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Gypsophila paniculata© Getty Images

Plantas de exterior

Esta flor, etérea como una nube, muestra su mejor versión bajo el sol del verano

Con sus diminutas flores blancas, esta planta es la aliada perfecta para llenar de luminosidad y frescura los jardines durante los días más cálidos. Estamos hablando de la paniculata (‘Gypsophila paniculata’)


8 de julio de 2025 - 13:30 CEST

Florece en pleno verano y, lejos de marchitarse bajo el sol, despliega su mejor versión durante los días más cálidos. Conocida por su ligereza y elegancia, la paniculata es una de las flores más apreciadas de la temporada estival. Su nombre científico, Gypsophila paniculata, remite a una planta robusta pero delicada en apariencia, cuyos finísimos tallos ramificados sostienen ramilletes de diminutas flores blancas, agrupadas en panículas.

Originaria de Europa y Asia, esta especie, a menudo llamada también velo de novia o ‘nube’, alcanza alturas de entre 90 y 100 centímetros y aporta un aire romántico y fresco a cualquier rincón del jardín. No es casual que sea la elección predilecta en muchos ramos de novia estivales: pocas flores sobreviven con tanta gracia al calor. Te descubrimos cómo cuidarla.

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Flor de la paniculata (‘Gypsophila paniculata’)© Annette Meyer / Pixabay

El arte de destacar sin robar protagonismo

Aunque el blanco es su seña de identidad más reconocible, la Gypsophila paniculata no se limita a un solo tono y existen también variedades en tonos suaves de rosa. 

En el jardín, la paniculata suele utilizarse como fondo suave o relleno vaporoso entre plantas de mayor protagonismo, gracias a su aspecto etéreo y su silueta ligera. Esta planta herbácea perenne resulta ideal para borduras, macizos o mezclada en arriates, logrando dar cohesión y un toque delicado a cualquier composición.

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Detalle cercano de la flor de la paniculata (‘Gypsophila paniculata’)© Eva Bronzini / Pexels

La flor que no teme al sol ni al calor

La paniculata es de carácter alegre y resistente, y eso se nota en sus preferencias: adora estar expuesta al sol directo, aunque también se adapta bien a una sombra parcial. Eso sí, cuanta más luz reciba, mejor espectáculo floral ofrecerá. Se podría decir que necesita unas buenas 12 horas de luz al día para dar lo mejor de sí y brillar más.

Y aunque no le asustan las altas temperaturas del verano, tampoco hay que pasarse. Se siente cómoda hasta los 35º C, a partir de ahí, empieza a acusar el exceso de calor. Así que, si se le puede ofrecer un rincón bien iluminado, pero algo protegido del sol abrasador de las horas punta, ella lo agradecerá con una floración abundante y duradera.

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La preciosa floración veraniega de la paniculata© Rawpixel.com / Freepik

¿Planta de temporada? Depende de nuestro invierno

La paniculata solo es perenne en climas templados, pues en zonas con inviernos rigurosos se comporta como flor de temporada o necesita protección. Las raíces pueden sobrevivir a temperaturas de hasta -15º C si el suelo está bien drenado y no hay humedad estancada, pero su parte aérea suele desaparecer con la bajada de temperaturas.

Ten en cuenta que en regiones con inviernos muy fríos la planta difícilmente logrará rebrotar.

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Paniculata (‘Gypsophila paniculata’) en el jardín© Alicja / Pixabay

Ni sedienta ni ahogada: el equilibrio perfecto

Aunque como ya hemos comentado, la paniculata es una planta resistente, no tolera el exceso de agua. En verano necesita riegos regulares para mantenerse en plena forma, pero siempre con moderación. El encharcamiento es su enemigo: puede pudrir las raíces y favorecer la aparición de hongos, lo que rápidamente afecta su floración y salud general. De este modo, en la estación estival lo ideal es regarla cada dos o tres días durante las semanas más calurosas, esperando siempre a que la capa superficial del suelo esté seca antes de volver a mojarla. Un suelo bien drenado será su mejor aliado para evitar disgustos con su salud.

