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Situada junto a la estación naval de Porto Pi, donde se atraca el Fortuna, Son Vent, -expresión mallorquina que significa sitio de viento- se alza sobre el acantilado de Cala Mayor, rodeada de un muro blanco
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La casa está rodeada por los cuatro costados de una amplia terraza a modo de porche, desde la que se disfruta de unas magníficas vistas al mar. Entre la exuberante vegetación se encuentra una piscina situada junto a un bonito pozo y una pequeña casa




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8 MARZO 2004
Desde 1992 el Príncipe Felipe disfruta en Palma de Mallorca de una residencia, ubicada dentro del recinto del Palacio de Marivent, donde habitualmente la Familia Real española pasa sus vacaciones de verano desde la década de los 70. El 20 de febrero de 1992 el Rey enviaba una carta al entonces presidente de la comunidad autónoma balear, Gabriel Cañellas Fons, en la que le agradecía, en términos muy cariñosos, y aceptaba el ofrecimiento de los terrenos y viviendas lindantes al Palacio de Marivent para la ampliación de la residencia real.

Era la culminación de dos años de gestiones del Presidente de la comunidad autónoma con el Ministro de Defensa, el Almirante Jefe de la zona del Mediterráneo y el Jefe del sector naval de Baleares, ya que 'Son Vent' había pertenecido siempre al jefe del sector naval de Baleares. Gracias a estas conversaciones fue posible que el heredero al trono dispusiera de una ‘casita’ dentro del recinto de Marivent para uso propio, un poco mayor que los pabellones que ocupan sus hermanas, las infanta Elena y Cristina con su respectivas familias.

'Sitio de viento'
Situada junto a la estación naval de Porto Pi, donde se atraca el Fortuna, Son Vent, -expresión mallorquina que significa sitio de viento- se alza sobre el acantilado de Cala Mayor, rodeada de un muro blanco. Al atravesar la verja verde que permite el acceso al interior se entra en un amplio jardín poblado de pinos, palmeras y árboles frutales, como limoneros e higueras, una vegetación propia de Mallorca. Dos grandes anclas anticipan la entrada de la casa, a la que se llega a través de una doble escalinata adornada por una balaustrada verde.

La casa está rodeada por los cuatro costados de una amplia terraza a modo de porche, desde la que se disfruta de unas magníficas vistas al mar. Farolillos, jardineras con plantas, hamacas... dan al lugar un encanto especial, en el que reina una absoluta paz. Entre la exuberante vegetación se encuentra una piscina situada junto a un bonito pozo y una pequeña casa.

El edificio en sí tiene unos 500 metros cuadrados de superficie habitable, sin contar el sótano, dispuestos en dos plantas y una buhardilla. Originalmente se componía de ocho habitaciones, un salón de gran tamaño, un comedor, un recibidor, cocina y tres cuartos de baño, distribución que se cree no ha cambiado en exceso pues las reformas en esta casa han sido mínimas en los últimos años.



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