¿Qué tienen en común un cuenco de barro japonés, un banco nigeriano hecho con chatarra de coches y una columna india tejida con hilos de cobre? Que los tres han conquistado a los expertos internacionales en la última edición del Craft Prize de la Fundación Loewe, uno de los galardones más prestigiosos del mundo en este campo.
El ganador de este año es Kunimasa Aoki, un artista japonés de 61 años que ha logrado algo aparentemente imposible: hacer que un simple trozo de barro cuente una historia que emociona. Su escultura, que se lleva los 50.000 euros del premio, combina técnicas tradicionales de enrollado con métodos de producción innovadores.
El arte de modelar el barro
Aoki trabaja como lo hacían los alfareros hace miles de años, pero con un giro completamente moderno. Toma finas tiras de arcilla y las va enrollando una sobre otra, formando espirales que después aplasta y comprime hasta crear formas que parecen respirar. Lo fascinante es que abraza los accidentes: las grietas, las deformaciones, todo lo que normalmente consideraríamos un "error" se convierte en parte de la belleza de la pieza.
El jurado destacó precisamente esta "interpretación honesta del proceso de enrollado tradicional" y cómo la obra expresa "el material en bruto, sin procesar ni rematar". Cuando metes la escultura en el horno, nunca sabes exactamente cómo va a salir. Esa incertidumbre, ese riesgo, es precisamente lo que hace única cada obra.
Mensajes con materiales reciclados
Los otros dos artistas premiados demuestran que la artesanía actual no solo busca la belleza, sino que también tiene algo importante que decir sobre nuestro mundo.
Nifemi Marcus-Bello, un joven diseñador de Nigeria, ha creado una obra escultural utilizando aluminio reciclado de la industria del automóvil. Su creación es una reflexión sobre cómo consumimos, desechamos y volvemos a usar las cosas. "Cada pieza de aluminio que uso tiene una historia previa", explica el artista. "Ha sido parte de un coche que alguien condujo, que tuvo una vida, y ahora renace como arte."
Por su parte, el colectivo indio Studio Sumakshi Singh ha logrado algo que parece imposible: recrear una columna monumental de mármol usando solo hilos de cobre entrelazados. El resultado es una obra que desde lejos parece sólida y pesada, pero de cerca revela su naturaleza delicada y casi etérea. Es su forma de hablar sobre cómo el tiempo y la historia pueden ser a la vez fuertes y frágiles.
Las tres obras forman parte de una exposición abierta al público en el Museo Thyssen-Bornemisza desde hoy, 30 de mayo, hasta el 29 de junio. En total, se exhiben 30 piezas seleccionadas entre más de 4.600 propuestas provenientes de 133 países, una muestra diversa que incluye trabajos en vidrio, madera, papel, metal, textiles y materiales experimentales.
Una noche de estrellas en Madrid
La ceremonia de entrega fue también un acontecimiento social de primer nivel. Al evento asistieron personalidades del mundo de la cultura, la moda y el cine. Entre los más destacados estuvieron los nuevos directores creativos de Loewe, Jack McCollough y Lazaro Hernandez, quienes aprovecharon la gala para presentarse oficialmente ante el público. La actriz estadounidense Meg Ryan y la arquitecta y diseñadora Patricia Urquiola participaron en la entrega de las menciones especiales, mientras que el cineasta Pedro Almodóvar fue el encargado de anunciar el premio principal y dedicar unas palabras a los asistentes.
También se dejaron ver en la velada las actrices Inma Cuesta, Aitana Sánchez Gijón y Lesley Manville, así como los actores Manu Ríos, Arón Piper y Miguel Bernardeau. Otras figuras destacadas fueron la empresaria (y pareja de Antonio Banderas) Nicole Kimpel y el histórico ejecutivo del grupo LVMH, Sidney Toledano. La presidenta de la Fundación Loewe, Sheila Loewe, dio la bienvenida a los invitados y subrayó la importancia del regreso del certamen a la capital española: “Cada año me sorprende cómo la artesanía logra reinventarse. No es un arte del pasado, sino una forma muy viva de hablar del presente”.
Artesanía con mensaje
Desde su creación en 2016, el Craft Prize busca destacar a los artesanos que desafían los límites del material y de la forma. Esta edición ha demostrado, una vez más, que la artesanía no solo es estética, sino también reflexión: sobre sostenibilidad, historia, identidad y comunidad.
En un mundo donde casi todo se fabrica en serie, podríamos preguntarnos para qué necesitamos artesanos. La respuesta la da Sheila Loewe, presidenta de la fundación que organiza el premio: "Cada año me sorprende ver cómo la artesanía encuentra maneras de sorprender, innovar y evolucionar. No es algo del pasado; es algo muy vivo."
Y tiene razón. Estos artistas no están haciendo copias de objetos antiguos. Están usando conocimientos ancestrales para crear obras que hablan de problemas actuales: el cambio climático, la globalización, la pérdida de tradiciones culturales, la sostenibilidad.
El valor de lo hecho a mano
La Fundación Loewe creó este premio en 2016 para honrar sus propios orígenes: la famosa marca de lujo comenzó en 1846 como un pequeño taller artesanal en Madrid. Pero el premio ha crecido hasta convertirse en algo mucho más grande: una declaración de que, en nuestra era digital, seguimos necesitando la magia de las manos expertas.