Samantha Vallejo-Nágera está de aniversario. Su cátering, Samantha de España, cumple 30 años, motivo por el que la popular chef y jurado de MasterChef abrió a ¡HOLA! las puertas de su hogar madrileño, donde posó junto a sus cuatro hijos, Cloe, Pedro, Roscón y Diego. Se trata de un fabuloso piso, muy luminoso y lleno de color, que refleja claramente el estilo personal e inconfundible de la empresaria.
Hace ocho años, Samantha decidió adquirir la vivienda contigua a la suya, en el centro de la capital, y unir las dos. Tras una profunda remodelación, de la que se encargó la interiorista Mafalda Muñoz —hermana de Samantha e hija de Paco Muñoz, uno de los decoradores españoles más importantes del siglo XX—, el resultado fue un espacioso piso señorial, con grandes ventanales, lo que garantiza muchas horas de luz natural, y amplias habitaciones.
Lo más llamativo, a parte de la vistosa decoración, es la gran cocina abierta al salón y al comedor. Claro que tratándose de Samantha no podía ser de otra manera. “El verdadero objetivo de la reforma fue conseguir que la cocina fuera el centro de la casa; la cocina de mis sueños en la casa de mis sueños”, confesó en las páginas de ¡HOLA! la chef, que logró disponer de un espacio de sobra para poder cocinar y tener sus cacerolas, utensilios y accesorios a mano y en orden.
Tiene además una zona de minielectrodomésticos, todos a la vista; una despensa con puertas acristaladas, bodega, dos cocinas, una de gas y otra de inducción; columna de hornos y campanas extractoras empotradas. Una gran barra de madera con taburetes hace las veces de mesa para las reuniones familiares de diario.
A través de una cristalera a medida se accede al comedor, que está presidido por un cuadro de grandes dimensiones de una lechuga. Samantha nos contó en una ocasión que esa obra, del pintor cubano John Ulbritch, estaba en el comedor de Paco Muñoz, el marido de su madre (Sabine Déroulède) “y a mí me encantaba, desde niña; y él siempre me decía: ‘Cuando tengas una casa en la que te quepa el cuadro, te lo regalaré’ Así que cuando compré esta casa lo primero que pensé fue: ‘Aquí me cabe la lechuga’”.
En esta misma habitación, con una mesa de madera natural y sillas con respaldo de cruceta y asiento de fibra vegetal, destaca al fondo una puerta de estilo eclesiástico; traída de Londres, fue un regalo de Sabine a su hija.
En línea con el comedor, y también junto a la cocina, está el inmenso salón, que se abre al despacho de Samantha y a un gran corredor que da paso a las distintas habitaciones, el cuarto de juegos y los baños de los niños. El blanco de los sofás, de las puertas y de las mesas, así como el tono claro de las paredes y de la tarima de madera natural cepillada del suelo, contrasta con el colorido de los accesorios —como los cojines y las alfombras— y los objetos decorativos. Muchos de ellos, como las colchonetas apiladas de color fucsia con flores de Tailandia o el nacimiento mexicano de cerámica con velas rosas, son recuerdos de los diferentes viajes de Samantha por el mundo.