a dar sus deliciosos frutos. Son muy apreciadas por su valor decorativo, con flores grandes y vistosas. Entre las más comunes está Punica granatum ‘Flore Pleno’, de pétalos dobles. En todo caso, si tu árbol tiene más de cuatro años, no es de una de estas variedades únicamente florales y sigue sin dar granadas, entonces puede que necesite mejores condiciones de sol, riego o poda.

Flores desde mayo y minigranadas: así es el granado que cabe en una maceta
En el jardín, el granado puede alcanzar entre tres y cinco metros de altura, adoptando la forma de un pequeño árbol o gran arbusto de ramas retorcidas y corteza parda. Su copa redondeada proyecta una sombra ligera, ideal para espacios soleados donde otras especies se marchitarían.
Para quienes no disponen de tanto espacio o viven en pisos, existe una versión en miniatura igual de encantadora: Punica granatum var. ‘nana’ (en la imagen superior). Este arbusto compacto apenas supera el metro de altura, puede cultivarse en maceta y produce minigranadas decorativas y comestibles. Florece desde mayo hasta septiembre, con pequeñas flores rojas que llenan de color balcones, terrazas y porches muy soleados. Ten en cuenta que este granado enano no va a disfrutar de las carencias propias de un contenedor, así que deberás mimarlo más con los riegos y el abonado para facilitarle un buen desarrollo.

Fertilizar el granado con cabeza
A las plantas les suele venir bien que las alimentes, no obstante, el granado no debe fertilizarse durante su primer año. A partir del segundo, se recomienda aplicar compost orgánico o fertilizantes de liberación lenta, siempre con moderación para evitar exceso de follaje y pérdida de calidad en los frutos.
Lo ideal es usar compost bien descompuesto o abonos orgánicos equilibrados en nitrógeno, fósforo y potasio. Pero ten en cuenta que el exceso de fertilizante puede provocar frutos insípidos, caída prematura o maduración tardía, por lo que es preferible aplicar menos que más y evitar tratamientos en pleno verano.

Podar el granado para lograr frutas más grandes y mejorar su salud
Si bien el granado es un árbol resistente y con pocas exigencias, una tarea que conviene realizar es la poda:
- La poda de formación debe realizarse en los primeros años del árbol, preferiblemente a finales del invierno o muy al inicio de la primavera, antes de que brote, cuando el árbol está aún en reposo. En esa fase se decide si el granado crecerá con un solo tronco o con múltiples ejes: se eliminan las ramas mal posicionadas o muy verticales para que la estructura quede fuerte y equilibrada, evitando que el peso de los frutos llegue a doblar las ramas.
- La poda de mantenimiento conviene hacerla también durante el invierno dormido, justo antes de que empiecen las nuevas brotaciones, eliminando ramas muertas, cruzadas, débiles o enfermas, así como limpiando chupones (brotes desde la base) y aclarando el interior de la copa para que entre luz y aire. De esta forma se controla el tamaño, se mejora la ventilación y se previene el riesgo de roturas por sobrecarga de fruta.
Por cierto, conviene podar y manipular con cuidado al granado dado que cuenta con algunas espinas dispersas en sus ramas, aunque realmente no son muchas ni especialmente peligrosas.

Cómo evitar plagas y daños para disfrutar de un granado sano
El granado es resistente y, como ya hemos visto, se adapta bien a distintos climas y suelos, no obstante, el agua encharcada es uno de sus principales enemigos. El exceso de humedad puede provocar asfixia radicular, pudrición de raíces y hongos como Phytophthora, que debilitan el árbol y comprometen su longevidad. Por eso, es esencial garantizar un buen drenaje en el terreno y evitar riegos excesivos.
En cuanto a las plagas, las más habituales son los pulgones y la cochinilla algodonosa. Ambos ataques pueden combatirse con tratamientos ecológicos, como jabón potásico, aceite de neem, así como depredadores naturales como mariquitas o el escarabajo depredador Cryptolaemus.

Un granado eterno en tu jardín
Con los cuidados adecuados, el granado puede dar frutos durante décadas, convirtiéndose en un árbol longevo y generoso. Su resistencia natural, junto con una buena ubicación, riego moderado, poda regular y fertilización equilibrada, permite que este árbol se mantenga productivo año tras año. En condiciones óptimas, puede vivir más de 50 años, ofreciendo cada temporada granadas ricas en antioxidantes, vitamina C y minerales. Su fruto no solo es delicioso, sino también altamente nutritivo y valorado en la cocina mediterránea.

El granado, emblema milenario de vida y prosperidad
¿Sabes por qué, como te contábamos al principio del reportaje, la granada simboliza la fecundidad? Por la multitud de semillas carnosas que alberga en su interior, generalmente de color rojo o rosado. Esta abundancia natural ha inspirado culturas desde hace milenios: por ejemplo, en la Grecia clásica, se ofrecía a Afrodita como emblema de amor fértil. Su forma redonda, su color intenso y su interior rebosante de vida la han convertido en un icono universal de renovación y abundancia.