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Paniculata (‘Gypsophila paniculata’) luciendo su espectacular floración© Bruno / Pixabay

Así quiere el suelo la paniculata

Para que la paniculata crezca sana y florezca abundantemente, lo ideal es plantarla en un suelo suelto, arenoso, con buen drenaje y ligeramente alcalino (pH por encima de 7). Le favorecen los suelos con algo de cal, por eso se da bien en terrenos calcáreos. En cualquier caso, hay que evitar los suelos arcillosos o compactos que retienen agua, pues el encharcamiento puede provocar la pudrición de raíces. 

Aunque la paniculata se conforma con suelos modestos, un sustrato rico en nutrientes potenciará una floración generosa. Si el terreno no es especialmente fértil, conviene abonar a comienzos de la primavera, justo antes de que inicie su crecimiento activo. En verano, durante la floración, se puede reforzar con un abonado suave cada 3-4 semanas, usando un fertilizante específico para floración.

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Guantes de jardinería ideales para la poda y otras tareas en el jardín© Sophie Allport

Poda, una labor que no debes olvidar

La poda es clave para mantener la paniculata sana y favorecer nuevas floraciones, especialmente si vives en zonas donde el clima permite que la planta se mantenga viva todo el año. Una vez que termina la floración principal, conviene cortar las flores marchitas y recortar los tallos a la mitad, lo que estimula un segundo brote floral o, al menos, mantiene el porte compacto y ordenado.

En invierno, si las temperaturas no son extremas, la planta entra en reposo y su parte aérea puede secarse parcialmente. El follaje se vuelve pajizo o desaparece del todo, pero las raíces permanecen vivas, listas para rebrotar en primavera y seguir ofreciendo un espectáculo floral en verano. 

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Semilleros© Adobe Stock

Nuevas paniculatas, mismo encanto

La paniculata se multiplica principalmente por semilla. ¿Por qué la siembra es el método más habitual y sencillo? Porque da resultados exitosos con mayor probabilidad. Esta labor se realiza a final del invierno o comienzos de la primavera, directamente en el suelo o en semillero, y germina en unas dos a tres semanas con buena luz y temperatura suave. 

También es posible obtener nuevas plantas mediante esquejes en primavera o verano o la división de mata en otoño, aunque no son métodos tan frecuentes.

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Ramo con paniculatas, muy popular como ramo de novia veraniego© Adobe Stock

Ambientes húmedos, sinónimo de terreno fértil para patógenos

La paniculata puede verse afectada por hongos y bacterias que atacan sobre todo el cuello (la base del tallo) así como las raíces. En ese aspecto, Rhizoctonia solani provoca manchas y pudrición a nivel del suelo, mientras que hongos tipo Pythium y Phytophthora causan pudriciones radiculares en condiciones húmedas. Para prevenir estos problemas de salud, asegúrate de un buen drenaje y evita el encharcamiento. Con las ramas en flor podrás elaborar preciosos ramos o centros de mesa.

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Mariquita, un insecto ideal para prevenir plagas como las de los pulgones, ácaros y cochinillas© Charlotte Descamps / Unsplash

Mantenla fuerte para tener a raya a los intrusos

Esta planta en flor suele atraer insectos como pulgones, mosca blanca, trips, araña roja y minadores de hoja, que afectan a brotes y hojas, provocando amarilleo, manchas y debilitamiento. 

Fíjate bien en ella, pues también pueden aparecer gusanos que dañan las raíces o el reverso de la hoja. 

Una paniculata débil es un blanco fácil: cualquier plaga puede afectarla con rapidez y, si no se actúa a tiempo, incluso llevarla a morir. Por eso, más que tratar, lo ideal es prevenir. Promover el control biológico (con enemigos naturales como mariquitas o avispillas parasitoides) y, sobre todo, seguir los cuidados básicos que ya hemos repasado (riego moderado, poda, buen drenaje y exposición al sol) es la mejor forma de mantenerla fuerte. Una planta bien cuidada florecerá con fuerza en verano, desplegando sus delicadas nubes blancas y así, esplendorosa, pocos enemigos se atreverán con ella.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.