Cocina viajera: Singapur para ‘foodies’

Chefs de la talla de Mario Batali, André Chiang o Cheryl Koh dibujan en Singapur un panorama gastronómico que se disfruta con dos palillos. Junto a ellos, la sabrosa comida callejera de la ciudad; el tradicional ‘mee goreng’, el sabrosísimo ‘cangrejo picante’ o el ‘satay de pollo’. Hoy nos comemos Singapur.

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Más allá de por su arquitectura vanguardista o por ser una de las ciudades-estado más pulcras del planeta, Singapur es también conocida por presentarse como el destino perfecto para los viajeros 'obsesionados' por la comida. Por la buena comida.

Para empezar, resulta complicado encontrar una publicación gastronómica en Instagram que no reúna etiquetas como #foodporn, uno de los hashtags más populares de esta red social. Si localizamos, además, esta etiqueta en uno de los destinos más populares para amantes de la buena mesa como Singapur, no tardaremos en encontrar perfiles como el de Brad Lau (@ladyironchef) uno de los bloggers gastronómicos y de estilo de vida más famosos del país. Sus aventuras gastronómicas no tienen fin y no hay restaurante que se resista al meticuloso objetivo de su cámara ni de su paladar. Su timeline es la perfecta muestra de lo que desde unos años lleva cociéndose a fuego lento en su ciudad, una corriente gastronómica que arrasa en medio mundo copando titulares como el nuestro, "Singapur para foodies".

Fruto de una intensa historia migratoria y un elegante pasado colonial, el legado gastronómico de Singapur es hoy el resultado de su complejo pasado, que reúne una sólida base de todas las culturas que han modelado la personalidad de este destino hasta convertirlo en uno de los más cosmopolitas de toda Asia. Es difícil encontrar un lugar como éste, donde casi en el mismo espacio y tiempo se puede estar comiendo tanto en locales con estrella Michelin sobre delicados manteles de hilo como hacerlo en un envase de plástico y servilletas de papel. Y todo está rico.

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Para Carlos Mateos, cocinero y uno de los expertos en gastronomía asiática más conocidos de nuestro país, “en Singapur se puede sobrevivir sin pisar un solo restaurante, tan solo a base de los pinchos callejeros que se encuentran en los Hawkers Centres y Food Courts”. Aun así merece y mucho la pena reservar mesa y vivir una experiencia gastronómica más lujosa en algunos de sus establecimientos, aunque aquí lo difícil es decidir en cuál.

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Que gran parte de la ciudad gira entorno al complejo Marina Bay Sands (un conjunto de hoteles, restaurantes, tiendas, galerías de arte y hasta uno de los casinos más costosos del mundo en un mismo resort que marcó el desarollo turístico de esta ciudad-estado) no cabe duda, pero si nos referimos al ámbito gastronómico, su presencia cobra un especial sentido. Entre sus lujosos muros se encuentran restaurantes como Wakhu Gin, la única sucursal de Tetsuya Wakuda fuera de Australia. Su ambiente sofisticado y su cuidado por el producto hacen que la cuenta se pueda exceder algo más para el estándar del país. El propio complejo cuenta además con sucursales de Nahm, Puck y Mario Batali, el famoso chef americano.

Y si de hoteles va la cosa, para probar una perfecta muestra de cocina fusión entre la gastronomía francesa y la asiática lo ideal es reservar en Iggy’s, perteneciente al hotel Hilton. En el hotel Intercontinental, además, encontramos uno de los mejores restaurantes de comida china de todo Singapur, Man Fu Yuan, donde se pueden disfrutar especialidades cantonesas como sus deliciosos dim sum o las tradicionales ‘costillas de cerdo glaseadas’. Y siguiendo la estela de la comida china, Mateos tiene clara su recomendación: “el restaurante Summer Palace, ubicado en el Ritz Carlton Millenia”. De aquí salió el chef del prestigioso Hakkasan en Londres. Sirven una cocina cantonesa clásica con productos de lujo como aleta de tiburón... “por lo que hay que tener especial cuidado con la factura”, matiza Mateos. El mejor ‘pato lacado’ de la ciudad probablemente es el que se sirve diariamente en Min Jiang at One North, en el Goodwood Park Hotel. Por su parte, en el Yan Ting, en el Hotel St.Regis, los domingos organizan un lujoso brunch a base de champán y dim sum. Algo más turístico pero curioso es el restaurante Imperial Herbal, donde elaboran un menú para equilibrar el ying y el yang.

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Perfección técnica y producto excepcional que vuela a diario desde el mercado de Tsukiji en Tokyo es lo que podemos encontrar en Shinji By Kanesaka, dentro del precioso hotel Raffles. Este restaurante japonés escondido en una tranquila esquina del hotel más antiguo y más querido de Singapur, es una extensión de las dos estrellas Michelin del chef Shinji Kanesaka. Está claro, aquí hay que comer sushi y tras finalizar la experiencia y sin salir del hotel, brindar con un Singapore Sling en el Long bar del hotel, el único lugar de la ciudad donde se pueden, y se deben, arrojar al suelo las cáscaras de cacahuetes que encontrarás sobre tu mesa (siempre hay un saco de cacahuetes en cada mesa para acompañar la bebida), una anécdota curiosa en uno de los lugares más limpios del planeta. Considerado prácticamente como la bebida nacional del país, el cóctel fue creado en 1915 en este mismo bar y siglo más tarde, se disfruta en todo el mundo.

‘Street food’, hay que comer en la calle

Resulta una incongruencia que en la ciudad del ‘street food’ estén prohibidos los puestos callejeros. Para eso, y por eso, existen los Hawker Center, donde han escogido los mejores puestos y los han agrupado en torno a unas mesas de forma que puedes ir pidiendo la especialidad gastronómica de cada uno de ellos para luego sentarte en la mesa común a disfrutarla. Se puede y se debe vivir esta experiencia foodie, una de las más auténticas, y los mejores lugares donde hacerlo son el Hawker Center de Newton Circus, Lau Pa Sat, Glutton’s Bay y, algo más turístico, el del Satay Club en Clarke Quay.

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La versión más moderna de los Hawker Center son los Food Court, que suelen estar situados en las plantas bajas o altas de los centros comerciales. Uno de los mejores ejemplos es el de Din Tai Fung, con varias localizaciones por toda la ciudad, que sirve, a un módico precio, deliciosos platos como sus dumplings, las gambas fritas, o el pudding de mango en el que puede ser unos de los restaurantes con estrella Michelin más baratos del mundo.