Si eres de los que no puede pasar por delante de un vivero sin entrar o de esas personas a las que siempre le regalan plantas, sabrás que, muchas veces, estos nuevos especímenes que llegan a tu casa pueden comenzar a marchitarse sin razón aparente. Es algo más habitual de lo que crees. Y es que las plantas recién compradas pasan de un vivero con luz, humedad y temperatura controladas a un hogar con condiciones muy distintas. Ese cambio puede provocar que esa nueva planta que tanto te gusta pierda sus hojas, empiece a estar algo mustia o, incluso, se muera.
Pero, ¿sabías que puedes evitar los errores más comunes al cuidar plantas nuevas? La clave están en darles ciertos cuidados específicos durante las primeras semanas, hasta que se aclimate. Con estos consejos, tus plantas nuevas prosperarán desde el primer día, incluso si nunca antes has tenido suerte con las plantas.

Déjala aclimatarse antes de trasplantar
Uno de los errores más comunes que cometemos con las plantas recién compradas es trasplantarlas nada más llegar. Aunque quieras lucirla en una bonita maceta que has comprado junto a tu planta, lo mejor es mantenerla en su tiesto original durante una semana o 10 días. ¿Por qué? Para que pueda adaptarse a la nueva luz, humedad y temperatura sin el estrés de un cambio de sustrato. Ten en cuenta que los suelos del vivero suelen estar cargados de nutrientes y con un drenaje perfecto, por lo que no hay prisa por sustituirlos.
Y no te preocupes si ves que las raíces asoman por debajo o están demasiado apretadas. Es mejor esperar un par de semanas antes de trasplantar. Recuerda que para trasplantar una planta sin dañarla, hay que dejar que se acostumbre primero a tu casa. Durante este tiempo de espera, limítate a observarla: si mantiene hojas firmes y color saludable, está lista para el cambio.

Colócala en la luz adecuada según la especie
Muchas plantas nuevas sufren al llegar a casa porque las ponemos en el primer rincón libre que vemos sin pensar en sus necesidades de luz. Antes de decidir una u otra ubicación, revisa cuáles son sus cuidados o pregunta en la tienda si necesita sol directo, luz filtrada o, en cambio, sombra parcial.
Si estaba en un vivero cerrado con luz artificial, evita exponerla de golpe a una ventana muy soleada: ya podría quemarse en cuestión de horas. Si las hojas se ponen de color amarillo, puede ser una señal de exceso de luz; mientras que un crecimiento lento y tallos alargados, significa que le falta.
Para no equivocarte y que el cambio no sea demasiado radical, puedes moverla poco a poco hacia un lugar más luminoso, incrementando la exposición cada dos o tres días.

Riega con moderación para evitar daños
El exceso de agua es, probablemente, una de las causas más comunes de muerte en plantas recién compradas. Tras el transporte, sus raíces están más sensibles y un riego abundante puede provocar su pudrición. Por eso, antes de regar, introduce un dedo en el sustrato: si notas humedad, espera unos días.
Un truco para principiantes es pesar la maceta: si está ligera, necesita agua; si está pesada, no. Aunque no lo creas, muchas veces es mejor quedarse corto que pasarse, ya que una planta deshidratada se recupera más fácilmente que una con raíces podridas.
Si tu planta presenta hojas blandas o caídas después de comprarla, revisa sus raíces, corta las partes dañadas y reduce el riego. Esto le dará una oportunidad real de salvarse.

Mantén la humedad ambiental necesaria
El cambio de humedad es otro de los choques más duros para una planta nueva, sobre todo si en casa tienes calefacción o aire acondicionado. Especies que adoran la humedad ambiental como los helechos, las calatheas o las marantas necesitan un ambiente húmedo para que sus puntas no se sequen y pierdan las hojas. Un humidificador, un plato con agua y piedras o colocar varias plantas juntas pueden ser clave para que la humedad mejore.
¿Otra opción? Coloca estas plantas en estancias más húmedas, como la cocina o el baño (siempre que tengan buena luz). Si notas que una planta pierde hojas sin motivo aparente, puede ser por sequedad ambiental. Ajustar la humedad puede ser lo que necesite tu planta para que tu planta luzca como cuando la sacaste del vivero.

Retrasa el abono en las primeras semanas
Abonar demasiado pronto es un fallo frecuente. Una planta recién comprada no necesita fertilizante inmediato: ya cuenta con un sustrato enriquecido que le han proporcionado en el vivero y que la mantendrá nutrida durante varias semanas. Pasarse con el abono puede quemar las raíces y estresarla aún más.
¿Lo ideal? Esperar entre cuatro y seis semanas antes de añadir cualquier fertilizante, ya sea líquido o sólido. Y siempre siguiendo la dosis recomendada. Si notas que empieza a amarillear y ya han pasado esas semanas, entonces sí puedes abonarla. Si no sabes qué le pasa a tu planta si empieza a perder hojas en sus primeras semanas, revisa el riego, la luz y las posibles plagas antes de pensar en abonar.

Revisa posibles plagas desde el primer día
Aunque en la tienda parezcan perfectas, algunas plantas pueden traer plagas escondidas: cochinillas, ácaros o pulgones son más comunes de lo que crees. Examina bien el envés de las hojas, los tallos y la base del sustrato con ayuda de una lupa si es necesario. Si detectas alguna de estas plagas, aíslala de inmediato y aplica el tratamiento adecuado para cada plaga, mejor si es natural.
Incluso si no aprecias ningún problema, no pasa nada por mantenerla separada de tus otras plantas durante una semana como medida preventiva.

Respeta su ciclo de crecimiento y reposo
Cada especie tiene su ritmo. Muchas crecen rápido en primavera y verano, pero reducen la actividad en otoño e invierno. Por eso, si compras una planta en pleno invierno y no ves avances, no significa que esté enferma: puede estar en reposo. Evita abonarla o colocar luz artificial, ya que esto solo podría debilitarla. Asimismo, ciertas plantas con flor solo florecen una vez al año, y pretender que lo hagan fuera de temporada es inútil. Es importante que tengas en cuenta el ciclo de tus plantas y así evitar frustraciones y errores al cuidar las recién compradas.

Limpia las hojas para mejorar la fotosíntesis
El polvo acumulado en hojas y tallos puede impedir que la planta absorba la luz correctamente, algo especialmente común si ha estado expuesta en una tienda. Una limpieza suave con un paño húmedo mejorará su capacidad de fotosíntesis y evitará la obstrucción de los poros.
Evita abrillantadores comerciales: aunque dan un brillo inmediato, pueden dañar la superficie foliar. En plantas de hojas delicadas, como las violetas africanas, un pincel suave es suficiente para retirar el polvo. Hay diferentes métodos para limpiar las hojas de tus plantas según su forma y textura.

Observa sus señales y ajusta los cuidados
Antes de que sea demasiado tarde, una planta siempre muestra ciertas señales, como hojas caídas, manchas o cambios de color. Si aprendes a observar e interpretar estas señales, podrás actuar a tiempo. Ajusta el riego, la luz o la ubicación según lo que veas. Ten en cuenta los cambios, los cuidados que le das y los resultados. Realizar un seguimiento casi diario es la mejor herramienta para evitar que una planta recién comprada se marchite. Observa, prueba y corrige si es necesario: así no solo las mantendrás vivas, sino que la verás crecer, florecer y desarrollarse con salud.