El 29 de junio de 2024, la campiña toscana fue testigo de una de las bodas más destacadas del año. En la histórica villa "Medicea di Montevettolini" —residencia de la familia Borghese desde hace más de dos siglos—, el príncipe Fabio Borghese contrajo matrimonio con Angelica Krystle Donati, reconocida empresaria. La villa, una joya arquitectónica del siglo XVI, fue en su origen una de las doce residencias de caza del gran duque Ferdinando I de Médici, nieto de Lorenzo de Médici, "Il Magnifico". Con vistas al valle de Val di Nievole y rodeada de olivares y viñedos, la propiedad ha sido cuidadosamente restaurada por el propio príncipe, quien ha sabido preservar su carácter renacentista, enriquecido con obras de arte de la colección familiar que datan del siglo XVII.
Fabio Borghese, príncipe de Leonforte y descendiente directo del Papa Pablo V (Camillo Borghese, pontífice entre 1605 y 1621), lidera una de las ramas principales de la histórica familia Borghese. Empresario en el sector del lujo como vicepresidente ejecutivo del Grupo Arsenale, también dedica tiempo a labores humanitarias como jefe camillero de la Orden de Malta y es vicepresidente del exclusivo Nuevo Círculo de Ajedrez de Roma.
Nacida en Los Ángeles, Angelica, conocida como Angie entre sus allegados, ha forjado una destacada carrera internacional. Formada en la London School of Economics y con un MBA en Oxford, trabajó en firmas como Goldman Sachs y Ralph Lauren antes de unirse a la empresa familiar. Actualmente preside ANCE Giovani, liderando la nueva generación del sector de la construcción en Italia.
Gran amante del arte, el príncipe Borghese mantiene un profundo vínculo con el legado cultural que le rodea. Una de sus conexiones más especiales es con Leonardo da Vinci: el primer dibujo conocido del maestro —una vista del valle de Val di Nievole— fue realizado desde la casa natal del artista, situada justo frente a la finca familiar. Esta delicada obra, conservada en la Galería de los Uffizi, solo se exhibe cada cinco años para preservar su estado. Un año después de su boda, el matrimonio nos abre las puertas de la villa, escenario del día que marcó el inicio de su vida en común.
Angelica Donati
—¿Qué recuerdos te trae el día de tu boda y cómo viviste los preparativos?
—Nuestra boda fue, sin duda, el mejor día de mi vida. Aunque la organización fue estresante, tuvimos una excelente organizadora que, ayudada por un gran equipo, alivió mucho mi carga. Recuerdo haber despertado tranquila y preparada, sin damas de honor ni niñas con flores, disfrutando de un momento a solas antes de la ceremonia. Fue muy especial contar con familiares y amigos, algunos llegados desde Estados Unidos, y emocionantes momentos, como el discurso de mi padre. También hubo diversión, especialmente cuando Fabio intentó verme antes de la ceremonia, pero mi madre se encargó de evitarlo.
—¿Cómo os conocisteis tú y Fabio?
—Lo conocí de manera casual en una cena en Roma, a la que fui sin grandes planes. Él estaba allí porque un amigo quería presentarle a otra chica, pero terminamos hablando toda la noche. Aunque tardamos un mes en volver a vernos por mi agenda, él no se rindió. Un año y medio después, nos comprometimos. Su propuesta fue una sorpresa total, porque supo mantenerlo en secreto.
—¿Recuerdas cómo fue la primera vez que llegaste aquí?
—Me enamoré de la villa desde la primera vez que Fabio me trajo. Es un lugar lleno de calma, donde recargamos energías siempre que podemos. Por eso me hizo tanta ilusión casarnos aquí. Tengo rincones favoritos, como el salón principal, por la historia que encierra, y ahora también el gimnasio que mi marido me construyó. Cuando estamos aquí, él se ocupa del mantenimiento —una labor constante— y yo le ayudo en lo que puedo. También disfrutamos mucho paseando, montando en bici, recibiendo amigos o, simplemente, relajándonos junto a la piscina.
—Tu madre, Milly Carlucci, es una reconocida presentadora de la RAI y una de las figuras más queridas de la televisión italiana, y tu padre, Angelo Donati, es empresario. ¿Qué influencia han tenido en tu vida?
