La descarbonización en la construcción consiste en reducir las emisiones de CO₂ y otros gases de efecto invernadero que se generan durante la construcción, el uso y el mantenimiento de los edificios. Es un concepto clave para hacer frente al cambio climático y a los impactos ambientales de un sector tan contaminante como el de la construcción de viviendas (y otro tipo de edificios).
Tratamos esta cuestión clave con Sònia Hernández-Montaño, fundadora del estudio Arquitectura Sana (arquitecturasana.com), arquitecta asesora de arquitectura saludable, docente, speaker y researcher. La experta comienza exponiendo que “la Unión Europea ha establecido objetivos concretos para reducir progresivamente las emisiones del parque edificado con el fin de lograr un continente climáticamente neutro en 2050”.

Ya no basta con apostar por energías renovables
Aunque las energías renovables son esenciales para la transición energética, no están exentas de impactos ni pueden considerarse una solución autosuficiente por sí solas. A diferencia de los combustibles fósiles (como el carbón, el petróleo o el gas natural) que generan energía a partir de la quema de materiales finitos y altamente contaminantes, las fuentes renovables aprovechan recursos naturales inagotables, como el sol (mediante placas fotovoltaica), el viento (aeotermia) o el calor del interior de la Tierra (geotermia).
En opinión de la arquitecta, “antes de incorporar renovables, es imprescindible aplicar estrategias pasivas, que permiten reducir al máximo el consumo energético desde el diseño del edificio. Hablamos de criterios como el diseño bioclimático,que aprovecha las condiciones naturales del entorno (sol, viento, orientación), la física de la construcción (para optimizar el comportamiento térmico y la eficiencia energética), el control de la envolvente, asegurando una proporción adecuada entre aislamiento e inercia térmica, y también el uso de materiales de bajo impacto ambiental, naturalmente descarbonizados y circulares”.
Estas estrategias reducen la demanda energética desde el origen, lo que permite que las soluciones renovables sean más eficaces y dimensionadas correctamente.

El ‘carbono oculto’: la contaminación invisible de los materiales de construcción
Sònia señala que el carbono oculto es la contaminación que generan los materiales de construcción antes y después de que el edificio se use. Es decir, incluye todo lo que contamina su fabricación, transporte y eliminación, pero no lo que se gasta en luz o calefacción durante su uso.
“Antes solo se medía lo que consumía un edificio al estar en uso, pero hoy también importa todo el impacto ambiental desde que se crea el material hasta que se desecha”, afirma la experta. En los edificios modernos, este carbono oculto puede ser una gran parte del daño al medio ambiente. Una forma de reducirlo es usar materiales que contaminen menos y se puedan reutilizar o reciclar.
La madera es una de las mejores opciones hoy en día para construir viviendas sostenibles, no solo unifamiliares, sino también bloques de pisos. Además de ser un material renovable, ayuda a reducir hasta un 70 % las emisiones de CO2 en comparación con el hormigón o el acero. La propuesta que presentamos es de Distrito Natural.

Materiales que cuidan del medio ambiente
La experta hace este símil: igual que en alimentación podemos encontrar productos frescos y de temporada, o alimentos ultraprocesados, en construcción también podemos encontrar materiales de construcción locales, con bajo impacto ambiental en su fabricación, con bajas emisiones de contaminantes químicos y con una buena circularidad.
¿De cuáles habla Sònia? “Se trata de materiales naturales como la madera u las fibras (algodón, celulosa, paja, cáñamo, lana de oveja…) o materiales de origen mineral (tierra, arcilla, cal, silicatos…)”. En resumen, se trata de los ‘materiales de siempre’, también denominados biomateriales.

