Los comedores con alma son mucho más que espacios para reunirse a la mesa: son escenarios donde se entrelazan la vida cotidiana, la memoria familiar y el diseño pensado para emocionar. La interiorista Susana de Villa (www.estudiosusanadevilla.com) nos cuenta todos los secretos para decorar este espacio social de la casa. Para ella cada proyecto nace del estilo de vida del cliente y busca despertar sensaciones claras: sorprender al entrar, transmitir elegancia y, al mismo tiempo, invitar a quedarse.

Los detalles que transforman un comedor en el corazón de la casa
Susana define un comedor con alma así: "es aquel que impresiona desde el primer instante, no porque sea grande ni ostentoso, sino por lo que transmite".
Es un espacio que invita a quedarte, que emociona, y que te hace sentir a gusto nada más entrar. Un comedor con alma tiene carácter, habla de la casa y de quienes la viven, y consigue que la primera impronta sea inolvidable.
No tiene que ser enorme para impactar. Puede ser un espacio pequeño, pero con ese algo especial que lo haga único. La clave está en la mezcla de materiales nobles como piedras naturales, cristales, hierro, latón o maderas.
Una mesa con personalidad, una lámpara escultórica que vista la estancia, una pieza de arte que sorprenda, unas sillas con un tapizado especial, unas flores que den vida. Son esos detalles los que crean atmósfera y marcan la diferencia.
En la propuesta el Estudio Susana de Villa, que fundó en 2009, un comedor paradigma del interiorismo emocional que combina una pared con un papel pintado de acento, dos modelos de sillas, así como piezas de arte (con el cuadro y la escultura).

Así se diseña un comedor que conecta
¿Puede el diseño de un comedor invitar a la conversación y al encuentro? Por supuesto, el diseño lo cambia todo: ordena el espacio y hace que apetezca quedarse.
Susana sugiere crear un espacio equilibrado. Todo empieza por unas sillas y mesa bien escogidas y proporcionadas, que permita mirarse a los ojos y sentirse parte de la conversación. La elección de la iluminación es fundamental para crear diferentes atmósferas: íntimas, familiares, impactantes, elegantes…
Los materiales y las telas son también muy importantes, porque aportan matices emocionales: unos transmiten serenidad y calma, otros añaden energía y carácter. Esa combinación crea una atmosfera cálida, donde hablar y compartir surge de forma natural. Así, un comedor deja de ser un espacio práctico y se convierte en un lugar vivo. Este se viste con tejidos destinados a resistir el paso del tiempo de la colección ‘Prestige III’, de Élitis.

El secreto para alargar (inevitablemente) las sobremesas
La forma de la mesa influye directamente en la comunicación. La mesa redonda es la más social, al favorecer la cercanía porque todos se ven y facilitar la conversación entre los integrantes de la mesa. En cambio, una mesa rectangular tiene un carácter más estructurado y formal, permite generar varias conversaciones a la vez.
Las sillas también tienen una gran importancia, explica la arquitecta de interiores. “No cambian el lenguaje de la conversación, pero sí la manera de vivirla: unas sillas bien diseñadas y tapizadas permiten relajarse, disfrutar y prolongar el tiempo alrededor de la mesa con comodidad. Además, su diseño y sus acabados aportan estilo y personalidad, reforzando la atmósfera que queremos crear en el comedor”.
Este espacio cuenta con piezas tapizadas con textiles de la colección de Ian Mankin, ‘Earthlife Light’, disponible en Gancedo.

Diseño con intención: entre lo que deslumbra y lo que conecta
"Un comedor estético busca impresionar y uno familiar, emocionar", comparte la interiorista.
Un comedor pensado solo en lo estético busca la perfección visual: proporciones impecables, materiales impactantes y delicados, un conjunto que transmite lujo y sofisticación. Piedras espectaculares, maderas nobles en acabados muy cuidados o tapizados exclusivos crean un espacio que sorprende y que tiene gran fuerza desde la primera impresión.
El comedor familiar, en cambio, añade otra capa: está diseñado para vivirse día a día. La mesa se convierte en el centro de los encuentros. Aquí los materiales se eligen pensando en el uso real: maderas que resistan, piedras que embellecen con el tiempo y telas lavables que aportan serenidad o energía sin miedo al desgaste. Es un espacio que combina belleza y cercanía, pensado no solo para ser contemplado, sino para disfrutarse, como demuestra el que vemos sobre estas líneas, que firma el estudio Punto M.

¿Cómo integrar un comedor en un espacio abierto?
Susana considera que, en un espacio abierto el comedor necesita personalidad propia para no perderse dentro del conjunto.
La clave está en diferenciarlo con elegancia, sin aislarlo. La diseñadora de interiores propone varias formas de hacerlo, como una alfombra que lo enmarque, la elección de pintura o texturas en las paredes como telas, papeles pintados, molduras, espejos… y una iluminación diseñada específicamente para la mesa.
También se puede trabajar con elementos arquitectónicos ligeros como un biombo, un panel semi transparente o una estantería sin trasera (esta es el modelo ‘Harbour’, de Cattelan Italia, disponible en PortobelloStreet.es), que aportan intimidad sin cerrar el espacio.

