Septiembre trae ese regalo inesperado que conocemos como veranillo de San Miguel, esos días previos a la entrada oficial del otoño en los que el sol todavía calienta, la brisa es amable y las tardes invitan a disfrutar del aire libre con los nuestros. Pero tu terraza… quizá no acompañe. Cojines desteñidos, plantas agotadas, un aire de "fin de fiesta"…, tranquila, porque Joëlle Tintinger y Luisa Correia, del estudio de paisajismo Correia-Tintinger, tienen la receta para revivir cualquier rincón exterior. "Con unas pocas ideas y algo de cariño, tu terraza seguirá siendo el lugar donde todos quieran estar". Aquí van sus claves, ordenadas en diez pasos fáciles de seguir.

¡Plantas al rescate!
"Las plantas son el alma del espacio. Por eso, lo primero que debes comprobar es su salud. Revisa macetas, sustratos y hojas, y retira flores marchitas y ramas secas: ese gesto sencillo da un efecto inmediato de orden", explica Joëlle.
Luisa añade: "La mayoría de las plantas perennes volverán a florecer si cortas las flores marchitas. Es como darles una segunda juventud". Barre bien el suelo, limpia el polvo de las hojas y coloca algunas jardineras de cerámica de diferentes tamaños en un rincón (estas son de la marca Ivyline), en una composición visual que rompa la monotonía.

Mezclar especies
"No se trata de empezar de cero, sino de aprovechar lo que ya tienes y darle un giro: combina plantas que aún estén fuertes con algunas de transición que aporten color otoñal. Juega con las alturas, los tonos y los ciclos de floración para que tu terraza siga viva. Si alguna maceta quedó vacía porque la planta no resistió el calor, no te precipites. Tómate tu tiempo para elegir una que se adapte al espacio y la orientación… o a tus escapadas”, aconseja Joëlle.
Y para refrescar el conjunto sin grandes compras, mueve las macetas que ya tienes, reorganiza las composiciones y coloca algunas sobre taburetes bajos o estanterías como esta, el modelo HILLYS de IKEA: así ganas dimensión y la terraza estará lista para las tardes cálidas de este verano tardío.

Flores de transición
Septiembre es un mes curioso: por un lado, todavía apetece un aire veraniego; por otro, los tonos otoñales llaman a la puerta. Para alargar el espíritu estival, Joëlle y Luisa sugieren clásicos como hibiscos, plumbagos y buganvillas, que siguen llenando de color las macetas. Como en este proyecto de Oriana B, en el que árboles de olivo, cipreses y un arce japonés se combinaron con bojes recortados, palmeras enanas y tulipanes en tonos rosas, fucsias y moradas.
Pero si prefieres abrazar el otoño, nada como hortensias que viran a tonos ocres, hierbas ornamentales que ondean con el viento o arbustos caducifolios que se tiñen de amarillo y rojo.
"Recuerda que el otoño es el momento ideal para plantar bulbos que florecerán en invierno y a inicios de primavera. Si plantas narcisos, tulipanes o jacintos en septiembre u octubre, pasarán el invierno bajo tierra "descansando" y, cuando todavía haga frío, empezarán a brotar. Verás sus primeras flores cuando menos lo esperes, justo cuando parece que nada crece: una señal de que la naturaleza sigue su ciclo y un anticipo alegre de la nueva temporada", dice Joëlle.

Textiles que resisten
Después del verano, cojines, alfombras y manteles suelen estar algo desgastados. "Lo acertado habría sido elegir en primavera textiles preparados para exterior, capaces de soportar el sol y las inclemencias. Así, ahora en septiembre, seguirían luciendo perfectos", dice Luisa.
¡Pero nunca es tarde! La firma Cayetana Homes acaba de lanzar una colección cápsula diseñada en colaboración con la interiorista Pia Capdevila, compuesta por 10 diseños de cojines confeccionados con tejido de alta calidad outdoor. Ideales para aportar un punto de calidez en las tardes frescas.
"Pero si hay una pieza especial —ese mantel que te acompaña desde tu primera casa—, no la deseches: prueba un baño para reavivar los colores y fíjalo con vinagre para que siga siendo testigo de tus mejores momentos en la terraza", sugiere Joëlle. Un lavado a fondo, un planchado y quizá una combinación nueva de colores bastan para que tus textiles vuelvan a lucir como en sus mejores días.