Decisiones en el hogar que repercuten en nuestra salud
Sònia es tajante: “los materiales que conforman el ambiente interior tienen un impacto directo en la calidad del aire que respiramos. A través del desgaste, la fricción, las corrientes de convección o las dilataciones térmicas, entre otros, pueden liberar pequeñas partículas que quedan suspendidas en el aire o se acumulan en el polvo, entrando en contacto con nuestro organismo”.
Su afirmación viene respaldada por estudios científicos que encuentran correlaciones entre la presencia de ciertos contaminantes en muestras biológicas (como sangre, orina o suero) y las emisiones derivadas de materiales de construcción. Por ello, la calidad de estos materiales, especialmente aquellos que forman los acabados superficiales de los espacios interiores, resulta fundamental para garantizar entornos saludables.
Por ejemplo, muchas pinturas para paredes comercializadas como ‘ecológicas’ en realidad no lo son. A menudo, se trata de productos plásticos convencionales que simplemente han sido fabricados mediante procesos ligeramente menos contaminantes, lo cual puede inducir a error al consumidor. Estas pinturas, siguen conteniendo derivados del petróleo y, además, sellan las superficies sobre las que se aplican, impidiendo que los muros ‘respiren’. Por el contrario, las pinturas verdaderamente naturales están libres de componentes petroquímicos y permiten la transpiración de los materiales, respetando así el equilibrio higrotérmico de los ambientes.

Así se logra una arquitectura sana
En lugar de importar soluciones de otros lugares, la fundadora de Arquitectura Sana es partidaria de observar el entorno local para detectar materiales y residuos naturales reutilizables. La sostenibilidad y la salud comienzan en el territorio y en el uso consciente de los recursos cercanos. Veamos diversas aplicaciones y los materiales más aconsejables:
- Aislamiento térmico: el corcho, la fibra de madera, el algodón reciclado, la lana de oveja, el cáñamo, la paja y la celulosa reciclada. Un ejemplo especialmente interesante es la posidonia oceánica, un alga marina que llega en grandes cantidades a las playas de las Islas Baleares. Aunque tradicionalmente se ha tratado como un residuo, una vez seca demuestra excelentes propiedades aislantes. Además, su contenido natural en sal actúa como conservante, eliminando la necesidad de productos químicos.
- Suelos: fabricados con materiales naturales, sin derivados del plástico ni compuestos sintéticos, y tratados con productos no tóxicos. Destacan los suelos cerámicos y los de madera natural, siempre que esta se trate con aceites y lasures naturales que nutren e hidratan sin sellar la superficie. Es importante asegurarse de que se trate de madera real, y no de imitaciones plásticas que simulan su aspecto. También son muy recomendables los pavimentos continuos elaborados con materiales como yeso, cal o arcilla, así como el linóleo, un material flexible y resistente que se obtiene del aceite de lino, completamente natural y biodegradable.
- Materiales de acabado superficial, como los que se aplican sobre muros, techos o tabiques, tienen un impacto directo sobre la calidad del aire interior, ya que están en contacto continuo con las personas. Los más saludables son aquellos de origen natural, que no contienen aditivos tóxicos ni requieren procesos industriales complejos. En esta categoría se incluyen los morteros tradicionales hechos a base de cal, arcilla o yeso artesano, así como las pinturas minerales como las de silicato, cal o arcilla. También se pueden encontrar pinturas vegetales formuladas a partir de resinas naturales, como las extraídas del lino o la soja.

La cercanía (o no) de los materiales de construcción
“El origen de los materiales de construcción es fundamental porque influye directamente en su impacto ambiental y cultural. Desde una perspectiva ambiental, el concepto de carbono embebido contempla todas las emisiones generadas a lo largo del ciclo de vida de un material, desde su extracción hasta su transporte y fabricación. El transporte, en particular, puede suponer una parte significativa de estas emisiones, por lo que elegir materiales producidos localmente ayuda a reducir la huella de carbono asociada a la construcción”, detalla Sònia.
Pero la importancia del origen va más allá del aspecto ambiental. Los materiales locales están estrechamente vinculados con la identidad y las condiciones propias de cada territorio, ya que históricamente han sido seleccionados para responder de forma eficiente y sencilla a las necesidades climáticas, estructurales y culturales de la región. Utilizar estos materiales contribuye a preservar y valorar la arquitectura tradicional, el patrimonio cultural y las técnicas artesanales propias de cada lugar.

