Las claves para un look discreto, sencillo y rápido

Naturalmente guapa... ¡hasta en los días más fríos!

Por hola.com

Cuando los días grises dejan de ser una excepción, nuestros cuerpos y mentes se han habituado del todo al cambio horario y notamos que ese rostro de tono que nos saluda cada mañana desde el espejo va a tener ese mismo color acelga durante varios meses… es que el otoño y el invierno se nos han instalado en los huesos. Y, para qué negarlo, en la cara. Que, sinceramente, en los meses más fríos del año no se luce precisamente la mejor cara. Porque, por malo que sea, no se puede negar que un toque de sol pone buena cara. Por si fuera poco, la luz del invierno es más azulada que la de la época de calor, lo que le resta vivacidad. Afortunadamente, está a nuestra disposición la magia del maquillaje, capaz de aportar ese toque extra justo cuando más lo echamos de menos…

El velo protector
Cuando desaparece hasta el más mínimo resto de bronceado, la piel se queda desnuda, revelando cada manchita, cada imperfección. Para unificar su tono, nada como las bases de maquillaje. Ya es hora de que las más reticentes le pierdan el miedo, pues ¡nada mejora tanto el aspecto de la tez! Para preservar la naturalidad hace falta una base ligera, de textura cremosa o satinada, extendida con parquedad (siempre hay tiempo de aplicar más producto), y tan sólo en las zonas donde se necesita. Y no nos cansamos de insistir: la base ha de ser de exactamente mismo color de la piel. Lo que en invierno significa generalmente uno o dos tonos más clara que en verano. El color se proporciona por otros métodos que ahora explicamos…

Un toque de calidez
Para un cutis con un suave resplandor, lo mejor es combinar polvos de sol y colorete. Busque unos polvos terracota o un gel bronceador (la textura es cuestión de gustos) en un tono claro, para conseguir un resultado natural, extendiendo el producto tan sólo en las zonas altas del rostro y con un toque muy, muy ligero. Eso aporta un aire saludable, que se completa con un poco de colorete en las mejillas, igualmente aplicado con mucha ternura, para dar una insinuación de rubor, no chapetes tipo Heidi.