—Siempre han sido un referente para mí. Mi madre es, sin duda, la persona más trabajadora que conozco. Más allá de su papel como presentadora, también es la mente creativa detrás de su programa, "Bailando con las estrellas", que lleva conduciendo con éxito desde hace dos décadas. De ella aprendí el valor del esfuerzo, la disciplina y el compromiso con la excelencia. Me siento muy orgullosa de ser su hija. Mi padre, en particular, me transmitió algo invaluable: la confianza en mí misma y la convicción de que podía alcanzar cualquier meta que me propusiera.
—Después de tu trayectoria internacional, ¿qué te llevó a volver a Italia y asumir responsabilidades dentro de la empresa familiar?
—No fue una sola razón. Por un lado, sentí una responsabilidad natural hacia la empresa que mi padre construyó con tanto esfuerzo a lo largo de casi 50 años y quise darle continuidad. Por otro, crecí visitando obras desde niña… ¡Supongo que lo llevo en la sangre! No hay nada más gratificante que ver un edificio terminado o una carretera o un monumento restaurado y saber que tú formaste parte de ello.
—Después de haber asumido con tanta pasión el legado familiar, ¿qué le pides a la vida ahora y qué sueños te gustaría cumplir en el futuro?
—¡Qué pregunta tan difícil! Me considero muy afortunada por todo lo que tengo y me siento realizada en muchos aspectos de mi vida. Lo que más deseo es salud y felicidad para las personas que quiero. Por supuesto, también para mí. Tengo varias metas profesionales en las que estoy trabajando y mi mayor deseo es poder alcanzarlas.
Habla Fabio Borghese
—Como descendiente directo del Papa Pablo V y parte de una de las familias más emblemáticas de la nobleza romana, ¿de qué manera este legado histórico ha marcado tu identidad y cómo influye hoy en tu forma de actuar como empresario y figura pública?
—El mundo cambia constantemente, pero la historia debe respetarse y mantenerse viva. Yo procuro conservar las tradiciones familiares, adaptándolas a los tiempos actuales. No siempre es fácil, pero es esencial, especialmente si uno quiere estar comprometido con el entorno profesional de hoy.
—¿De qué manera continúas el legado de tu padre, el príncipe Alessandro Romano Borghese, y de tu madre, la condesa Fabrizia Citterio?
—Me siento muy afortunado por haber crecido en una familia llena de amor, donde mis padres nos transmitieron esa unión y nos educaron con valores sólidos. Desde pequeño aprendí a querer este lugar, que siempre me transmitió una paz profunda. Mi padre también nos enseñó a vivir en contacto directo con los campesinos que trabajaban en la empresa agrícola familiar, participando en la recolección de frutas, la vendimia o la cosecha del trigo. Son valores que hoy están en peligro de perderse: el respeto por la tierra, la naturaleza, el trabajo y las personas más humildes y necesitadas.
—¿Con qué frecuencia soléis venir aquí?
—Vivimos en Roma, una ciudad que amo profundamente, pero, siempre que el trabajo y los compromisos lo permiten, Angelica y yo escapamos a "Montevettolini" para desconectar y continuar cuidando la casa, preservándola de la mejor manera posible para quienes la disfruten en el futuro.
—Como Caballero de Honor y Devoción de la Soberana Orden Militar de Malta, una de las instituciones humanitarias más antiguas y prestigiosas, ¿qué representa para ti liderar una labor tan noble y espiritual en un mundo en constante cambio?
—He acompañado a la orden en varias ocasiones a Lourdes, experiencias que me han marcado profundamente y me han hecho reflexionar sobre el verdadero sentido de la vida. En mi familia y en la de mi esposa, ayudar al prójimo es algo natural. Es un valor que yo he aprendido desde pequeño. Creo que lo mínimo que uno puede hacer es ofrecer recursos, tiempo y apoyo emocional.
"Vivimos en Roma, una ciudad que amo profundamente, pero siempre que el trabajo y los compromisos lo permiten, Angelica y yo nos escapamos a “Montevettolini” para desconectar y continuar cuidando la casa"
—¿Has conseguido transmitir a tus hijos de tu anterior matrimonio —Alessandro, Sofía e India— el mismo compromiso con el trabajo humanitario y el servicio que tú llevas con esta organización?
—Son chicos modernos, pero respetan las tradiciones, tienen un gran corazón y son conscientes de la suerte que han tenido en la vida.