La mesa, el corazón del comedor práctico y funcional
En un comedor de uso diario, lo determinante es el diseño pensado para resistir y perdurar, como en el de la propuesta, con mobiliario de La Redoute Intérieurs. “La mesa es la pieza central: debe ser sólida, resistente y estar diseñada para soportar su uso habitual sin perder estilo”, afirma la interiorista. Los materiales que mejor funcionan son piedras como cuarcitas, porcelánicos, maderas tratadas o cristales enmarcados en hierro.
Las telas lavables y resistentes son esenciales para que la practicidad no esté reñida con la elegancia. La iluminación acogedora, cuidadosamente estudiada, con apliques en paredes, lámparas de pie o de techo, permite que el espacio funcione tanto en la rutina diaria como en ocasiones especiales.

La iluminación adecuada fomenta la conexión
Susana es clara, “la iluminación es clave para que un comedor invite a quedarse. Puede convertir un espacio frío en un lugar íntimo y acogedor”.
Ella la trabaja así: con lámparas suspendidas, tanto de líneas limpias o escultóricas (en función del proyecto). También utiliza luces indirectas, como los apliques en la pared o lámparas de pie, porque aportan calidez sin deslumbrar. Estas piezas lumínicas son objetos decorativos que imprimen mucho carácter a la estancia. En la propuesta, el modelo planeta en lámpara de techo y aplique, de la firma Cattelan Italia.
La experta también aconseja emplear luz graduable, de modo que podamos adaptarla al momento: más tenue para una velada romántica o más intensa para una cena familiar o con amigos.

Entre tradición y diseño: el comedor que refleja tu historia
“Para mí, un comedor debe tener siempre algo de la familia. Me encanta cuando aparecen sillas, mesas, vitrinas o lámparas heredadas a las que doy una segunda vida con telas y restauraciones cuidadosamente escogidos. Por ejemplo, unas sillas antiguas lacadas y tapizadas de nuevo aportan frescura y elegancia sin borrar su historia”, relata Susana.
El trabajo del interiorista consiste en unir esas piezas con el diseño de nuevo mobiliario e iluminación para lograr coherencia y armonía. El resultado es un comedor que no solo es bonito, sino que refleja quiénes son y cómo quieren vivirlo.
En este comedor, la interiorista Raquel González apuesta por un estilo ecléctico en el que conviven muebles de otra época con piezas contemporáneas. La esencia art déco se percibe en el mobiliario, mientras que toques modernos, como la lámpara de pie Tolomeo de Artemide o el vibrante cuadro abstracto de la artista María Aztiria, actualizan y enriquecen el espacio.

Detalles que marcan la diferencia
Los objetos decorativos son los que terminan de dar alma al comedor y reflejan la personalidad de quienes lo viven.
A Susana le gusta mucho trabajar los centros de mesa, porque ahí se puede contar mucho con muy poco: un conjunto de jarrones de distintas alturas, una escultura escogida, unos candelabros antiguos o diseñados que aporten personalidad y cómo no, flores frescas que den vida.
“También pongo mucho énfasis en las piezas de pared: un cuadro bien elegido puede marcar el tono del comedor y transmitir mucho de la sensibilidad de la familia. Una lámpara con carácter, además de iluminar, funciona como un objeto decorativo en sí misma”, comparte.
No se trata de llenar, sino de escoger bien. Es preferible colocar pocos elementos, pero con peso, como se hace en este ambiente con mobiliario y accesorios de House Doctor, marca que distribuye en España Estilo Nórdico.

Cómo lograr un comedor con alma, más allá de los metros
Como nos advertía Susana al inicio del reportaje, un comedor con alma no depende de los metros, sino de cómo se diseña y se elige cada pieza. “En los comedores pequeños prefiero mesas ligeras, de líneas limpias y sin excesos, en materiales como cristal, metacrilato o piedras cálidas que evitan el ‘ruido visual’. El carácter llega con el diseño y el tapizado de las sillas, jugando con la mezcla de materiales para crear un conjunto único”, afirma la diseñadora de interiores que ha ideado el ambiente sobre estas líneas en el que se combinan un banco con sillas.
Además, como toque final, Susana sugiere emplear un detalle decorativo bien escogido (por ejemplo, un espejo que amplíe visualmente, un cuadro especial o un objeto singular sobre la mesa) basta para que el comedor gane interés sin necesidad de recargarlo.
Porque un comedor no es solo un lugar para comer, es un espacio donde la vida se comparte sin importar el espacio disponible.