La bioconstrucción es necesaria
La bioconstrucción es una forma de entender la arquitectura desde una perspectiva integral del habitar. Propone criterios para crear entornos vitales saludables, sostenibles, conectados con la naturaleza y estéticamente armónicos. En este enfoque, se consideran de manera conjunta los aspectos ecológicos, sociales y económicos, tanto en la elección de materiales como en el diseño de los espacios habitables. Así se plantea esta casa en Calafell (Tarragona) de la que vemos la cocina, un proyecto de Arquitectura Sana con interiorismo de A-típic.
Sus principios fundamentales se centran en varios aspectos clave:
- Calidad del clima interior, mediante la reducción de contaminantes químicos y biológicos, así como la minimización de impactos electromagnéticos.
- Uso de materiales naturales no tóxicos, higroscópicos y con adecuadas propiedades térmicas que permitan un equilibrio entre aislamiento e inercia térmica.
- Diseño arquitectónico armónico, que cuida la fisiología de los ocupantes y considera las percepciones sensoriales y lumínicas.
- Reducción de impactos ambientales y energéticos, promoviendo el uso de energías renovables, la conservación de recursos naturales y la minimización de residuos.
- Hábitat ecosocial, que favorezca el equilibrio en los usos del suelo, el acceso a espacios verdes, la autosuficiencia local, la creación de espacios públicos participativos y un planeamiento territorial saludable.
La bioconstrucción busca eficiencia energética desde el diseño, usando materiales y estrategias pasivas (como orientación, control solar y ventilación cruzada) para reducir la necesidad de climatización. Así, mejora el confort, reduce el consumo y las emisiones, y promueve un estilo de vida sostenible.

Lecciones de la local tradicional
La experta considera interesante echar una mirada a la arquitectura vernácula para dar valor cultural y aprendizaje tradicional sobre el cual implementar I+D, pero sobre todo para no volver a cometer errores del pasado.
“La arquitectura tradicional tiene muchas respuestas útiles que podemos reaprender, mejorar y sobre las que podemos innovar. Muchas técnicas de construcción con tierra, madera y fibras vegetales se están modernizando, industrializando y en los próximos años veremos grandes cambios y la aparición de nuevos materiales”, señala Sònia.
Por otro lado, también se capacita la cultura, la tradición y los valores arraigados a un territorio, revalorizando el trabajo artesano y los oficios. De hecho, se están creando nuevos puestos de trabajo vinculados a la arquitectura con madera y con tierra.

¿Cómo saber si una casa es realmente sostenible y saludable?
Para la arquitecta, en primer lugar, hay que evaluar cómo te sientes en ese lugar. ¿Duermes bien en tu casa? ¿Te sientes bien? A veces no nos paramos a pensar en estas cuestiones.
Si no lo tenemos claro, podemos medir diversas variables que nos indiquen cuánta contaminación biológica, física o química podemos encontrar en los espacios interiores. En este tipo de mediciones se puede evaluar la calidad del aire, lumínica, acústica e incluso el diseño adaptado a la accesibilidad, tipología u otras variables sensoriales. Se consideran las estrategias pasivas y activas con las que cuenta el edificio para hacer una evaluación integral de su funcionamiento a nivel de sostenibilidad y salud.
Una vez realizada esa diagnosis integral, se pueden establecer las estrategias principales que transformarán ese espacio en un lugar más sostenible y saludable. Estos cambios no siempre suponen grandes inversiones. Muchas veces también dependen de las pautas de vida y los criterios de uso del edificio. ¡El valor del usuario es muy importante!
En la imagen superior, una vivienda con jardín en Tafira (Gran Canaria), proyecto de Moba Arquitectos y que ha construido la empresa BIOPASIVA Construcción Sostenible, la primera vivenda con certificacion passivhaus de las Islas Canarias.

¡Es importante construir con la salud en mente (de las personas y del planeta)!
La salud y la calidad de vida de las personas están estrechamente vinculadas al diseño arquitectónico, especialmente cuando se analizan desde la perspectiva del exposoma externo. El exposoma hace referencia al conjunto de exposiciones que una persona experimenta a lo largo de su vida y modifican su biología y su genética. De las variables de exposición externas, el entorno construido se convierte en uno de los factores con mayor impacto en la salud, al mismo nivel que las conductas personales o los hábitos de vida saludables.
Sònia expone que “tanto el urbanismo como la arquitectura tienen un papel fundamental e impactan en la salud pública, ya que configuran los espacios habitados e inciden directamente en las condiciones de exposición de la población. El diseño arquitectónico, tanto desde una vertiente física, como la mejora de la calidad del aire, la iluminación cronobiológica, una correcta ventilación o el confort higrotérmico, como desde una dimensión emocional y social, favoreciendo la interacción comunitaria, la inclusión o la seguridad”.