Eugenia Martínez de Irujo

Grande de España y duquesa de Montoro pero, más que nada, una hija de su generación que nunca encajó en la rigidez del protocolo de la clase a la que pertenece. Mujer de espíritu emancipado que fue amamantada por los ideales de libertad y la pasión de vivir de su madre. Aristócrata por título y nacimiento, pero nunca por haber ejercido en la práctica como tal. Solidaria, dulce, tímida a raudales, coqueta, femenina, fuerte y nada rencorosa. Una mujer de rompe y rasga. Una joven noble que ha impuesto a su condición una forma diferente de existir

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Horóscopo : Sagitario

La hija de la Duquesa de Alba, la mujer que posee más de cincuenta títulos nobiliarios, dieciocho de ellos con grandeza, y de Luis Martínez de Irujo fue la pequeña de cinco hermanos y, aunque algunos de ellos eran ya muy mayores para prodigarse en mimos, vio compensada la ausencia de un padre, falleció cuando era tan solo una niña, con la protección y el cariño que nunca le regatearon en su familia. “La diferencia de edad entre nosotros -su hermano mayor le saca 20 años- me llevó a jugar especialmente con Cayetano y Fernando. Pero más con Cayetano.Fue el padre que no tuve y yo le profesaba un gran respeto. Sobre todo con las notas”.

Más preocupada por vivir y sentir, a Eugenia nunca le gustó alardear de sus posesiones y títulos y, para que no quedara ninguna duda, se rodeó siempre de gentes sencillas. Sus amores, persistentemente, toreros. Sus mejores noches, bajo un cielo de estrellas escuchando y bailando flamenco. Sus tesoros, objetos de bajo coste y alto valor sentimental.

La sexta hija y única niña de la duquesa de Alba siempre se distinguió por envolverse, para cualquiera de sus apariciones, con un cierto aire hippie, con un toque de sofisticado desenfado y por marcar, también, con su estilo tan personal, una forma de ser y vivir muy diferente a la que defienden otras jóvenes de similar condición.

La duquesa cambió su existencia palaciega, pues vivía a caballo entre el palacio de Liria (Madrid) y el de Dueñas (Sevilla), por una finca ganadera, la Pizana. Allí, lejos de los oropeles y del esplendor que siempre ha distinguido a su familia, la Duquesa de Montoro vivió feliz con su marido, el torero Fran Rivera con el que contrajo matrimonio el 23 de octubre de 1998 ante 1.400 invitados en Sevilla- y su hija, Cayetana, nacida un año después de la boda.


Después de numerosos rumores, la pareja, de mutuo acuerdo, decidió romper su matrimonio a principios de marzo de 2002. Tras este matrimonio fallido, Eugenia se dedica de lleno al cuidado de su hija y a sus compromisos profesionales. Rodeada de sus amigos más íntimos, Eugenia, intenta vivir sus meses de soltería disfrutando al máximo de su tiempo libre. Un tiempo que acabará ocupando el agosto de 2005 con Gonzalo Miró, hijo de la fallecida Pilar Miró, la directora de cine más famosa de España, y 13 años más joven que la Duquesa de Montoro.

Su amor se fue forjando a base de sol y playa, Ibiza fue su lugar de retiro y el lugar donde ambos comenzaron a enamorarse. Marruecos fue su siguiente destino y así comenzaron a escribir su propia historia de amor. Eugenia volvió a creer en el amor y tras presentar a su 'chico'  a la Duquesa de Alba, hizo pública su relación, convirtiéndose Gonzalo en su alma gemela.

Su complicidad era evidente, pero su diferencia de edad y sus inquietudes acabaron separándoles. Primero se dieron un tiempo de reflexión en julio de 2007 para volver a juntarse en noviembre. Este respiro dio sus frutos y en noviembre de 2007 ambos decidieron retomar su noviazgo, un noviazgo que acabaría cayendo por su propio peso en mayo de 2009. En este difícil momento para ambos, la hija de la Duquesa de Alba pudo tierra de por medio y se marchó a Miami para refugiarse en casa de una amiga.

Muy unida a su madre y a sus hermanos y manteniendo una excelente relación con el padre de su hija, Eugenia Martínez de Irujo ha demostrado ser una mujer muy fuerte, con una personalidad muy marcada de espíritu emancipado que no descarta volver a enamorarse.