Paleta otoñal
El cambio de luz en septiembre transforma los tonos. "La naturaleza nos muestra el camino", dice Luisa. Inspírate en los rojos de las manzanas, los naranjas de las calabazas, el dorado de las hojas secas y el amarillo de las peras maduras. También puedes tomar prestados los verdes intensos o los azules profundos de las bayas", apunta Joëlle.
Acompaña estos colores con materiales cálidos como madera, piedra o detalles metálicos. El resultado será una terraza acogedora, fresca y perfectamente en sintonía con la temporada. Fíjate en proyecto de Luzio Studio: un cojín y un plaid en color mostaza son suficientes para poner ese toque otoñal en el ambiente.

Iluminación cálida para las tardes más cortas
Con el sol despidiéndose antes, la iluminación es clave. "Para mí, las velas y los faroles son la mejor opción para crear el ambiente perfecto”, afirma Joëlle. Son económicos, versátiles y aportan un toque mágico. En este caso, la lámpara de techo Mediterrànea de la firma Bover, de venta en Nedgis, se ha combinado con velas repartidas por distintos puntos de la terraza.
Para quienes prefieren soluciones más prácticas, existen modelos solares o recargables que eliminan la necesidad de cables. Una guirnalda de luces sobre la barandilla o unas lámparas de pie discretas pueden prolongar las conversaciones hasta bien entrada la noche. El secreto, según Luisa, es mantener la luz suave: "No queremos un estadio de fútbol, queremos una terraza donde susurros y risas se sientan cómodos".

Detalles personales
"El detalle que marca la diferencia muchas veces viene de tu propia historia: alguna manta de tu abuela, esa maceta tan bonita que compraste en tus últimas vacaciones… Estos pequeños guiños personales son los que hacen de cualquier terraza un rincón entrañable", dice Luisa. Si tienes niños, deja que elijan una maceta o pinten piedras decorativas: será un gesto divertido que añade carácter al espacio.
Mira que DIY tan fácil y resultón nos propone The Gluttonous Gardener para unificar macetas que acumulamos y que no tienen nada en común: forrarlas con una tela de saco anudada con cinta de rafia.

Un punto de calidez
"Añade mantas para disfrutar de tardes frescas y charlas nocturnas. Son fáciles de almacenar y crean instantáneamente una sensación de refugio", sugiere Joëlle. Igual que las cestas de fibra (ésta es de IB Laursen), que, además, te vendrán muy bien para guardar tanto los plaids como revistas o libros que inviten a quedarse un rato más.
Y para quienes quieran un plus de encanto, Luisa sugiere plantar heléboros en octubre o noviembre. "Es una de mis plantas favoritas", confiesa. Sus flores, que van del verde al blanco y al morado, aparecen en pleno invierno y alegran las mañanas frías. Imagínate tomando un té caliente mientras esas flores resistentes desafían el clima: pura poesía botánica.

¡No te pases!
Cuando una se emociona, es fácil caer en el exceso: comprar demasiadas plantas, recargar el espacio de muebles o cambiar todos los textiles de golpe. Joëlle avisa: "¡Preparar demasiado es el error más común!" El veranillo de San Miguel es un regalo efímero: mejor disfrutarlo que agobiarse. Unos pocos ajustes estratégicos –un par de mantas, una guirnalda de luces, dos macetas nuevas– pueden ser suficientes. Si te animas a cambiar las lámparas, estas son de Maisons du Monde. Aprovecha estos días para invitar a amigos, compartir un café o simplemente sentarte a contemplar cómo baja el sol.

El secreto definitivo
Para las arquitectas paisajistas, una terraza no es solo un sitio donde sentarse: es una prolongación de tu historia y de cómo vives el momento. En estos últimos días cálidos de septiembre, aprovecha las vistas que tengas: gira las sillas hacia el horizonte para disfrutar de los atardeceres dorados (como se ha hecho en este ático gestionado por la inmobiliaria John Taylor) o enmarca el paisaje con un par de macetas bien colocadas.
Si tu terraza está en plena ciudad, transforma ese balcón urbano en un rincón íntimo: unas trepadoras pueden suavizar una pared poco atractiva y un banco de madera se convierte en el mejor lugar para saborear un café templado. "No importa si tienes un gran jardín o un balcón minúsculo, el veranillo de San Miguel es perfecto para recargar energía y compartir momentos rodeado de naturaleza, aunque sea en una esquina verde de tu casa", recuerda Joëlle.